Físicamente, mantiene la misma forma que en el Tour de Francia. A la vista está. La sonrisa también está intacta.
Así ha llegado Mikel Landa a Lisboa. Así y con la vitola de favorito en una Vuelta a España que parece más abierta que nunca y en la que aparece en todas las quinielas para luchar, al menos, por los puestos de honor en el podio.
“Noto esa presión -no lo oculta el alavés-, también esas ganas de la gente de que me vaya bien y que tenga la misma forma que en el Tour”. No le asusta a Landa el reto, liderar a este T-Rex-Quick Step que para esta Vuelta estrena nombre y logo, un dinosaurio. Así quiere ser Landa en la Vuelta, un depredador.

“Llego con ganas, no sé muy bien físicamente cómo estoy porque después del Tour desconectas bastante y recuperar esa tensión cuesta. Pero con el paso de los días espero encontrarme mejor y hacer una buena Vuelta”. Mira de frente a la carrera con aspiraciones: “Me gustaría estar cerca del podio y peleando por alguna etapa”. Y tiene las preferencias claras. “Me gusta la del Picón Blanco, por la cercanía a casa, pero también la de los Lagos de Covadonga es especial, o la del Cuitu Negru y Ancares”.
Solo, dice, “tengo ese miedo a cómo responderá el cuerpo pero si estoy como en el Tour podría ser posible luchar por el podio”. Frente al resto de rivales, analiza que “al no haber un favorito claro se abre un poco más la carrera. Quizás el que sobresale es Roglic, pero los demás estamos todos muy parejos, y eso abre las opciones de podio a muchos”.
Reconoce tener “una espina clavada con la Vuelta a España. He estado tiempo sin disputarla, me he perdido una carrera que cuando he vuelto, la he disfrutado. Me gustaría hacerlo bien como lo he hecho en el Giro y en el Tour”. En Lisboa se presenta “con los deberes hechos. Llegué al Tour tranquilo y aquí lo hago con un buen equipo alrededor. Lo habíamos enfocado así, que iba al Tour para ayudar a Remco y después buscar mi oportunidad. Me fue bien y ahora a ver si tengo fuerzas para aguantar en esta Vuelta”.