Julien Loubet se ha convertido en una de las incorporaciones más destacadas del Euskadi Basque Country-Murias de cara a 2018. Originario de Toulouse, criado cerca de la frontera del Valle de Arán en Saint Gaudens, y actualmente residente en la localidad vascofrancesa de Larressore, este francés de 32 años llega avalado por su destacada temporada 2017 con el Armée de Terre, y un completo bagaje previo en profesionales que incluye seis años en el Ag2r, y otros dos repartidos entre el Fortuneo-Vital Concept y el Team Marseille 13, actual Delko.
Vecino de Francis Lafargue, una de las cabezas más visibles del proyecto Murias, Loubet comenzó los contactos con la que será su nueva formación durante el pasado mes de julio. “Su intermediación fue decisiva, vivimos a apenas quinientos metros y nos conocemos desde hace tiempo. Le hablé de mis ganas de cambiar de equipo, y desde el verano empezamos a conversar. Tenía otras propuestas, pero preferí la de este proyecto. Me gusta su planteamiento y creo que gracias a mi experiencia puedo aportar mucho, ayudando a conseguir victorias”. Al margen de lo deportivo, razones de calado más sentimental fueron las que le ayudaron a terminar de decidirse. “Mi hijo es vasco, ha nacido en Bayona, y me siento a gusto e identificado aquí. Tengo grandes amigos ciclistas en la región, tanto en activo con los que entreno como Sicard, Chetout o mi compañero Barthe, y otros ya retirados como Pierre Cazaux o Damien Branaa”.
Este 2017 ha brillado tanto en pruebas de un día de la Copa de Francia -ganador del Tour de Finisterre y cuarto en los Boucles de l'Aulne- como en vueltas de una semana -una etapa y dos días líder de la Ruta del Sur y séptimo final en el Tour de Luxemburgo-. “He vivido un año en líneas generales muy bueno. Mi principal objetivo era la Ruta del Sur y conseguí ganar y aguantar lo máximo posible en la etapa reina de Gavarnie. Ese día lógicamente no teníamos equipo para controlar y la concurrencia era de primer nivel: Sky, BMC, Movistar, Cannondale...”.
En un rasgo que le distingue del resto del pelotón, su contrato -como el del resto de sus compañeros- estaba firmado con el Ejército de Tierra francés, un compromiso de inicialmente cinco años que acabó rompiendo para poder salir de la formación. “Desgraciadamente la estructura no ha subido de escalón deportivo y en fechas recientes se ha sabido que desaparece. Es una pena porque había gente muy válida y los últimos meses se han ganado muchas carreras”. A pesar de la imagen de sus corredores, el carácter militar de este equipo no iba más allá del patrocinador, el atuendo y pequeños detalles. En carrera y fuera de ella eran uno más. “Alguna vez aislada hemos dormido en cuarteles, pero el resto siempre en hoteles como los demás. Antes, la base del equipo sí estaba en edificios junto a personal administrativo del Ejército, pero este año no hemos ido a lugares así más que para alguna concentración”.
En su país fue una figura destacada en categorías inferiores y llegó a profesional con el Ag2r cuando apenas contaba con 20 años. La Clásica de los Alpes juvenil, ganada ante Lars Boom y Andy Schleck, y un campeonato nacional sub23 fueron sus triunfos más llamativos antes de dar el salto desde las filas del GSC Blagnac. En la máxima categoría ha vivido dos ciclos: uno primero de seis años entre 2006 y 2011 donde disputo Giro, Vuelta y era un habitual en las clásicas valonas; y el actual, desde 2015, donde además ha empezado a acumular triunfos. “Tuve problemas familiares y debí parar para correr más tranquilamente en amateurs durante tres años. Afortunadamente, en 2015 pude volver a ser profesional con el Team Marseille 13, y ahora con Murias espero estar igual, o incluso más fuerte que antes; en mi cabeza la motivación se mantiene”.
De cara a 2018, su nuevo equipo le permitirá retomar un calendario de primer nivel que ya conoció durante su primera época profesional. “Creo que puedo adaptarme perfectamente a las pruebas españolas, y también ayudar en salidas a la Copa de Francia cuando sea necesario. Con Ag2r ya disputé carreras que serán grandes objetivos para nosotros como la Vueltas a España o el País Vasco. Me gusta correr aquí, y además de cara al verano cuento con la ventaja de que se me da bien competir con el calor”, afirma a Ciclismo a Fondo Loubet, cuarto clasificado en la general de la Vuelta a Burgos de 2008, y ganador después de etapa en las Vueltas a Tenerife y Toledo durante su periodo de recalificado.