Un día allá donde se fabrica el ciclismo

Coincidiendo con la pasada Amstel Gold Race, Ridley organizó un viaje para presentarnos sus instalaciones y las de varias empresas colaboradoras ubicadas en Flandes, meca del ciclismo y hogar del conjunto World Tour Lotto-Soudal. Teníamos pendientes contaros aquel viernes de abril. Al fin y al cabo, siempre es interesante conocer cómo se fabrica el ciclismo…

Fran Reyes

Un día allá donde se fabrica el ciclismo
Un día allá donde se fabrica el ciclismo

 Los viajes VIP como este, llamado Ridley X-Over, molan muchísimo. No es nuestra intención poneros los dientes largos, pero va a ser inevitable: éramos un grupo de diez periodistas de todas las esquinas del globo y nos trataron como a reyes. De inicio nos agasajaron con estos regalos de parte de las firmas colaboradoras. Un casco Lazer, zapatillas Gaerne, complementos Grip-Grab, herramientas Continental… Ya os iremos hablando de todo esto.

La primera visita del día fue a Performance Sports Nutrition. Se trata de una empresa genuinamente belga con dos décadas de andadura.

Personalmente, nunca había estado en una fábrica de este género y me impresionó el puntito ‘Breaking Bad’ que tenía. Todo estaba muy medido y optimizado. Por ejemplo, esta máquina para contar cuántas píldoras caían en cada bote de suplemento:

Personalmente, no soy nada fan de las barritas y los geles. En general, huyo de alimentos procesados: soy el tipo de globero que sale a correr el bolsillo trasero del maillot petado de fruta. Sin embargo, las barritas de Performance sí me agradaron. Particularmente, la ProSnax de plátano.

Esta es la parte que más me impresionó de la visita: donde mezclan las sustancias que luego se convierten en recuperadores. Ahí donde lo veis, ese contenedor lleva 400 kilos de polvos. De lunes a jueves salen de la fábrica de Performance entre 10 y 12 pales diarios de este tipo de productos. ¿Y el viernes? El viernes limpian la fábrica de arriba a abajo para garantizar que no haya contaminación de ningún tipo. Nosotros mismos tuvimos que vestirnos de torero para la visita. A mí no sólo me pusieron una redecilla para el pelo (que no pudo contener mi tupé): también un bozal para las patillas.

Después tocó una presentación de Elite, marca italiana de bidones, portabidones, rodillos y otros productos relacionados con el ciclismo que van desde bancos de trabajo para mecánicos hasta bolsas para transportar bicicletas. Están basados en la región del Véneto y son la vanguardia de su sector. Para comprobarlo sólo tenéis que practicar un día cualquiera el noble arte del bidoneo; esto es, ir al avituallamiento de una carrera ciclista y recoger bidones de la cuneta. Más de medio pelotón utiliza productos de esta marca. En la presentación nos hicieron particular hincapié en su nuevo rodillo Drivo, capaz de simular pendientes del 22%. La cuesta del garaje no volverá a parecer imposible.

De ahí pasamos a visitar la fábrica de Ridley. Me encantó ver de primera mano cómo cuidan los cuadros, cómo los ensamblan paso a paso y, sobre todo, cómo los pintan.

La combinación de colores retro que hacen para Lotto-Soudal, en particular, me parece la más bella del World Tour.

Es obvio que los cuadros están hechos en Asia. Por suerte o por desgracia, todas las marcas punteras los hacen allí. No obstante, sigue mereciendo la pena comprar sus productos. Primero, porque sus cuadros son la vanguardia; segundo, porque la marca es una garantía implícita y explícita. En la fábrica de Ridley hay un ejército de currantes ensamblando y otro pintando, más otro de mecánicos cuidando de que el producto sea perfecto. Cada mecánico finaliza unas 12 bicicletas cada día. Este colega, en particular, me contó que con algunas ‘cabras’ montadas con grupo electrónico llega a invertir dos horas de trabajo.

El catálogo de Ridley es muy, muy profundo: tanto como 50 modelos de cuadro con entre 4 y 7 tallas cada uno. Sabiendo esto, el bosque de horquillas que espera a espaldas de los mecánicos no parece tan frondoso, ¿verdad?

En cuanto a mí, tuve la ocasión de probar una Ridley Fenix SL. Es el híbrido del modelo ‘premium’ deportivo, Fenix, con el modelo ‘premium’ de alto rendimiento, Noah. Comparada con mi Cervélo S5, es una bicicleta muy ágil tanto para acelerar como para manejar. Estéticamente es bellísima. Con ella participé en la Amstel Gold Race cicloturista. ¿Queréis saber cómo me fue? ¡¡Mirad el Bicisport de julio!!

La siguiente presentación a la que acudimos fue de Gaerne, firma italiana de zapatillas para la bici llamada así en honor de su fundador [Erne]sto [Ga]zzolla. Curiosamente, en sus inicios fabricaban sólo botas para motoristas. Según nos contaron, es la única firma de zapatillas que produce íntegramente en Italia. Las zapatillas que nos regalaron, Gaerne Stilo, valen 349€. Y se nota por qué. Estéticamente estoy enamorado de ellas desde que las cogí por primera vez. Son cómodas al uso, y quitarlas es muy sencillo gracias a un sistema de liberación rápida culminado con un velcro de sujeción. Dicen que el 90% de los consumidores de Gaerne repite compra. Yo tengo claro que, cuando estas mueran, me compraré unas iguales.

La siguiente visita era la que, personalmente, más ilusión me hacía: BioRacer. Como buen hipster e hijo de zapateros, soy un amante de la moda. Me encanta la ropa. En mi cajón de la bici hay conjuntos de varios equipos que o bien corren en categoría Continental o bien ya han desaparecido; uno de ellos, una equipación BioRacer de Euskaltel que me encanta y, tres años de uso intenso después, continúa intacta. Me gusta muchísimo la marca y su máxima de “el hombre es la medida de todo”, reflejada en su logotipo.

Así se imprimen los sueños, que diría aquel. Luego se estampan en piezas de la tela que corresponda…

… Y se cosen para producir la ropa que medio millón de ciclistas vestimos según los cálculos de la empresa. 18 millones de euros factura BioRacer cada año, con 110 personas currando a diario en la fábrica durante temporada baja.

Una última curiosidad: las badanas. Hay mil tipos. En la fábrica hay una especie de potro de tortura para probarlas y comprobar que están correctamente fabricadas. Lástima que no tenga vídeo, porque era digno de ver cómo las retorcía del derecho y del revés aquella máquina asesina.

La siguiente presentación venía de Nueva Zelanda. Se trata de RevBox, un rodillo con un sistema alucinante que aprovecha la resistencia del aire. Aunque su dureza es ajustable, lo cierto es que resultaba tremenda. Según nos contaron, los velocistas de Lotto-Soudal (André Greipel y compañía) lo utilizaban para entrenar su potencia. Me lo creo.

El último paseo del día fue Flanders BikeValley. Se trata de un proyecto público-privado iniciado en 2014 para consolidar el papel de Flandes como meca del ciclismo mundial, tanto a nivel deportivo como tecnológico. Ridley, BioRacer o Lazer son socios fundadores junto a varias instituciones y consorcios. Sus instalaciones sirven de incubadora para nuevos proyectos y albergan un túnel de viento.

Dicho túnel de viento es una pasada. En él estuvo Tony Martin, tres veces campeón del mundo contrarreloj. Descubrieron que la postura de sus hombros generaba una zona de baja presión que aumentaba su resistencia aerodinámica y, con ello, le ralentizaba.

Según nos explicaron, una sesión de una hora en el túnel de viento cuesta 500€. A cambio obtendréis la postura más aerodinámica de vuestra vida.

Ahí acabó nuestro día de visita al lugar donde se fabrica el ciclismo. Al día siguiente, sábado, tuve la oportunidad de experimentar la Amstel Gold Race cicloturista. Pero eso es otra historia que ya descubriréis en Bicisport…