Egan Bernal: "La vida va más allá de una carrera"

Cuando Egan Bernal dobla la esquina en dirección al lugar acordado para la cita, a la hora programada con una puntualidad inglesa contagiada, seguro, por el INEOS Grenadiers que tan bien le arropa, lo hace sereno, tranquilo y sonriente. En realidad, él siempre ha sido así. Ni ganar el Tour le agrió el carácter, ni le endiosó. Nada ha cambiado en ese gesto, pero todo es distinto. Él lo es. Ahora mira el día a día desde otro prisma, "porque la vida va más allá de una carrera de bicicletas". Estar a las puertas de la muerte te hace ver las cosas de otra forma y le das importancia a lo que realmente la tiene. Ese es Egan Bernal ahora, con toda la ambición de volver a ser el de antes porque quiere lo que le falta, una Vuelta a España, pero celebrando cada día su mayor victoria: seguir vivo. A corazón abierto. El corredor del INEOS Grenadiers durante la conversación que mantuvo con Ainara Hernando para Ciclismo a Fondo. DIVERSIÓN AGOTADORA - ¿Cuáles son tus sensaciones? - En La Vuelta fueron mucho mejores que en el Tour. Creo que en general, bien. Tras el Tour estuve bastante mejor de lo que esperaba en La Vuelta. Tuve miedo de llegar a la salida sin haber recuperado lo suficiente de la fatiga provocada por la ronda gala. La última semana estaba muerto, pero me divertí en la bicicleta. Terminaba las etapas y me decía a mí mismo: fue un buen día. Más allá del resultado, de estar en la fuga o no. - ¿Ahora te lo pasas bien en bici? - Siempre me he divertido, me encanta montar en bicicleta. Me gusta entrenar y exigirme, pero en las carreras es diferente. Cuando uno no tiene la condición y lo llevan a muerte, a tope, es totalmente otra historia. En el Tour me pasó eso. - ¿Recuperaste ese golpe de pedal en La Vuelta? - Sí. Disfruté mucho más encima de la bici, a cierto punto me sentía jugando, atacando, moviéndome, no estando siempre último y limando por todas las esquinas para poder terminar la etapa. - ¿Qué le pides al ciclismo en este momento? - No más caídas (ríe) ¡Ya estuvo bien de caerse! Simplemente disfrutar de lo que hago. Poder alcanzar un nivel en el que me sienta útil para el equipo y que de verdad marque la diferencia en una carrera. No quiero seguir en la posición de que si voy a una carrera no cambie mucho por mi participación. Me gustaría ser un ciclista que sea decisivo cuando está. No digo ganar, pero sí jugar un papel importante. Eso busco alcanzar. - ¿La vida te ha enseñado que hay cosas más importantes que hacer una buena carrera ciclista? - Sí, obvio. Lo que pasa es que cuando uno anda metido en este cuento, en el ciclismo, no digo que a todos les pase pero a mí sí me sucedía, que no hacía bien una carrera y sentía que se acababa el mundo. Nuestro estilo de vida es ese; todo gira alrededor del ciclismo. A cierto punto se entiende, pero la vida va más allá de una carrera de bicicletas. Después de todo lo que me pasó, uno lo comprende a las malas. Uno se cae, pero puede llegar al hotel, no le fue bien la etapa, perdió tiempo y parece que se cae el mundo. Y no. Hay una vida más allá de la bicicleta. Está la familia: la mamá, el papá, el hermano... hay alguien que está esperando y que no le importa si uno ganó o perdió, sino que llegue bien. A veces se puede pensar que soy conformista y no quiero dar esa sensación, pero sí resaltar el hecho de que todos los ciclistas, cada persona que estamos en el pelotón, tiene una vida, una historia. En algunas etapas del Tour y de La Vuelta lo he pasado realmente mal, sufriendo muchísimo. Miraba al resto de corredores que estaban al lado mío en las grupetas y me daba risa. Hablé con algunos y cada uno tenemos nuestra historia, un mundo diferente y llegamos al bus contando mil batallas. Eso me parece chévere. Feliz. Su cara durante una etapa del último Tour de Francia refleja la satisfacción que le sigue produciendo el ciclismo. - Eso antes no lo veías así. - No, claro. Yo estaba delante, a cierto punto quizá me quedaba un poco cortado, pero enseguida pasaba delante. Para mí era muy fácil. Ahora vivo un ciclismo totalmente diferente. No sé decirte si sufro igual, más o menos, pero la carrera se ve muy distinta. Desde atrás uno se fija en los que se la juegan y pienso... ustedes no saben la miseria que estamos pasando acá atrás (ríe). - ¿Te da envidia no estar ahí, donde sería tu sitio natural? - No, para nada. Desde el momento en que gané el Tour de Francia, aunque haya sido sólo uno, ya lo tengo. También el Giro. Y más allá de eso, de verdad que no lo veo como sentir envidia por ser Vingegaard, Roglic o quien sea si cuento con una familia que me quiere, unos amigos que son muy cercanos a mí. Mi novia, mi perro, mi casa. Tengo una vida en Colombia. Soy consciente de que soy una persona muy afortunada. Obviamente es mi trabajo y debo sacrificarme, salir cada día y entregar lo mejor de mí. Pero cuando llego a casa, tengo una vida más allá del ciclismo. - ¿Cuánto cambia la visión de la vida un accidente como el que te ocurrió a ti? - Muchísimo. Creo que igual antes tampoco estaba totalmente enfocado sólo a la bicicleta, pero sí que cambia. Por completo. El hecho de advertir que estás al otro lado y sobre todo ver el dolor que sintió mi familia, las personas que estaban a mi alrededor, eso es lo que más me tocó. Más que mi propio dolor o pensar que quizá no volvería a ser ciclista. Las personas cercanas sufrían a mi lado y eso me impactó mucho. - ¿Ver sus caras al mirarte? Sí. Mi mamá me cambiaba los pañales, imagínate. Yo con 24 años y ella cambiándome pañales. En cierto modo lo tomamos como un punto de reencuentro con ella. Y eso que siempre hemos estado unidos, he tenido una relación muy cercana con mi núcleo familiar, pero esto te une todavía más. Después de vivir algo así, que uno casi se mata, que la mamá tiene que cambiarte los pañales, el hermano darte de comer y que se hacen turnos para cuidarme en la noche, pues mira, si gano La Vuelta estaría muy bien, pero de lo contrario... estoy vivo. - ¿Sueles echar la vista atrás a ese día? - No, ya no tanto. Cuando me lo preguntan sí que me entra nostalgia, los recuerdos. Sin embargo, en el día a día ya hago vida normal. Esta es mi nueva realidad, tratar de volver a ese nivel que espero alcanzar. Que lo logre o no es diferente. Pero esa es mi motivación. Tocando el cielo. Se impuso en el Tour de Francia 2019, primer colombiano que lo conseguía, cuando sólo tenía 22 años. LA LUNA - ¿Lo ves factible? - Espero que sí. Para llegar a la luna hay que apuntar al sol. Y es lo que espero. Me levanto todos los días pensando en eso. Sé que necesito mucha paciencia y tranquilidad porque todo no lo voy a poder hacer en un día, pero espero llegar allá. Si no tuviera esa mentalidad, para mí sería muy complicado seguir aquí. Me diría ya estuvo bien y preferiría retirarme. Pero tengo la ilusión de que voy a mejorar, de que esto es un proceso. - ¿Qué es la luna? - Si tuviera que elegir una carrera para ganar sería la Vuelta a España. La gente me matará porque el Tour es el Tour, pero ese ya lo tengo. Para mí tiene más significado ganar las tres grandes que sumar tres Tours de Francia. En Colombia somos muy cercanos y sentimos mucha empatía con La Vuelta, por lo que significa para la historia del ciclismo colombiano esta carrera. - ¿Con qué disfrutas más ahora? - Siempre me ha gustado casi más el entrenamiento que las carreras. Lo llevan a uno tan a tope que ¡uy! Y sabes que las caídas están ahí, se va al límite, todos quieren rodar delante, todo el mundo arriesga más de la cuenta. Eso me da un poco de pereza. Incluso antes de la caída me gustaba mucho más entrenar. A veces el preparador me dice que debería hacer menos, pero del otro lado me gusta montar en bicicleta, completar salidas de siete horas con la grupeta y hacerlo superrápido. Vivir ese ciclismo agónico de llevarme al límite. - ¿Entrenas igual que antes de la caída? - Sí y no. Es la misma entrega y las mismas ganas de sufrir, pero digamos que cuando pasó todo esto fue como un apocalipsis. Lo que significaban siete horas de entreno era media hora con mi mamá pedaleando. La agonía era la misma. Todo eso ha ido mejorando, pero aún no tengo el nivel para completar tres o cuatro semanas de treinta horas empujando y dándole tan duro al cuerpo. No he disfrutado de la oportunidad de hacerlo porque este era el año en el que volvía a la normalidad y una vez debuté en Argentina vine con dolores en la rodilla durante un mes. Ahí me tocó entrenar suave y ya después llegaron las carreras. Gregario. Echando una mano a Geraint Thomas durante La Vuelta 23, no se le han caído los anillos por el cambio de rol. - Hablabas de 'pereza' cuando se arriesga más de la cuenta en las carreras. ¿Y miedo? - También lo tengo. Mucho. Y más que antes. A veces uno va a 60-70 km/h y se pegan unos bandazos... que pienso, pero si no hay necesidad. Y encima si uno frena más de la cuenta es peor porque te caes o haces caer a los demás. Todos tenemos que arriesgar lo mismo y hace que se vaya más rápido que antes. Las bicis son más aerodinámicas, las ruedas también. El pelotón va mucho más rápido. Yo también arriesgo, soy consciente de cuando lo hago. Y soy limador y estoy delante, pero con miedo. Pienso: no van a frenar, pero como nos caigamos... - ¿Cómo fue el primer día que saliste en bici después del accidente? - Los doctores que me operaron salieron conmigo, también mi mamá; unas diez o quince personas en total. Tuve que tomar mucho antidolorífico, me dolía todo más de la cuenta, pero estaba superfeliz de poder pedalear. Me dijeron que hiciese media hora y no paré hasta convencerles de estirarlo. Estuve en la bici como dos horas. Es de esos días que nunca se olvidan, la sensación de felicidad, de sentir el aire en la cara. Hasta ese momento estaba en una casa, sentado sin hacer nada, y llegó el día que ya dije: listo, hoy voy a salir aunque me lo prohíban. Era por mí. Me dolía todo y también después, pero aquello fue felicidad pura. - Sabes mejor que nadie lo que es el dolor. - El dolor que experimenté dentro de mí en el accidente no se lo deseo a nadie. Fue agónico porque fui consciente todo el tiempo. Tardamos una hora más o menos hasta llegar al hospital desde que sucedió y el médico del equipo me tuvo que aguantar porque lo trataba supermal. Le suplicaba que me diese algo para el dolor; sentía que moría. Él hizo su trabajo muy bien, le debo la vida. De no ser por él no estaría vivo, pero fue una hora en la que lo sentí. Cuando desperté después me acordaba de aquel dolor y ese recuerdo me acompañó los siguientes dos o tres meses. Se me revivía y podía volverlo a sentir. Cuando estaba en el suelo, el fémur estaba roto, desviado. Tuvieron que recolocarlo en mitad de la nada, en la carretera, para que no siguiese saliendo tanta sangre. Todas las costillas rotas, los pulmones que no podía respirar. Fue una locura. Conocía la zona; sabía que la ambulancia iba a tardar en llegar y que el hospital más cercano quedaba a media hora. No podía creer que iba a suceder todo eso, tanto tiempo que quedaba por delante y que tuviera que pasar por ello. Lo importante. Egan Bernal admite que un accidente como el que sufrió "te pone en tu sitio. Te das cuenta de lo que es importante". SEGUNDA OPORTUNIDAD - Y el proceso tan largo que vino después. - Mucho (respira, enmudece y piensa). De todo se aprende. No es bonito vivir algo así y quizá no suena bien, pero ahora lo veo como una buena experiencia de vida. Es la única forma que lo puedo ver, que pudo haber sido peor. Realmente no sé cómo sigo acá con el golpe que me di, con todo lo que me pasó. Era para haberme muerto y estoy vivo. Y por eso le doy gracias a Dios, que me dio una segunda oportunidad. - Estar aquí es un triunfo y por tanto hay que celebrarlo. - Mucha gente en Colombia, cuando me escribe o me habla, me recuerdan más por la caída y el proceso de superarla que he vivido que por haber ganado el Tour. Siento que la gente en general, no sólo el aficionado al ciclismo, siente mayor admiración y respeto por todo lo que me ha pasado, que es más inspirador que haber ganado el Tour de Francia. Es bonito saber que puedo ayudar a otras personas que lo necesiten. - Y mientras, la lección que nos has dado ha sido ponerte a disposición del equipo como un gregario más para subir bidones o lo que haga falta. ¿Te costó mucho cambiar de rol? - En lo deportivo estoy feliz con lo que he hecho. No quiero sonar conformista porque me sigo preparando para ser el mejor, pero ya he ganado un Tour y sé lo que es estar ahí. Trabajo para el equipo INEOS, que me ha dado muchísimo, todo. Me han apoyado y respaldado en este proceso, que no es fácil. Otros equipos no creo que lo hubieran hecho y ellos han respetado mi contrato, sueldo, todo. Imagínate, como para no hacer lo que haga falta para el equipo. Mantiene intacto su tirón. Firmando autógrafos a los aficionados en la salida de la sexta etapa de la ronda española. - ¿Crees que eres mejor persona desde que te pasó esto? - Creo que sí (ríe) Esto te cambia; no creo que antes fuese mala persona, pero te pone en tu sitio. Te das cuenta de lo que es importante. Entiendo a muchos corredores, especialmente los jóvenes, que todo el rato quieren estar delante, pero a cierto punto les digo: ¡Tranqui! Que nos vamos a matar. O por ganar una etapa se creen dioses. ¡Marica! Hay cosas más importantes en la vida. UNA CAÍDA A 70 KM/H Y UNA RESURRECCIÓN "Uno de los mejores años de mi vida" El 24 de enero de 2022, Egan Bernal volvió a nacer. Sucedió en una carretera en las inmediaciones de Bogotá. A 70 km/h y con todos sus compañeros del INEOS, a los que había llevado de concentración a su tierra. Altura y buen tiempo. Esa mañana, Bernal decidió entrenar la contrarreloj y salió con la cabra. Brazos en el acople, cabeza gacha, mirada al suelo. Un autobús se detuvo en la parada que le tocaba, pero Egan no lo vio. ¡Pum! Ahí comenzó una nueva vida para él. "Cada día desde que empecé la rehabilitación, la tarea principal era recuperar al Egan Bernal persona, no al deportista. Poder caminar, tener una vida normal". No fue consciente de la gravedad hasta que despertó en el hospital. "Los médicos me preguntaron si podía mover las piernas y me contaron lo que había sucedido. No pensaba que hubiese sido tan grave". En año y medio ha logrado volver al Tour de Francia y a La Vuelta. Y acabarlos. "He aprendido mucho de este proceso, ha sido uno de los mejores años de mi vida", resume, y eso que ha resultado "mucho más duro en el aspecto psicológico que en el físico". De principio a fin, incluso cuando volvió a montar en bicicleta. "Me sentí muy extraño. Cuando cogía velocidad me fijaba en el cuentakilómetros. Iba a 70 km/h y los primeros días no podía evitar pensar que era la misma a la que rodaba cuando me caí. Me acordaba de eso y tenía sentimientos encontrados", confiesa. PREDICE UN FUTURO ENORME PARA CARLOS RODRÍGUEZ "Va a ser uno de los mejores" No todos los ciclistas pueden decir que un ganador del Tour de Francia se ha puesto a tu disposición para protegerte, tirar de ti, darte consejos e incluso subirte bidones en tu debut en la ronda gala. Carlos Rodríguez gozó de ese lujo, bien merecido a la vista de sus resultados, con Egan Bernal. El colombiano no perdió un instante en ponerse al servicio del andaluz en el último Tour de Francia para brindarle toda su experiencia y saber hacer en el camino a ser uno de los más grandes en los próximos años. Así lo predice el ciclista de Zipaquirá. "Es un grandísimo corredor; va a ser uno de los mejores, de los más importantes en pruebas de tres semanas". Dice Bernal que lo ha visto "muy centrado. Hace las cosas bien, es joven y pase lo que pase de aquí en adelante ya logró algo muy importante en el pasado Tour. Creo que tras todo eso dará un gran paso en su carrera deportiva". Una carrera que por el momento les seguirá uniendo en INEOS Grenadiers, tras la ruptura del precontrato con Movistar Team por parte del ciclista de Almuñécar. Egan está encantado de continuar compartiendo equipo con él. "Voy a apoyarlo en todo lo que pueda", afirma. Un gregario de lujo. "Lo que está haciendo es impresionante; no se le puede pedir más", se deshace en halagos.

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