Ya tenía ganas de volver a escribir en Ciclismo a fondo. Aunque Miguel Ángel Chico, el ‘boss’, ya me dejó "destrozarle" media página del número que está actualmente en los kioscos, no ha sido hasta el estreno de este blog con el que habéis tenido la mala suerte de tropezar cuando me he reencontrado juntando palabras sobre la actualidad del ciclismo después de un año y medio sin hacerlo -¡gracias Pablo!-. O más que estreno, reestreno, claro, pues es probable que los que llevéis un buen tiempo visitando esta web hayáis caído en que ya tuve un blog por estos lugares. He de reconocer que aunque acabé un poco saturado de estar 24 horas viviendo para el ciclismo, no ha habido nada como estar alejado profesionalmente de él para darme cuenta de lo que quiero a este deporte. ¡Mucho más de lo que pensaba!
Eso sí, a pesar de haber estado conociendo todos los entresijos del fútbol con Deportes Cuatro -por cierto, la casualidad hizo que mi primer encuentro con un futbolista fuera con Pedro León, hermano de nuestro Luisle-, no me despisté ni un segundo del mundo de las carreras. De hecho, cada vez que me encontraba con alguien del mundo del fútbol al que le gustaba el ciclismo, nos tirábamos un buen rato desviando la entrevista, como me ocurrió, por ejemplo, con Abelardo, exjugador del Barça y actual entrenador del Sporting de Gijón, quien me sorprendió en plena grabación con su interés por el ciclismo profesional, pues se traga el calendario completo, mucho más allá de las tres grandes. ¡Uno de los nuestros!
Y dejando a un lado la explicación de por qué he estado desaparecido de las páginas de Ciclismo a Fondo durante todo este tiempo, me adentro ahora con el protagonista al que se refiere el título de esta primera entrada, que no es otro que Peter Sagan, un ciclista al que no tragaba en sus inicios y que ahora me tiene totalmente ganado. Reconozco que el domingo salió una sonrisa de mi cara cuando ganó el nuevo Campeonato de Europa, una competición que ojalá haya llegado para quedarse a pesar del malestar de algunos directores de equipo. Aunque me hubiera alegrado más, por supuesto, una victoria española en Plumelec, la sede de la competición, si tenía algún favorito entre el resto era él.
Sagan era el único que podía dar un toque de glamour a este Europeo que había llegado sin hacer apenas ruido. El eslovaco es un tipo que nunca se esconde y que no deja indiferente a nadie. Es el Ibrahimovic del ciclismo -salvando las distancias, por suerte-. Empezó con mal pie -con algunos incidentes como aquel del desafortunado toque al trasero de la azafata-, pero ha ido encaminando su vida y su carrera hasta haberse metido en el bolsillo a medio mundo. Yo reconozco, que no sé si porque me va eso de ir con los deportistas o equipos que no ganan siempre, me hice de Sagan en aquel Tour 2015 en el que hasta en once ocasiones se quedó rozando una victoria que no llegó. También soy del Atleti, claro.
Este año puede hacer un hat-trick increíble si suma el Mundial de Qatar y el número 1 de la UCI -ahora está en plena pelea por conseguir más puntos en el Eneco Tour- al Campeonato de Europa ya conseguido. Como ya me ha pasado con Alejandro Valverde en más de una ocasión, me quedo sin adjetivos…