¡Que lo clonen ya!

Alejandro Valverde, el ciclista para todo, demostró ayer que en su abanico de victorias puede caber también la del Tour de Flandes.

Álvaro Calleja.

Alejandro Valverde, entre Peter Sagan y Fernando Gaviria, subiendo uno de los muros del Tour de Flandes. Foto: Bettini Photo.
Alejandro Valverde, entre Peter Sagan y Fernando Gaviria, subiendo uno de los muros del Tour de Flandes. Foto: Bettini Photo.

Nunca había corrido esa carrera de la que todo el mundo habla. Jamás había escuchado cómo suena el epicentro de la religión ciclista, como chillan aquellos fieles al borde del escenario. Apenas había pisado los adoquines en su vida. No conocía los entresijos de, quizás, la prueba con más entresijos. No sabía cómo tenía que moverse, dónde debía colocarse, de qué modo encarar los muros. Pero todo esto, todo lo escrito, a él le dio igual. Los genios son así. Sin tener ni idea de una carrera que, dicen, hay que conocer para ganar, Alejandro Valverde, a la primera, demostró que podría haber levantado los brazos en el Tour de Flandes.

Antes de saltar al ruedo, de probar la textura de las piedras, de apretar los dientes y sufrir, sufrir y aguantar, el campeón del mundo dijo que no, que prácticamente era imposible que él, con su cuerpo diminuto de escalador, con su carrera deportiva dedicada a las vueltas y a las clásicas de las Ardenas, ganara allí, en territorio flamenco, en una cita en la que para triunfar hay que haber soñado antes durante años y años. La experiencia, tan requerida siempre para sonreír bajo la pancarta final, es en Flandes aún más imprescindible. Si no conoces la tierra, si no te aprendes de memoria cada rincón del interminable recorrido, estás muerto, fuera de batalla.

Sin embargo, el imposible de la previa mutó en un volveré para ganar, para ser yo, que hoy tengo 38 años y que estoy a un par de semanas de cumplir los 39, de rozar los 40, al final de la jornada, tras pelear por el podio en su debut en la fecha más sagrada del ciclismo, esa en la que sólo un español se ha colado entre los tres primeros en toda la historia -Flecha, tercero, en 2008-. Lo dijo después de codearse con tipos que le sacaban un cuerpo, con las estrellas de los adoquines, esos individuos que le aventajaban en más de una decena de kilos. Pero es que el talento no entiende de peso. Y el de Alejandro Valverde, que puede ganarte en una grande y en una clásica, en una montaña, en una pared, al sprint o sobre las piedras, no cabría en su cuerpo ni aunque éste chivara que esconde 200 kg. ¡Que lo clonen ya!