La burbuja

Conste que esto es una entrada absolutamente hecha a título personal

Alfonso Triviño

La burbuja
La burbuja

Conste que esto es una entrada absolutamente hecha a título personal

 

Una de las causas que se atribuye a la burbuja inmobiliaria, sin duda que es la especulación. Esa dinámica que encarece artificialmente el precio de un bien determinado por el cual se paga un dinero, y a las escasas fechas, se vende a un coste significativamente superior, y todo porque la sociedad está dispuesta a pagar por lo que sea con tal de adquirirlo. Así se crea la burbuja, que crece y crece hasta que se rompe porque el precio real no corresponde con lo que se paga.

Hace unos días ha muerto otro compañero atropellado por un vehículo, Iñaki Lejarreta. Uno más de una larga lista. En los últimos meses han caído dos ciclistas profesionales, Víctor Cabedo e Iñaki, pero cada pocos días muere un ciclista en la carretera. Los que estáis al tanto de este blog sabéis que los poderes públicos no están dando la respuesta necesaria para evitar esta sangría. La burocracia de los responsables pasa por comisiones, borradores, reuniones, alegaciones, más reuniones... y ya llevamos ocho años en que no existe un sólo avance, esto es, ni una sola letra en el BOE que defienda a los ciclistas.

Os confieso que las circunstancias de la vida me han colocado en sitios y ante personas que tenían toda la potestad para poner los medios. En la inmensa mayoría de las reuniones y con casi la totalidad de las propuestas que les hemos planteado, he recibido personalmente las más estruendosas decepciones. Se decía que nuestras propuestas son inviables porque la bicicleta es un vehículo más, pero no preferente, las carreteras están como están y los accidentes son inevitables. Desde la DGT, pasando por Fomento, por las reuniones con Consejeros a nivel autonómico, Directores Generales del poder central, ministros, Secretarios de Estado, diputados ponentes en Cortes, de Comisiones de Seguridad Vial, Subdirectores de Normativa... todos alegan que no hay dinero, que lo que pedimos es demasiado.

Y los compañeros iban cayendo en silencio. Una nota en la prensa regional, un puñetazo en la mesa del Club al que pertenecía o de la gente que le conocía, y así un día y otro.

Desgraciadamente hay muchas víctimas ciclistas anónimas, con sus nombres y apellidos, sus dramas familiares, de personas que no conocemos personalmente y que desgraciadamente pasan a ser una simple cifra del anuario de siniestralidad de la DGT. Es por esas personas por las que tratamos de inventarnos soluciones, por las que nos movemos todos los días haya noticia o no. Precisamente el día 20 de diciembre estaba programada una reunión con el Fiscal de Seguridad Vial en fechas anteriores al atropello de Iñaki, y el 3 de diciembre tuve el “calvario" de pasar por otra reunión con el Director General de Carreteras de Madrid, probablemente la persona que he conocido de las que menos intención ha mostrado de hacer algo. El 6 de diciembre aprovechamos un desplazamiento a Sevilla para acompañar a Antonio Piedra, el ciclista profesional que ganó en los Lagos de Covadonga esta última edición de la Vuelta a España, porque nos ha comentado que los carriles-bici de Sevilla están dando muchos quebraderos de cabeza por tramos muy complicados y porque los policías obligan a ir por ellos a pesar de que la calzada sea una calle. Estuvimos haciendo tomas de video y hemos solicitado una reunión con el concejal.  No había ningún fallecido conocido.

Lo comento porque precisamente es inevitable tener que hacer referencia al factor humano, al aprecio que se tiene a las personas del que es imposible zafarse porque no somos un ordenador.

Esa misma naturaleza humana que hace que cuando se trata de valorar el trabajo de los colectivos ciclistas personalmente me haya empeñado en romper una lanza en su favor ante todo el mundo, especialmente una lanza en favor de los que componen de la Mesa Nacional de la Bicicleta recién constituida.



Es ese colectivo que se ha unido tras la última reunión del GT-44, porque la sensación que tuvimos los que ahí nos dimos cita  es que eran mucho más apreciadas las opiniones dela Fundación Mapfre, las del Foro Andando, de una empresa que se llama  Atizza o las de la representante de Decathlon.

Y es cuando ocurre la desgracia de Víctor Cabedo, y ahora de Iñaki Lejarreta. Y  vuelve a actuar el factor humano, que es inevitable: los conocíamos personalmente, los apreciábamos, y muchos de los ciclistas tanto profesionales como cicloturistas de carretera los apreciaban muchísimo, porque eran compañeros de entrenamiento y héroes de su comarca. Hay que entender que haya habido una conmoción brutal entre los ciclistas, y nosotros no podemos quedarnos de brazos cruzados. Las manifestaciones espontáneas convocadas en las redes sociales han proliferando porque todos estamos hartos de buenas palabras y había que hacer un homenaje a los fallecidos.

Pero no puedo más que decir que la burbuja inmobiliaria ha estallado. Las redes sociales han adelantado a los “representantes", y hablo en general, sin mencionar a nadie en concreto, y  salvo el caso de la Federación Bizkaina -que ha convocado con valentía y en primera persona a los ciclistas - se han limitado a  mostrar su apoyo en algunos casos, a recomendar no mover manifestaciones en otros, o a pasar incluso olímpicamente.



La vida es un bien infinito. Pero me temo que la “especulación" sobre el valor de la vida ha conseguido que la burbuja reviente.

No puedo dejar de agradecer a aquellos valientes que espontáneamente han movilizado a los compañeros desde las redes para hacer ese homenaje a los ciclistas fallecidos, a todos, aunque a estos últimos caídos profesionales se les pone cara, nombre y apellidos. Y a quienes no hayan ido a las concentraciones pudiendo acudir a esas que estuvieran organizadas y se convocaran en sus cercanías, pero que han preferido salir con sus clubes al paseo programado o con la grupeta, y que lo hacen a conciencia porque creen que no va a servir para nada o porque afirman que nadie ha movido un dedo por los fallecidos anónimos, les digo como dicen los Celtas Cortos: Tranquilo, tranquilo majete, tranquilo, tranquilo majete en tu "sillín". Que si tienes la mala suerte de caer, seguro que nadie va a acordarse.