Público genuino

El Blog de Luis Pasamontes

Luis Pasamontes

Público genuino
Público genuino

Capaces de generar unos vatios de más en tu potenciómetro, hacen que el ácido láctico desaparezca de tu musculatura por momentos, favorecen un aumento de tu capacidad pulmonar, es el público, el público auténtico. Importante, fundamental y necesario en el deporte, un componente más sin el que nada tendría sentido. Me encantaba escuchar en pleno esfuerzo y a más de 180 pulsaciones mi nombre, mi apellido, gritos de ánimo en las cunetas que se convertían en ese plus de oxigeno que me faltaba en algunas cumbres. El público es tan variado, como lo es la personalidad de cada individuo. Cuando corría me gustaba el que respetaba, ahora como comentarista o espectador, también. No lo entiendo de otra forma, no me entra en la cabeza, no hay explicación. Hace unos días, por no buscar ejemplos más lejanos en el tiempo, personajes corrían al lado de los ciclistas participantes en el Giro de Italia con riesgo inminente de provocarles una caída, de tirar por tierra el trabajo de meses, la ilusión de años, sus sueños personales.

¿Tiene alguien el derecho de provocar eso, de ser el causante de frustrar tantas emociones positivas? El ciclista en esas situaciones pedalea con pocos reflejos, cansancio extremo, situaciones de estrés máximo cuando te estás descolgado, sudor que cae hasta tus ojos, dolor intenso de piernas y aún así alguno se dedica a poner su granito de arena para complicarle más. Recuerdo como vaciaron una bocina de aire comprimido en mi tímpano mientras ascendía el Mont VenToux, Tour de Francia. Tres individuos salieron desnudos de detrás de un seto en el Tour de Suiza, otro en bici, se pusieron a correr al lado nuestro, muy cerca, mientras rodaba escapado junto a Proni y Navarro.

Pedaleaba junto al bueno de Zandio cuando nos insultaron por ir rezagados tras tirar durante kilómetros del pelotón, “sinvergüenzas, que llevamos horas parados por vuestra culpa dentro del coche”. Dieron de beber a mi casco y me vaciaron una botella de agua por encima pese a decir varias veces que no lo hicieran, me quedé frío en el descenso, congelado por ir encharcado. Pero todo esto lo recuerdo vagamente, casi nunca. Lo que sí recuerdo cada día como si fuera ayer, son los gritos de ánimo de mis paisanos la primera vez que llegué a mi pueblo como profesional. Como el público me daba periódico en las cimas para no quedarme frio en el descenso. Como me ayudaban a levantarme tras una caída, preguntándome como me encontraba, si estaba bien, por momentos pensabas que tu madre estaba allí.

Aplausos continuos cuando reanudaba la marcha tras una avería. Niños con sus padres bajo la lluvia, con frio intenso, esperando en una cuneta con una sonrisa de oreja a oreja al verte pasar…recuerdo todo eso y mucho más, lo recuerdo fácilmente. Esa es la esencia del aficionado, el que abunda, el que es mayoría absoluta, el que el ciclista admira y ama, el que tiene que existir eternamente. El resto quédense en sus casas, corran rozando su jarrón más valioso, escupan en su moqueta o pónganse frente al espejo y comiencen a insultar. Existe una magia entre público genuino y espectador, es fascinante. Uno respeta al otro, se complementan, son piezas de puzle que encajan perfectamente. Cuando se pedalea sobre la bici quieres hacerlo bien por ti, pero también por la gente que te sigue, te anima y te cuida. Hay un compromiso con el aficionado, hay que hacerlo lo mejor que se pueda, ellos también merecen eso, llevan horas esperando a que pasemos únicamente para vernos unos segundos. Correr al lado del ciclista con una bengala en la mano y de espaldas a este para salir en televisión, discúlpenme pero es de irrespetuosos y el ciclismo ni ningún otro deporte merece eso. “¿Has visto como estaba la subida?, era impresionante, que pasada”. Seguir haciendo que esta frase sea la más escuchada en las duchas de los autobuses de equipos, tras cruzar la meta. Sois reales, sois imprescindibles, sois el publico auténtico, el otro no leerá esto.

Fdo: Luis Pasamontes

Twitter/instagram : @pasamontesluis

Fotos: Graham Watson