NO IMAGINO MI VIDA SIN EL CICLISMO. Ya de pequeños a mi hermano Apostolos y a mí nos encantaba montar en bici. Coincidió que había un club ciclista muy cerca de mi casa cuyos instructores nos ofrecieron varias veces apuntarnos y participar en carreras con ellos hasta que nos animamos. En mi primera carrera, con diez años, subí al podio. Eso me dio la motivación para no dejar de entrenar y competir nunca más. Eso sí: cuando estábamos en el SP Tableware y el equipo cerró, tanto mi hermano como yo nos resignamos a colgar la bici y nos pusimos a buscar trabajo. Apostolos encontró hueco rápido como monitor de gimnasio... y a mí me llamaron de China antes de que me apareciera otro curro. ¡Justo a tiempo! ERA MI OPORTUNIDAD. Para mi familia fue una sorpresa que me llamaran para competir en China, pero siempre me han apoyado y sabían que aquella podía ser mi manera de continuar siendo ciclista. Un amigo, Alex Shuan, me brindó una prueba para participar en una carrera local. Firmé un buen resultado y me ofrecieron un contrato con el Gansu Bank. A partir de ahí estuve cinco años en otros equipos de allí, el Ningxia Sports Lottery y el SSOIS Miogee. Conseguí muchos puestos de honor en los sprints y llegué a ganar dos etapas de la Vuelta al Lago Qinghai. VIVÍ CERCA DE LA GRAN MURALLA CHINA. Los primeros viajes a China fueron duros, porque me sentía muy lejos de mi hogar y lo echaba mucho de menos. Además, todo es muy diferente: la comida, las carreteras y la propia dinámica de competición. Por suerte, la mayoría de personas chinas con las que me he cruzado han resultado ser muy simpáticas y acogedoras. Solía residir en la región del Lago Qinghai; está a más de 2.000 metros de altitud y eso ayuda a rendir bien en las carreras. También pasé unos meses en una casa a las afueras de Pekín, muy cerca de la Gran Muralla China. Si pudiera elegir un sitio para vivir en China sería Shanghái, que es un poco como la Miami de allí. También me gusta Hainan, por el buen tiempo y por las playas. No obstante, si hay un lugar en el que podría pasar muchos años es Bali, en Indonesia. ¡Qué pena que allí sea imposible ganarse la vida como ciclista profesional! FALTA CULTURA CICLISTA EN GRECIA. Es una pena porque mi país lo tiene todo para sacar ciclistas: hay talentos, hay terreno, el clima es buenísimo... En los últimos años, la federación nacional se ha implicado a la hora de formar una selección para competir en el extranjero y además se han afianzado varias carreras UCI, como la propia Vuelta a Grecia. Ahora necesitamos que surjan equipos para que más personas dispongan de la oportunidad de ser ciclistas. En mi caso tuve la suerte de que, cuando acabé mi época como juvenil, existían varios conjuntos Continentales en mi país y pude dar el salto. Además hice mis pinitos en la pista, si bien siempre tuve claro que mi prioridad era la carretera y llegar a un equipo como Burgos-BH. Foto: Rafa Gómez (Sprint Cycling Agency) LOS AVIONES CASI FRUSTRAN MI FICHAJE POR BURGOS-BH. Se interesaron por mí a finales de la temporada pasada y fui a reunirme con ellos en el segundo día de descanso de La Vuelta. Conduje tres horas hasta el aeropuerto de Atenas... y, cuando llegué, me encontré con que mi vuelo había sido retrasado 13 horas. Tuve que pasar la noche allí para, ya sí, despegar hacia Bilbao. Un director me llevó hasta Hoznayo, donde estaba el equipo. Cené con los jefes y cerramos el contrato. Quiero alcanzar los mejores resultados posibles para que se sientan orgullosos de su apuesta. Soy un velocista capaz de pasar bien las subidas y se me pueden dar bien las clásicas, si bien en el futuro me encantaría disputar una gran vuelta. Todos los ciclistas de países pequeños soñamos con los grandes escenarios. En ese aspecto, será un orgullo representar a Grecia en los próximos Juegos Olímpicos. TENGO DOS HERMANOS ESPAÑOLES. Uno es Edgar Nohales. Nuestra amistad empezó porque me quedé a dormir en su casa en vísperas de una Vuelta a Filipinas. Desde entonces hemos hablado cada día, sin falta, durante cinco o seis años; también hemos compartido equipo cuatro temporadas. El otro es Paco Mancebo, con quien he coincidido dos veces: al principio de mi carrera, en el Heraklion Kastro-Murcia, y el año pasado en el Matrix japonés. Desde fuera puede parecer que está ya viejo... pero se comporta como un chaval y sigue andando muchísimo cuesta arriba. Me gusta entrenar con él porque me aprieta en las subidas y me obliga a mejorar como escalador. LOS FANS JAPONESES SON LOS MEJORES. Las carreras en Japón suelen disputarse en circuitos en los que siempre se incluye alguna subida. En alguna de ellas han llegado a haber 10.000 personas concentradas en sólo dos kilómetros de cuesta. En mi caso, montaron un club de fans mío desde la primera carrera. No obstante, no me llaman Georgios sino Takeshi porque el director de mi equipo no se aclaraba a pronunciar mi nombre y me dejó bautizado así. VAN GILS ME DIO UNA COLLEJA. Ocurrió en octubre pasado, en el critérium de la Japan Cup. A 600 metros de la llegada, un ciclista de Jayco AlUla varió de trayectoria y nos chocamos, sin caernos. Van Gils empezó a gritar desde atrás y, cuando cruzamos la línea de meta, me soltó un guantazo a traición. Después se encaró conmigo acusándome de haber estado a punto de provocar una caída por ir ciego de cafeína. ¡Y yo no había tomado ninguna cafeína! Fue una locura... Elegí no entrar en la discusión porque ningún aficionado se merecía ver ese espectáculo. Sinceramente, creo que a cualquier otro ciclista le hubieran sancionado de por vida por esa colleja. Y, por cierto, el corredor de Jayco me dijo que no había habido ningún problema por su parte.