Campos de emociones

El Blog de Luis Pasamontes.

Luis Pasamontes

Campos de emociones
Campos de emociones

“Cuando pasemos el túnel y salgamos al exterior vas a vivir algo especial, no sabría explicártelo”, me comentó Iván Gutiérrez en la salida de la última etapa del Tour 2009. Se refería a los Campos Elíseos, al circuito final tras 3.457km recorridos. Recuerdo que le dije que seria algo parecido a lo que viví en Milán, Madrid…pero él movía la cabeza negando. “Pasa, es algo distinto, especial, llegar a Paris es otra cosa”.

Estaba nervioso, tal vez porque todo el mundo se acercaba a recordarme que era mi primer Tour de Francia y que hoy conseguiría finalizarlo. El teléfono no dejaba de sonar, pero yo quería cruzar la última línea de meta, aún no había terminado, ya habría tiempo para contestar. Cada vez estaba más cerca, el gentío durante todo el recorrido era impactante, saludábamos a un lado y a otro. Alberto Contador y su equipo comenzaban a festejar la victoria, fotos con champagne y sonrisas pintadas en todos los rostros. Cuando vi a lo lejos el túnel del que me hablaba Iván me agarré fuerte al manillar, no sé por qué, pero era como si fuera a entrar en alguna atracción de Parque. En su interior solo se escuchaba el sonido de las sirenas de moto, los bujes de las ruedas…hasta que comenzamos a ver el final y vislumbrar luz. Un griterío en tono bajo se unía como nuevo instrumento a aquella magnífica banda sonora, que crecía a medida que avanzábamos. Cuando salí…no puedo explicarlo, podría deciros que se me pusieron los pelos de punta, que sentí algo en el estómago, pero os mentiría, es algo distinto a todo eso. Nunca he estado en el césped de un campo de futbol durante una final, pero creo que debe de ser algo parecido. Era ensordecedor, pero a la vez música celestial, todo el público te estaba diciendo que habías conseguido llegar, que ya se terminaba. Banderas de todos los países y la voz del mítico speaker del Tour, Daniel Mangeas, sonando de fondo. La cabeza no descansaba ni una sola vuelta, pensaba y pensaba. Allí estaba yo, desde Cangas del Narcea, con mi dorsal 116 a la espalda y casi con lágrimas en los ojos. Cuando me subí al autobús me abracé a Rojas, mi compañero de habitación durante las tres semanas y ahí si que se nos escapó alguna lágrima, ya no teníamos excusa de que fuera el aire de la velocidad el que las provocara, pero me daba igual, desee durante muchos años aquel momento. Mi primera llamada fue a mi madre, si seguís mi blog ya sabréis por qué.

El pasado Domingo, terminaba otra edición del Tour de Francia. Ahora tengo la posibilidad de pensar y analizar mucho más todo, lo ves desde otra perspectiva. Me di cuenta que ese día el pelotón es un hervidero de emociones de todo tipo, el escenario hace que aunque ya existieran en los ciclistas con anterioridad, estas se intensifiquen. Una común en todos, es la del asco a los terroristas que acaban con la vida de gente inocente. Purito daba su última vuelta a los Campos Elíseos con el permiso de todo un pelotón, demostrándole su respeto, su admiración. Pierre Rolland dolorido por sus caídas, pero contento por no tener que haberse retirado. Pantano disfrutando de su magnífico Tour, deseando compartir los éxitos con su país, con todos los colombianos. Kittel, Greipel, Sagan, Laporte…aún concentrados al máximo, pensando en conseguir esa victoria tan deseada por los velocistas. Henao con ganas de conocer a su hijo, nacido durante el transcurso de la carrera. Lealtad máxima acompañando a su líder hasta el último momento. Otros pensando en una renovación que creían que llegaría en las jornadas de descanso y que no se produjo. Nairo por fin sonriendo después de toda la tensión y presión acumulada, después de no encontrar su mejor ritmo, su mejor energía…por fin sonríe, se abre la puerta y se esfuman todas esas sensaciones. Se puede seguir soñando en amarillo, claro que sí. Valverde feliz, como siempre cuando pedalea. Magnífico, único…se agotan los calificativos cuando nos referimos a él. Froome con ganas de abrazarse a todos sus gregarios, los más fuertes, los componentes del “tren del dolor”, como lo denomina Poels. Y fijaros que potencia emocional tienen los Campos Elíseos, que algunos desde casa tambien sienten. Ciclistas que por circunstancias tuvieron que abandonar como Dani Navarro, Gorka Izaguirre, Dumoulin o Herrada, lo viven desde lejos. Tal vez alguno no quiera verlo, prefiera esperar a vivirlo en persona, ellos también son únicos, genios y solo la mala fortuna les ha privado de ese final. Mis respetos a todas las personas que componen un equipo, digo personas porque en Paris todos son iguales. Ilusión, liberación, rabia, incertidumbre, felicidad, tristeza, pasión, amistad, compañerismo…no entienden de gregarios, de lideres, de mecánicos, de masajistas, de directores, solo entienden de personas.