HASTA LOS 13 AÑOS ME GUSTABA EL FÚTBOL. Se me daba muy bien. Mis padres no querían que lo dejara porque se lo pasaban fenomenal viendo mis partidos. Llegué a jugar en el Lodigiani, vivero de la AS Roma, mi equipo de siempre. Llevaba el número 7 y era extremo derecho porque Cristiano Ronaldo era mi jugador favorito. Sin embargo, había algo dentro de mí que me pedía ser ciclista. De un mes para otro, renuncié al balón y me centré en la bicicleta. NO FUE FÁCIL HACERME CICLISTA EN ROMA. Hay muchísimos coches y no tanta pasión por la bici como en otros lugares. Soñé con llegar a ser ciclista porque tanto mi padre como mi tío habían sido profesionales y mi familia me apoyó muchísimo. Como había poca competición en la región del Lazio, cada fin de semana íbamos a Lombardía, Véneto... y mis padres devoraron kilómetros de coche para que creciera como ciclista. Lampre me hizo una prueba como juvenil y me firmó un precontrato para pasar a profesional. Como amateur ya me mudé a Toscana durante la temporada. MI PADRE FUE PROFESIONAL EN LOS TIEMPOS DE SARONNI. Ganó el Giro d'Italia amateur y en ocho años como profesional siempre ejerció de gregario. No hay muchos recuerdos de su vida deportiva en casa, apenas fotos. Los trofeos, maillots... se quedaron en casa de mi abuela. Él es una de las personas más humildes que conozco, una cualidad que me encanta y creo que he heredado. No obstante, para ser ciclista profesional hay que ser un poco arrogante. Si eres demasiado sencillo, empezarás todas las subidas el último del pelotón. Es necesario ser, al menos, listo y despierto. PIPPO POZZATO NO ERA UN CICLISTA. Corrí dos años con él y era un auténtico personaje. Son necesarios tíos como él para atraer la atención del público. En el ciclismo no hay tantos como en el fútbol porque el esfuerzo tan enorme que requiere te hace más reservado. CUANDO ERA PEQUEÑO APENAS SEGUÍA EL CICLISMO. Sólo me llamaba la atención Pantani. Lo veía con los ojos del aficionado que no estaba demasiado interesado en este deporte. Desde que ando en bici, el que más me ha emocionado es Alberto Contador. Coincidimos alguna vez en carreras y apenas intercambiamos cuatro palabras: "¿Cómo va?" "¿Todo bien?" Los dos primeros años me daba hasta vergüenza hablar con él. POR ELECCIÓN PROPIA, NO DISPUTO GENERALES. Me he dado cuenta de que está muy lejos de mis posibilidades ganar una gran vuelta. Tal vez llegando en plena forma puedo ser 10º u 8º. Y eso no cuenta para nada. No recuerdo quién acabó 9º el Tour de Francia. En cambio, sí tengo presente quién ganó una etapa o vistió el maillot amarillo. Disputar la general para buscar el puesto no sirve de nada a menos que forme parte de un proyecto a largo plazo. El problema principal es que, cuando disputas ese puestito, no aportas nada al equipo. Haces lo tuyo y no tiras en el pelotón, no buscas la fuga, no subes bidones... Valerio Conti, en una imagen de la Vuelta a España 2019. Foto: Dario Belingheri (Bettini Photo) DE ROSA EN EL GIRO DE ITALIA. Fue el momento más bello de mi vida. La maglia rosa es lo más bonito del mundo para un ciclista italiano. Conseguirla me generó las emociones más intensas que recuerdo. Ha sido la consecuencia de muchos años de crecimiento físico y, sobre todo, mental. Espero volver a sentirme así de fuerte en el futuro. En La Vuelta he tenido malas sensaciones porque, justo después del Giro, estuve un mes absolutamente parado a causa de un forúnculo en el perineo que me partió la temporada. En este nivel, donde un 3% menos se nota muchísimo, me ha penalizado bastante. ME SENTÍ FELIZ CON LAS VICTORIAS DE POGACAR. No tiene la cabeza propia de un ciclista de 20 años. Es fuerte físicamente, sí, pero lo que marca la diferencia es su mentalidad. Nunca tiene problemas. La mayor parte de las personas pensamos cosas negativas en determinados momentos. Él, en cambio, sabe vivir bien, con la mente libre, sin decirse cosas negativas. Eso, en una gran vuelta, le ayuda a recuperar muy bien de los esfuerzos. Todos los hombres que disputan generales que he conocido cuentan con esa cualidad de saber desconectar, aunque nunca había visto uno como él: tan joven y con esa mentalidad. En La Vuelta hay ciclistas igual de fuertes que Tadej, o más, que acabarán por debajo de él por una cuestión de cabeza. NO RECUERDO CÓMO SER UNA PERSONA NORMAL, SIN CICLISMO. Gracias a la bici he evolucionado muchísimo como persona. Sobre todo este año, he entendido cosas que igual hubiera necesitado diez años más para comprender siendo una persona normal. Eso sí: me queda mucho por mejorar porque, aunque lleve varias temporadas de profesional, sólo tengo 26 años. En realidad, me siento más cómodo hablando con personas de 35 que con la gente de mi edad. Me relaciono mejor con aquellos que se interesan por cosas trascendentes. HAGO COSAS MUY DIFERENTES EN MI TIEMPO LIBRE. Sobre todo, me encanta salir con mi novia y con mi perra, una pinscher que siempre está en casa y estamos criando como si fuera una niña pequeña. También me gusta pescar y participar en competiciones de karting, e incluso salir por el barrio a tomar una cerveza con mis amigos. LEO MUCHÍSIMO. También suelo ver bastante cine, más bien de tipo comedia: esas películas que pueden parecer estúpidas, pero que esconden un trasfondo porque quienes mejor saben hacer reír suelen ser las personas más inteligentes. En cuanto a lectura, desde este invierno me he puesto a tope con la psicología porque me fascina aprender cómo funciona la mente humana. En La Vuelta he estado con un libro de Anthony Robbins, uno de los coach más famosos del mundo. A Pogacar, por ejemplo, lo veo con los ojos de todo lo que he leído... y te puedo asegurar que él no sabe por qué razona así, pero razona fenomenal.