Aquí, donde empezó todo - Os descubrimos a Marc Soler

Marc Soler debuta en el Tour de San Luis, igual que hace un año, donde empezó su brillante primer año como profesional que le llevó a ganar el Tour del Porvenir.

Ainara Hernando desde San Luis (Argentina)

Jóvenes talentos
Jóvenes talentos

De pequeño, a Marc Soler lo único que le interesaba de verdad era divertirse. Tenía diez años cuando empezó a darse cuenta de que aquello de estar bajo los palos protegiendo una portería de los goles del equipo contrario estaba convirtiéndose en algo demasiado serio para lo que él quería que fuesen los fines de semana de partidos y paradas. “Ya como que quería sacar al Messi de turno”, recuerda. “Exigían mucho”. Eso no era para él. “Yo iba a pasármelo bien”, como había hecho siempre. Entre semana chapoteando en la piscina en las clases de natación y cuando llegaban los sábados, entre cuerdas y trepando paredes de roca junto a sus padres, que habían sido escaladores y contagiaron a los hijos de su pasión. “Antes de que aprendiéramos a andar, mi hermano Pol y yo ya habíamos recorrido las zonas más frecuentadas por los escaladores”, recuerda.

A la par que hacía de arquero apareció por casa una BTT. La primera bici jamás se olvida. “A veces salía con mis tíos y con mi padre”. Y cuando se empezó a hartar de esa presión que ejercían sobre él y sus compañeros en el equipo, “mi amigo Albert Florensa, que también había jugado conmigo a fútbol me dijo que probara con el ciclismo, que me lo iba a pasar bien”. Así fue. Marc se acercó ese fin de semana al polígono industrial de su Vilanova i la Geltrù donde entrenaba el Velosprint, “y sin darme cuenta en pocos días pasé de dar vueltas de prueba con una bici prestada a correr mi primera carrera en Los Pallaresos”.

Aquello lo enganchó por siempre. “Llegué allí, di cuatro o cinco vueltas porque era infantil y no había más, y al acabar nos sacaron merienda para todos. Me lo pasé muy bien y eso era lo que buscaba”, reconoce. “Hacía dos días a la semana de bici y ya estaba con ganas de que llegara el sábado para ir a la carrera que tocase”.

Así, poco a poco, año a año, Marc fue creciendo –en todos los sentidos, lo atestigua su metro 86 cm de altura-, haciéndose adolescente en el CC Mollet primero y en el Huesca la Magia después y hombre en el Lizarte. “Mis tres años de aficionados los pasé allí, junto a Manolo Azcona. Me cuidaron mucho y me trataron muy bien. Aprendí de los compañeros y trabajé para los mayores…hasta que llegó el momento de que trabajaron para mi”. En su último año como sub23, sus seis victorias abalaron el salto de categoría de uno de los ciclistas más prometedores del panorama. Apenas unos meses después, en enero del 2015 se ponía su primer dorsal como ciclista profesional.

Nuestro porvenir

Fue aquí, en el Tour de San Luis a donde Marc vuelve, un año después. Argentina fue el punto de partida de un año mágico que ha instalado al catalán en la cima de los ciclistas con más futuro y, por ende, en el relevo más brillante que el ciclismo español podría tener gracias. Y no, no solo fue el triunfo en el Tour del Porvenir donde aguantó estoicamente los envites y se impuso con total autoridad superando sus propios límites y haciéndose grande frente a ellos. Fue su excelente prestación en la Volta a Cataluña en marzo, su demostración de fuerza en la Klasika de Amorebieta en abril, donde se convirtió en pieza clave para el triunfo de su compañero José Herrada y donde acabó sexto, fue su 26º puesto en la general de la Vuelta a Burgos y sobre todo, fue su rápida y estupenda transición a la categoría profesional.

“Me he adaptado al ritmo de carrera, que es muy diferente al que hay en amateur. Antes, cuando corría en amateur, los puertos eran de tres kilómetros. Cortos y muy explosivos. He mejorado los ritmos, en ir al ‘tran-tran’, subiendo, que al principio cuesta adaptarse y parece que no, pero vas sufriendo y al final acabas petando”. Eso, explica Soler, tímido y callado en el primer contacto pero con una corrección y respeto al hablar exquisitos que le aleja de los 22 años que cumplió el pasado mes de noviembre “eso es lo que más he mejorado. Si antes era tres kilómetros los que aguantaba, luego fueron cinco, después siete… y en el Porvenir eran puertos como en el Tour y terminaba delante, me sentía cómodo”. Otra cosa que, sabe, debe aprender, es a calmarse. “Soy muy tranquilo pero en carrera me pongo nervioso, no sé estar quieto. A la hora de ir en carrera debo cambiar eso, muchas veces, de salida salta un corredor y ya estoy ahí”.

Al cuidado del Movistar

Marc Soler sigue divirtiéndose. Como el primer día. Y eso es lo que pretende seguir haciendo por muchos años. Sabe que tiene que mejorar aún muchos aspectos, “como cuando se ponen a subir por ejemplo, y si ahora me descuelgo, por decir un número, el 50, pues tengo que lograr quedarme el 30 o el 25. Estar más con el grupo de favoritos”. Ese camino lo va a pedalear al abrigo del mejor equipo del mundo. El Movistar lo cuida y mima como nadie. “Mi calendario este año será muy parecido al del año pasado, con unos sesenta días de competición. En amateur sumé unos 22.000 kilómetros por temporada, el año pasado ya fueron entre 28.000 y 29.000 entre entrenamientos y competición”, explica. Por eso, “después del Tour de San Luis no volveré a competir hasta el 20 de febrero. Y no tengo ninguna grande prevista. Me dan mucha tranquilidad y no me ponen nada de presión y yo voy con tranquilidad”.

Donde sí quiere lucirse es en la carrera de casa, la Volta a Cataluña. Ese es su objetivo, junto al de “seguir mejorando. No sé hasta dónde puedo llegar, voy a dar el máximo para verlo y aprovechar esta oportunidad que me han dado”, para así llegar a cumplir su sueño, “estar en la salida de un Tour de Francia”.

Sin aparcar los estudios

A su paso no tardará mucho en hacerlo realidad. “Pero estoy tranquilo y quiero hacer las cosas bien”, remarca. “No tengo prisa”. Su camino en el ciclismo es largo, por eso de momento, sus estudios en el Módulo Superior de Técnico de Actividades Físicas y Deportivas lo mantiene, pero a distancia. “Es complicado combinarlo todo pero sigo con él”, confirma.

De la generación de jóvenes ciclistas españoles que está llamada a dar el relevo a Contador, Purito y Valverde, de los Mikel Landa, Omar Fraile, los hermanos Izagirre o los Herrada, Soler, dice “no me veo por encima de nadie. Todos son grandes nombres y aún me queda mucho. Quiero hacerme como corredor y ver hasta dónde puedo llegar. No me quiero comparar con nadie”. Aunque sus referencias y espejos los tiene claros: “Antes, siempre era Indurain y ahora Nairo y Valverde”.

Al amparo de ellos seguirá creciendo Marc Soler este 2016 que mañana empieza con la crono por equipos que abre el Tour de San Luis, el mismo lugar donde empezó a escribir su historia como ciclista profesional. “Y tengo nervios. No son los mismos que el año pasado, pero un poco sí, por saber cómo estoy. Tengo aún más ganas del año pasado por empezar, de seguir progresando y ver hasta dónde puedo llegar”. Y de seguir divirtiéndose como cuando empezó a dar pedales y abandonó la portería de un equipo de futbol. Al fin y al cabo, de eso se trata esto del ciclismo.