“Borrón y cuenta nueva”. Así comienza a hablar Ane Santesteban, como si también la entrevista fuera un nuevo punto de inflexión, un nuevo comienzo, un nuevo todo. La ciclista vasca ha comenzado este mes de noviembre de la mejor manera posible: “Ya entrenando con normalidad”. Eso para ella es la primera gran victoria de la temporada, aunque no vaya a aparecer en ningún palmarés. En agosto del 2015, Ane se colgaba a la espalda el dorsal en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro como la única mujer que representaba a la Selección Española, todo un hito. Pero desde entonces la mala suerte la ha acompañado. “Salía de una y entraba en otra. Y la de marzo fue ya…”.
“La de marzo”, como ella la define, fue la tremenda caída, o atropello, o ‘nosesabequé’ que la hizo terminar tirada en una cuneta, inconsciente, de Rentería, su pueblo, cuando se disponía a salir a entrenar. Con un fuerte golpe en la cabeza, pero descartando lesiones graves, Ane, tras varios días ingresada, volvía a casa, aún con la investigación abierta y sin saber qué le había provocado la caída. Su bicicleta estaba apoyada en unos arbustos, fuera de la carretera pero nada más se sabe. “En la recta anterior hay cámaras y se me ve cómo voy yo sola por la carretera, perfectamente por la esquina. Pero luego pasé una rotonda y en la siguiente recta, donde me pasó, no hay cámaras. Era dentro del pueblo y los municipales han investigado pero no se sabe nada”.
Ane tampoco recuerda nada. El accidente le provocó una fuerte laguna en la mente. “Me dijeron que el día antes había estado en el cine pero no me acuerdo de nada. Le pregunté a la persona con la que fui qué película habíamos visto, para ir recordando, pero me decía que no me gustó, que era muy mala”. Afortunadamente, “poco a poco me van viniendo cosas y eso para mi es súper importante. Un día estaba mirando cosas en la ‘tablet’ y vi una película. Supe que era esa la que habíamos visto”.
Su neurólogo fue claro con ella: “Me dijo que necesitaría un año para recuperarme. Pero empiezas a encontrarte bien, hice rodillo y empecé a salir a la carretera. Eso me creó ilusiones. Olvidas lo que te ha pasado”. Pero desde el primer momento, las sensaciones no fueron buenas. “En el rodillo me di cuenta de que no iba bien. Tenía la sensación de que en mi vida había andado en bici, que era algo nuevo para mi”. El primer día que salió a la carretera “tuve que coger el coche para ir a una carretera llana y sin tráfico porque no podía subir ni repechos. Se me cayó el mundo encima”.
Su padre le animaba: “me decía que me veía igual montada en la bici, pero las sensaciones eran de no haber andado en mi vida. Llevaba 100-120 vatios cuando mi umbral son bastantes más. No podía coger ni las curvas”, revela.
Y aunque volvió a la competición apenas semanas después del accidente, Ane sintió miedo. “Miedo de no volver a ser ciclista, porque salía a andar en bici y veía que no tenía fuerza. Muchas veces he pensado que no podría ser la misma. Y eso asusta, porque piensas, ¿y ahora qué hago? ¿cómo encamino mi vida? Tengo la suerte de seguir estudiando, me estoy preparando para el futuro”. Cuenta que “hubo un momento que tuve que pedir ayuda, porque la necesitaba. Ha sido muy duro, sobre todo psicológicamente”. Dolor de cabeza, visión borrosa y mareos.
La solución se la dio el tiempo y el descanso. A principios de septiembre, Ane ponía fin a su temporada. “Decidí escuchar a mi cuerpo y a los profesionales. Por primera vez en mucho tiempo, no solo le escuché, sino que he decidido hacerle caso y darle lo que necesita; descanso, cuidado y mimo”. Se fue de vacaciones, olvidó la bicicleta y ha vuelto con las pilas cargadas. “Ahora ya tengo mejores sensaciones encima de la bici y esos dolores de cabeza y los problemas en la vista ya no los tengo. El médico me ha dicho que está todo bien”.
Así ha comenzado su pretemporada en este mes de noviembre, “entrenando con normalidad”, cuenta, “y con muchísima ilusión”. Lo único que pide es “un poco de suerte, que este año no me ha acompañado”. No se pone objetivos de rendimiento. “Me gustaría volver a ser la misma Ane que antes del accidente. Con eso me conformaría. Claro que luego siempre quieres más pero eso me hace superarme”.
Las tres mejores ciclistas españolas de la actualidad, Mavi García, Ane Santesteban y Sheyla Gutierrez -de izquierda a derecha-, junto a nuestra compañera Ainara Hernando.
Capítulo a parte merece su equipo, el Ale Cipollini, que desde el primer momento del accidente la apoyó totalmente y nunca la dejó sola. “Cuando me desperté en el hospital, el director del equipo. Fortunato Lacquaniti, me mandó un mensaje y me dijo, Ane, no te preocupes que para el año que viene tienes contrato. Él sufrió un accidente similar y me comprendía. Eso me dio mucha tranquilidad. Me dijo que me recuperara como persona antes de nada y, cuando fuese así, ya pensaría como ciclista”.
La confianza que depositaron en ella se la ha devuelto, y Ane seguirá corriendo un año más en el conjunto italiano, con una gran lección aprendida del duro golpe que sufrió: “Que vivas día a día como si no hubiese un mañana. No pienses más allá, simplemente disfruta porque no sabes cómo te va a ir la vida”.