Wilier Triestina es una de las marcas de bicicletas más longevas que aún siguen en activo. En 1906 Pietro Dal Molin inauguró en Bassano del Grappa (Italia) un pequeño taller de soldadura para construir cuadros y horauillas, y tras más de un siglo de existencia -incluyendo un paréntesis entre 1952 y 1969- podemos seguir considerándola una de las firmas más avanzadas, adaptándose a las demandas de los ciclistas más exigentes.
A lo largo de su historia, Wilier siempre ha apoyado la competición, desde los éxitos de Fiorenzo Magni en la época protagonizada por la rivalidad entre Coppi y Bartali, pasando por equipos míticos como el Brianzoli, Brescialat, Mercatone, Liquigas, Lampre, Gerolsteiner, Cofidis... hasta la actualidad patrocinando a la escuadra Astana Pro Team. Orgullosos de su pasado, Willier también dispone en su catálogo del modelo Superleggera, con cuadro y horquilla en tubería de acero unida con racores y su característica tonalidad cromovelato ramato -color cobre lacado-.

Basada en la Cento10PRO, que a su vez es una actualización de la Cento10AIR presentada en 2018 para celebrar el 110 aniversario de la marca, la versión SL que hemos puesto a prueba difiere de la PRO en el uso de fibra de carbono de un módulo inferior, mejorando la absorción -sin dejar de la lado la rigidez- y, sobre todo, rebajar el precio final, pero a costa de incrementar el peso -200 g en el cuadro y 50 en la horquilla- respecto al modelo superior. También, con el mismo resultado, prescinde de la potencia y manillar integrados, montando los dos componentes por separado; y el PRO ubica la centralita de los grupos Di2 en el tubo diagonal. Por lo demás, son estéticamente iguales.
Las formas del cuadro y horquilla -junto a la tija de sillín y el manillar- siguen las líneas actuales de un diseño enfocado a la aerodinámica con perfiles truncados y tirantes anclados bastante por debajo de la unión del tubo horizontal con el vertical. Todos los cables y fundas van guiados por el interior del cuadro excepto en el tramo desde el manillar a la potencia, aunque queda bastante disimulado y, a cambio, el ajuste de la altura del manillar -quitando o poniendo arandelas sobre la dirección- es rápido y sencillo respecto a si discurriesen por el interior al 100%.

Está disponible en nada menos que 19 opciones de montaje -10 para frenos de disco y 9 a la llanta- y cuenta con la posibilidad de adquirir por separado el cuadro/horquilla junto a la potencia, manillar y tija de sillín. La versión básica, montada con Shimano 105 y ruedas Shimano RS100 con frenos tradicionales y cambio mecánico, está disponible a partir de 2.700 euros. Podemos elegir entre dos combinaciones de color: rojo brillo con detalles en negro -el elegido para el test, que llamó bastante la atención- y negro/rojo en acabado mate.

La versión analizada -tope de gama para discos junto a la equipada con un SRAM Force Etap- monta, además del más que probado grupo Shimano Ultegra Di2 electrónico, componentes que nos sorprendieron por su calidad y diseño. Un ejemplo son la tija de sillín, el manillar y la potencia, los tres fabricados por Ritchey en colaboración con Wilier; o el sillín Selle Italia SLR Boost Kit Carbonio Superflow, que sigue la tendencia de modelos compactos con canal central, muy ligero y uno de los más cómodos que hemos probado hasta la fecha.


El diámetro de los discos -160 mm delante y 140 mm atrás- es la combinación más lógica para lograr una frenada potente y progresiva; pero los platos 50-34 nos parecieron poco acertados, hubiésemos preferido la combinación 52-36 para no quedarnos con ganas de bajar una corona más en los descensos o cuando rodamos en grupo a alta velocidad en el llano. Para compensar los dos dientes más del plato pequeño, la solución pasaría por montar un casete 11-30, con la desventaja de un mayor salto entre coronas.


Las ruedas, elaboradas junto a Miche, tienen llanta de carbono con un perfil todo uso de 38 mm, una anchura interna de 17 mm -por debajo de la media respecto a otras marcas-, un peso total verificado de 1.690 gramos y una construcción que da prioridad a la comodidad frente a la rigidez lateral. Son compatibles con cubiertas sin cámaras, de serie nuestra Cento10SL equipaba unas Vittoria Corsa Tubeless de 25 mm, muy ligeras y buenas rodadoras, aunque algo propensas a los pinchazos en su versión para cámara. Gracias a la escasa anchura interna de la llanta las cubiertas mantuvieron la medida indicada y aumentaron solo 1,5 mm en anchura tras el montaje e hinchado a la presión adecuada. Los pasos de rueda admiten cubiertas de hasta 28 mm.


Su carácter podemos definirlo como competitivo, pero sin llegar a los extremos de los modelos de otras marcas con ángulos de dirección de 73º -o incluso más- y altura del manillar respecto al pedalier -stack- muy reducidas. Nuestra Cento10SL en talla M tiene 72,5º de dirección y 536 mm de stack, unas cotas bastante acertadas para quienes busquen un alto rendimiento, pero siempre bajo control.


El test incluyó las rutas habituales por carreteras de todo tipo, pero la pandemia nos impidió participar en alguna marcha granfondo o carrera máster, aunque a la hora de exprimirla en cambios de ritmo no echamos en falta la rigidez de modelos con fibras con un módulo superior. En cuanto al diseño aero del bastidor, es difícil percibir subjetivamente una diferencia respecto a otro convencional, pero la mejora existe y siempre será una ayuda a nuestro favor.

El diseño y construcción del cuadro -por el tipo y disposición de las capas de carbono- junto, aunque en menor medida, a las ruedas, consiguen filtrar buena parte de las irregularidades del asfalto, evitando que los puntos de apoyo en la bicicleta -manos, pies y trasero- sufran adormecimientos o dolor.
Uno de los apartados de la ficha técnica al que más importancia solemos dar -junto al precio- es el peso. En el caso de la Cento10SL este no llega a los 8 kg -sin pedales y en talla M-, una cifra que quizá algunos puedan considerar elevada. No estamos de acuerdo. Con un diseño aero, grupo electrónico con frenos de disco, ruedas de perfil medio... es difícil bajar ostensiblemente esa cifra sin tener que desembolsar a cambio varios miles de euros más. Sin salir de la familia Cento10, el modelo PRO rebaja en 350 g el peso total de la SL a cambio de 1.300 €. Que cada cual decida si le compensa la diferencia o no.


Ficha técnica
Cuadro/horquilla: Carbon Monocoque NH-Mod
Tallas: XS, S, M, L, XL, XXL
Colores: Negro/rojo mate, rojo/negro brillo
Bielas: Shimano Ultegra, 50/34
Desviador: Shimano Ultegra Di2
Cambio: Shimano Ultegra Di2
Mandos: Shimano Ultegra Di2
Cadena: Shimano Ultegra
Ruedas: Wilier NDR38 KC, Carbon Disc
Casete: Shimano Ultegra, 11-28
Cubiertas: Vittoria Corsa Tubeless, 25 mm
Frenos: Shimano Ultegra, discos 160/140 mm
Manillar: Barra SL by Ritchey
Potencia: Stemma SL by Ritchey WCS
Tija: Cento10 SL by Ritchey
Sillín: Selle Italia SLR Boost Kit Carbonio Superflow
Peso: 7,880 kg (talla M, sin pedales)
Precio: 5.600 €
Distribuidor: Wilier Triestina, shop@wilier.it
Web: wilier.com
Geometría
(Talla M)
Tubo horizontal: 541 mm
Reach: 387 mm
Ángulo de sillín: 74º
Ángulo de dirección: 72,5º
Tubo vertical: 500 mm
Stack: 536 mm
Vainas: 405 mm
Entre ejes: 982 mm
Tubo de dirección: 138 mm