Hay pocos países que le queden por recorrer a Víctor de la Parte encima de una bicicleta. Taiwan, Rumanía, Bulgaria, Austria, Algeria, Portugal, China… él viene de ese ciclismo. El que apenas existe. El que suele ser la última meta para aquellos que se resisten a dejarlo a pesar de las evidencias. Pero él no. Aguantó. Cabezonería. Y también mucho de divertimento. El de esa sonrisa que casi no le cabe en su rostro afilado de lo enorme que es. Después de todo ese transitar por el desierto ciclista, el año pasado logró abrir la puerta a la élite del Movistar. Y parece que lleva una década en el seno de la escuadra de Eusebio Unzué por lo asentado que se siente.
Y es que todo lo que a Víctor le viene, siempre es positivo. Así de optimista es. Como para no. “Porque sé de dónde vengo. Vengo de estar corriendo en equipos polacos, griegos... vengo de estar diciendo todo el día que sí ¡y no entendía nada!”. Ahora valora todo lo que tiene. “Aparte de valorarlo porque estás en un equipo que no te falta de nada, es que debes dar gracias. Yo vengo de pasar miseria, de ver lo que es la miseria. Y nunca he dicho que vaya mierda dónde estoy. Siempre he estado contento y he disfrutado. Pero es como si estás en la Fórmula 1 con un Peugeot”, explica.
Por eso ahora “que voy a cumplir 32 años tengo la ilusión de un chaval de 24 y eso es muy productivo para mi”. Con un año menos hizo su primera grande, el Giro de Italia del año pasado. “Era uno de mis sueños, poder correr una grande y especialmente el Giro. Fue lo primero que pedí al entrar en Movistar. Disfruté muchísimo y este año voy a repetir”, adelanta el vitoriano.
Pero Víctor viene de mucho más atrás. El chaval que trabajó en el Decathlon y en la fábrica de utensilios de afeitado Lea. “Estuve en total cinco meses, justo cuando empecé a correr en Azysa. ¡Eso sí que fue miseria! Ahora cada vez que veo al encargado de la fábrica me dice que fui listo y logré escapar. Eso sí que es duro, Pienso muchas veces en meterme en un trabajo con turno partido y me muero. ¡A mi me metes en cuarenta metros cuadrados y me pego un tiro! Tenemos la suerte de trabajar al aire libre”.
Él se amarró a aquello. Víctor es el chaval que se apuntó al gimnasio k2 de Vitoria y, medio en broma medio en serio, se juntó, porque su simpatía es como un poderoso imán, atrae, al grupo de cicloturistas que en invierno se refugiaban entre cuatro paredes y máquinas y, medio en broma medio en serio, empezó a seguirles, a apretarles, a ganarles. Aquello le gustó y probó a entrar en un equipo amateur. De ahí al Caja Rural, el Tableware griego, el Efapel portugués, el Vorarlberg austriaco, el CCC polaco y, finalmente, el Movistar. Un largo recorrido con un final feliz. “Hay que ser valiente para hacerlo, ¡yo ya venía un poco espabilado! Porque si no, no hubiera salido a flote”.
Primero el Giro... ¿y después la Vuelta?
Ahora vive en la otra parte del ciclismo. Es fácil acostumbrarse a que te lo den todo hecho. “Una de las cosas que me repito siempre es, no caigas en la tontería esa de decir que esto es una mierda, son comentarios que se oyen a nivel World Tour, quejarse de alguna carrera. Vete a correr a Argelia y me dices lo que es una mierda”, dice. Ahora solo se tiene que preocupar de dar pedales. “Yo estaba acostumbrado a comprarme las cosas, como las barritas. Aquí todo es diferente, es muy grande que te lo den todo hecho pero no te puedes acostumbrar, si no valorar lo que los auxiliares hacen por nosotros, no puedes ir a casa y quejarte porque tienes que preparar la comida. Yo sé lo que es trabajar, cobrar mil euros. Y no nos podemos quejar por nada. Estar en la bici es duro, pero lo de fuera no es mejor”.
Cree Víctor que haber empezado más tarde, haber llegado también a la élite con una edad más madura es una ventaja: “Escucho a gente que dice que quiere saber lo que es la vida después de la bici, porque la que tienen siendo ciclistas es muy limitada. Vives en un submundo. Yo ahora estoy todo el año concentrado porque todo eso ya lo he vivido y no es algo que me llama. Sé lo que hay fuera”.
Por ahora quiere permanecer ‘dentro’ un buen tiempo. Y méritos está haciendo. Después de un primer año en Movistar en el que sorprendió a propios y extraños, especialmente en una notable primera parte de la campaña, en mayo realizó su sueño de correr el Giro y volverá a verlo hacerse realidad este 2018. “Haré más o menos el mismo calendario del año pasado, pero quizá incluyendo la Vuelta a España”. Ha debutado en la Vuelta a San Juan, después correrá en Colombia y también hará la Tirreno y la Vuelta al País Vasco antes de la ‘corsa rosa’.
En ella podrá disfrutar de una determinada libertad al destinar Movistar a sus tres grandes líderes al Tour y a la Vuelta. “Habrá oportunidades para todos, igual algún día puedo probar una escapada”. Al 2018 le pide “hacer lo que hice el año pasado pero un poco más metido en el equipo, establecido en la dinámica. Quiero trabajar para los líderes y seguir demostrando lo que valgo”.
Y entre esos líderes está su paisano Mikel Landa, recién llegado al Movistar. “Creo que encaja bien en este equipo, se le adapta al cien por cien. Eusebio confía mucho en él y pienso que a partir de ahora vamos a ver al mejor Mikel”. Y no cree que vaya a producirse un choque de trenes con Nairo Quintana. “No va a haber ningún problema. Los dos están interesados en que el equipo gane. Eusebio ha hecho un equipo con tres grandes muy grandes. Para ganar el Tour”, concluye.