Desde hace ya unos años nos hemos acostumbrado a que las grandes estrellas del ciclismo entrenen en nuestro país. España tiene todo lo que los ciclistas y equipos quieren: buenos hoteles, buena comida, un clima agradable y un terreno perfecto, combinando el llano y los puertos de montaña. Calpe, Gandía, Girona, Mallorca y Tenerife son los lugares preferidos de las grandes estrellas del pelotón. Pocos son los equipos que no pasan al menos una vez por temporada en España.
Pero cuando empieza la temporada, se les echa de menos en ciertas carreras. La Vuelta al País Vasco, la Klasika de San Sebastián y la Volta a Cataluña, solo por el hecho de ser World Tour cuentan con todas las grandes escuadras y, al menos, tres o cuatro ciclistas de los llamados grandes (Nibali, Contador, Froome, Aru, Chaves) se dejan caer en sus respectivos caminos hacia los diferentes objetivos que cada temporada se marcan. Igual sucede con ciertas carreras como la Vuelta a Andalucía, Burgos o la recién llegada Vuelta a Valencia, que reúne participaciones de lujo.
El problema viene en el resto de nuestro denostado calendario. Carreras como la Vuelta a Castilla y León, el Circuito de Getxo, Ordizia, Amorebieta o la Vuelta a Madrid, que se las ven cada vez más difícil para sacar adelante sus pruebas se encuentran con que los equipos de primera fila les dan la espalda y deben ‘rellenar’ su lista de participantes con continentales de diferentes partes del mundo. ¿El resultado? El pelotón de estas carreras casi no llega ni a los cien corredores en la mayoría de los casos y la participación es tan pobre que no despierta ningún interés, ni para los medios de comunicación, ni para los aficionados.
Es por eso que la implicación, año a año, temporada tras temporada, del Movistar, nuestro único representante en el World Tour, en el calendario español es de agradecer. Cierto es que los intereses publicitarios del equipo de Eusebio Unzue están en nuestro país pero bien podrían desentenderse, y diseñar otro tipo de programa, con otras carreras en Europa.
Año tras año no fallan. Su implicación es máxima y, reitero, por supuesto que los primeros interesados son ellos porque su principal mercado como esponsor es España, pero a toda carrera que van, lo hacen con la vitola de favoritos, controlando de principio a fin la carrera, tirando desde el primer kilómetro con la presión máxima de ganar. Porque cada carrera del calendario español como las citadas en las que normalmente siempre figuran como único equipo del World Tour que el Movistar no gana no significa que ha ganado otro, si no que ha perdido el Movistar. Y soportar esa presión no es fácil.
Ejemplo, una vez más de esa implicación es el calendario que el equipo telefónico ha diseñado para sus dos grandes líderes en la temporada que acaba de comenzar. Ya el año pasado pudimos ver a Valverde como cabeza de cartel en la Vuelta a Castilla y León que ganó arrasando. Se convirtió en la gran atracción de una carrera que ha sufrido para mantenerse en el calendario y a la que ese tipo de gestos por parte de un equipo tan grande como Movistar les ayudan y justifican un patrocinio para el próximo año.
Me agradó mucho recibir una nota de prensa del Movistar la semana pasada y ver que Nairo Quintana tiene previsto correr la Vuelta a Asturias antes de emprender su viaje hasta Cerdeña en busca de conseguir su segundo Giro de Italia.
Nairo podría correr el giro del Trentino o la Vuelta a Croacia, como va a hacer Nibali antes del Giro de Italia y en cambio ha elegido la Vuelta a Asturias, todo un capote para la organización de una carrera que resiste gracias al empeño, el impulso y el corazón de la luchadora Cristina Álvarez Mendo y su incansable energía para sacar adelante la carrera cada año. El solo hecho de que Nairo Quintana esté presente en la salida y que sea su última carrera antes del Giro, tener esa foto, a la organización le justifica esponsors y tiene el éxito de público y de seguimiento garantizado.
Lo mismo sucede con Valverde, que debutará junto a Nairo en la Challenge de Mallorca y seguirá en Murcia, Almería y Andalucía. Todas las primeras carreras del calendario español, para después correr la París-Niza y regresar de nuevo a España para correr la Volta a Cataluña o País Vasco. Apuesto a que acabará corriendo las dos, igual que después el GP Miguel Indurain e incluso la Klasika de Amorebieta. Con lo que al incombustible Valverde le gusta la competición, no sería ninguna sorpresa.
