Luis Ángel Maté: "Era el momento necesario para este cambio"

La alegría de vivir se le nota en los ojos a Luis Ángel Maté. También en la forma de hablar con una enorme devoción acerca del regalo que supone ser ciclista y mucho más ahora, al verse de naranja, "el equipo con el que me crié viéndolo por televisión y luego compartiendo pelotón". Sólo hay un momento en el que eso cambia y es al recordar "el episodio que me cambió la vida": la muerte de su gran amigo Michele Scarponi. Ahí la mirada se vuelve vidriosa y la voz entrecortada. Es por la emoción, pero también por todo lo que aquello le enseñó. "A disfrutar de cada momento". Se lo aplica a diario aunque a veces cueste, incluso salir a la carretera por miedo a no volver. "Disfrutar de ponerte el culote cada mañana para salir a entrenar. Me siento un privilegiado y esa es la lección más grande que él me enseñó", para seguir sonriendo con su recuerdo, mirando hacia adelante y copiando de su sonrisa para continuar el aprendizaje de la vida. "Lo necesitaba" - Ciclismo a Fondo: Y un andaluz vino al País Vasco. - Luis Ángel Maté: ¡Y no el primero! (ríe) ... - Eso es. - Yo creo que era el momento necesario en mi carrera deportiva para hacer un cambio drástico. Llevaba diez años en Cofidis y tengo una edad. Sabía que era ahora o nunca, que si renovaba era seguir toda mi carrera ahí. Tenía también claro que quería conocer otras cosas. Uno de los primeros proyectos que barajé fue este. No sé por qué. Por todo. Por historia, por tradición... Me crié de pequeño viendo a este equipo en la tele. Luego lo vi in situ en la carretera siendo ya profesional. Sé lo que significa la marea naranja, la afición, toda la masa social que tiene detrás, que es única. No hay otro equipo igual en el mundo. El poder formar parte de eso es algo muy especial para mí. - ¿Hay cosas más importantes que un contrato? - Hay ciertas cosas que no se pueden comprar con dinero. Y la ilusión de venir aquí era muy grande, un impulso que estaba por encima de otros muchos factores que influyen cuando uno toma una decisión de este tipo. Además, cuando contacté con ellos, rápidamente coincidimos en muchas cosas y eso para mí es muy importante también. Hizo que todo fuese muy fluido y que sienta este proyecto como mío desde el principio. Sin cortapisas. El ciclista andaluz facilitó la tarea de Ainara Hernando implicándose a fondo en la conversación. - ¿El gran privilegio es poder elegir? - La verdad que sí. Estamos llenos de privilegios. El poder dedicarse a lo que uno quiere y sueña desde pequeñito es la mayor grandeza que me ha dado el ciclismo. El privilegio de ponerse un culote todos los días y salir a entrenar con los problemas de salud tan grandes y la situación que estamos viviendo. El privilegio de conocer gente en todas partes del mundo, estar aquí sentado contigo charlando, conocernos. El privilegio de ver sitios espectaculares a los que te lleva la bici con tu propio esfuerzo. Somos unos privilegiados, eso lo tengo muy presente. Y en este proyecto se incide mucho en esa suerte de poder montar en bicicleta. - ¿En qué momento te hace clic la cabeza y te dice que necesitas ese cambio? - El ciclismo va cambiando mucho en los últimos años. He vivido dos ciclismos. Si echas la vista atrás a diez o quince años, todo ha cambiado. La sociedad también, han venido nuevas modas, la manera de vestir, de hablar... de todo. Y el ciclismo no está al margen. Han venido muchas cosas buenas, se ha tecnificado y tenemos un montón de instrumentos para medirlo todo: el esfuerzo, los vatios, el peso, el tiempo. Eso nos ha traído cosas muy buenas, pero luego hay otras que no lo son tanto. Me gusta reivindicar el ciclismo romántico, esos orígenes de nuestro deporte, la capacidad de improvisación del ciclista escapado luchando contra el pelotón. Épico, rebelde. El quitarse el pinganillo y hacer lo que a uno le pida el cuerpo. Estaba muy encasillado en mi rol: en esta carrera hay que currar para este, hay que tirar, etc. He pasado cientos de etapas en el Tour, en La Vuelta o en otras carreras en las que me hubiera encantado atacar. Correr un poco a mi bola y no, tenía que trabajar para otros. ¡Que estaba encantado! Y era el momento, y siempre en Cofidis me lo han agradecido y me he sentido valorado. Ha sido mi casa y seguirá siéndolo siempre. Era cómodo. Hacías tu trabajo, te lo pagaban y te lo agradecían. Pero llegó el momento que me faltaba algo. El reivindicar esos orígenes del ciclismo. Siempre me ha gustado atacar y correr un poco a lo loco, no mirar vatios. Incluso en el entrenamiento. Hoy no me apetece hacer las series que tengo, que parezco un ratón corriendo en una rueda, y sí seis horas y parar a tomar café, perderme y llegar casi de noche. Sentía esa necesidad de cambio. Y este era el equipo que comprendía e interpretaba lo que yo entiendo ahora como ciclismo. Animar el cotarro - ¿Esto significa que volveremos a ver al Maté de los orígenes? ¿Ese chico andaluz desconocido entonces, con su coleta en el Androni? - Sobre todo volver a ver a un Luis con muchísima ilusión por un proyecto muy bonito, que tiene desde sub-23 hasta profesionales y féminas. Y por respetar la historia de este equipo que es guerrero y atacante. Y traer todo eso al ciclismo de ahora que no tiene nada que ver con aquel. No hay que tener miedo a decirlo, que toda esta tecnificación también ha traído cosas malas, que hay etapas infumables, ¡no hay quien se las trague! Tú vas a una carrera y todos los WT tienen un líder y el que no, un sprinter, otro va a guardar para mañana. Y no se mueve nadie. ¡Y es un auténtico rollo! Hacen falta equipos que arranquen, que muevan y tengan como objetivo coger la fuga. Eso es el ciclismo y lo ha sido siempre. Que no sea tan medido. Y equivocarse, no puede estar un chico joven todo el día pendiente de los vatios. - ¿Has sentido cuando has estado en ciertas carreras que hubiera sido mejor quedarse en casa, por eso de no moverse del pelotón y no poder atacar por tener que trabajar? - Sí, estaba acomodado. Me pagaban mi trabajo, me lo agradecían como te he dicho, pero he pasado un montón de etapas que me hubiera gustado hacer otra cosa. He tenido que tirar del pelotón, esperar... Ahora echo la vista atrás y me da pena todo lo que me hubiera encantado probar, pero por una manera determinada de correr no he podido. Cumplir lo prometido. Debutó en la Clásica de Almería -en la foto con Oier Lazkano- y primer fregao en el que se mete. - ¿Te deja una sensación de frustración? - No, porque es algo que escapa a ti. He tenido compañeros que no han sido disciplinados, pero si algo me ha quedado siempre claro es que debía serlo. Si el director decía que hoy no se arrancaba, jamás me he movido. No era una decisión mía y no me frustraba. Pero eso desató que buscase otra cosa. - Es fácil, de todas formas, acomodarse cuando llegas a cierta edad, ya tienes la vida hecha, eres padre y buscas más la seguridad. - Sí, pero era lo que necesitaba para mi salud mental (ríe) y porque uno vive de ilusiones y de nuevos proyectos, nuevas aventuras y nuevos retos. Es lo que es esto, un reto bonito que despierta en mí una ilusión que donde estaba ya no tenía. - El Luis que entró a Cofidis era un niño comparado con el que sale y ahora se viste de naranja. - Claro, es que han pasado diez años.¡Entré siendo un niño y salgo con dos niños! (ríe) Y que animan ahora a Euskaltel en la tele. He tenido la suerte de conocer las mejores carreras del mundo, de tener compañeros fantásticos, aprender otro idioma y lugares. Me he enriquecido mucho como deportista y como persona. Ha sido recíproco, yo también he aportado mucho a Cofidis y para mí tendrá un lugar muy especial en mi corazón. Siempre será mi equipo. - Una de las palabras que más repites es 'creciendo'. ¿A estas alturas todavía se crece? No físicamente, claro. - Físicamente para abajo, ¡encorvao! (ríe) Yo creo que sí, que no hay nada más bonito en la vida que crecer, aprender, descubrir. Por eso estoy aquí. - ¿Y qué se aprende? - En mi caso, quizá que a lo que hace unos años le daba importancia, ahora no la tiene. Mi prioridad es aprovechar el día a día. Disfrutar de lo que hacemos. No pasa desapercibido. Las chicas del Laboral Kutxa, los sub-23..., en la presentación del Euskaltel-Euskadi no paró. Michele - Hasta de salir a entrenar un día normal. - ¡Claro! ¿Qué mayor privilegio hay que ese? Y si ahora mismo tengo necesidad de algo, es de eso. De aprovechar el día a día al cien por cien. Porque siempre tendremos excusas para quejarnos. Y nunca sabes dónde vas a estar mañana. Hubo un episodio que me marcó la vida, lo tengo presente todos los días, y fue cuando mataron a Michele -Scarponi-. Estaba en el mejor momento de su vida y de un día para otro desapareció. - Te acuerdas mucho de él, ¿verdad? - Mucho... Eso me hace pensar en no mirar a otras cosas y a disfrutar. Estoy donde quiero estar. Y es que vivimos en una sociedad en la que estamos todo el día pendientes del teléfono, de las redes sociales. Y hay que tener relaciones más humanas. Todo va tan rápido... - ¿Te has tenido que recordar a ti mismo alguna vez todo esto de que eres un privilegiado? - Claro que sí. Es una motivación y una necesidad tener presente quién eres, de dónde vienes, lo que me ha costado a mí y a toda mi familia llegar hasta aquí. Primero por ellos y luego por ti no puedes olvidarlo. - ¿Incluso cuando la vida te sacude tan fuerte como con la pérdida de Scarpa? - Claro que sí. Fíjate si puede ser dura la vida. En el mejor momento, cuando tienes todo y te ha costado tanto llegar. Tienes a tus hijos, tus padres, tus hermanos, esa alegría por la vida... Si algo aprendí de él fue eso, disfrutar del momento. Creo que es de las lecciones más bonitas que me han enseñado en mi vida. - ¿Has sentido miedo de salir a la carretera alguna vez a raíz de aquello? - Sí, de salir y no volver. No por mí, sino por lo que dejas. En su caso dejó un vacío que nunca se podrá llenar. Y sí, tienes que enfrentarte todos los días a la carretera, que es un drama. - ¿Ese recuerdo de una pérdida tan dura se transforma con el tiempo en impulso, de lo presente que está en ti? Ese alma que tenía tan especial. - Sí, sobre todo en eso, en la alegría y las ganas de vivir que tenía. No sólo él; sus padres y sus hermanos son iguales. Es una motivación tenerle presente para todos los que lo conocíamos. No hay cosa más bonita que copiar esa forma de ser suya y mantenerle vivo así. Podio instantáneo. En la carrera almeriense se adjudicó la montaña y saludó luciendo orgulloso el maillot naranja. - ¿Cuesta más motivarse con los años? - En mi caso no, y yo me muevo por motivaciones. Por eso estoy aquí. Las necesito. ¿Cuánto vale tener tu propia ilusión? Eso no viene en ninguna nómina. Tengo un montón de ganas de ayudar, de crecer, de correr. - ¿Ves la retirada en el horizonte? - Sí, claro. Tengo 36 tacos y no voy a correr eternamente. Me queda poco tiempo y es una de las razones por la que quiero disfrutar a tope. Estoy aquí por el esfuerzo de toda mi familia. Soy de Marbella y allí no había carreras ni equipos. Todos los fines de semana mi padre cogía el coche y salíamos de casa a las 4 de la mañana. Mi madre preparaba el táper, fastidiaba a mis hermanos que igual podrían hacer otra cosa. Todo lo que soy se lo debo a ellos, siempre me han apoyado y ahora les veo casi más ilusionados que yo y eso me llena. Me da la vida. Son un pilar básico. - ¿Echas de menos haber sido un ciclista más ganador? - No. He contribuido a que otros ganaran muchas carreras. Desde el minuto uno tuve claro que no era ganador, pero sí podía ser un ciclista que hiciese ganar a los demás. Las victorias que hemos conseguido las siento como mías, como la Tirreno de Scarponi. No lo he echado de menos, me quedo con otras cosas. Es importante saber quién eres y a dónde vas. - ¿Con qué te sentirías satisfecho de este 2021? - Con haber contribuido y ser parte importante para que este equipo crezca. Crecer te lo digo otra vez... y que dejemos la impronta de un equipo guerrero y batallador, que arranque a la gente de su casa para que vaya a la carretera a animar. Tenemos la mejor herramienta del mundo, la bicicleta, y si podemos motivar a que la gente monte en bici estaremos haciendo una labor tremenda. - Un equipo guerrero y cazador como un lince ibérico, como tú. - ¡Por ejemplo! Y también intentar que cada vez haya más linces, que es una especie muy bonita, y que no se extinga (ríe). "Plantes como el de La Vuelta son un disparate" Protagonista y defensor de las carreras Si hay algo de lo que Maté tiene ganas, dice, "es de desterrar las mascarillas y estar en La Vuelta con las cunetas a reventar de la marea naranja. Esa imagen me pone, me motiva y es un chute de adrenalina. Porque sería una seña de que hemos olvidado toda esta pesadilla y que volvemos a ser los mismos y hemos recuperado la normalidad". Una de las cosas que recalca el andaluz es que se ha encontrado un grupo de jóvenes "que preguntan y escuchan", algo que en los últimos tiempos, dice, brilla por su ausencia. "En mis primeros años recuerdo ir en el pelotón y cuando había un látigo miraba quién venía por detrás. Si era un capo hacía el látigo despacito para que no se lo llevase. Jamás se me ocurría meter el manillar a uno de los grandes o un veterano. Ahora vas en la neutralizada y si te descuidas, se te meten por debajo de la rueda". En su opinión, "los jóvenes han perdido el respeto. Por una parte está bien porque permite que gente como Pogacar o Bernal ganen el Tour, pero por otra... a ver dónde están dentro de diez años". Eso le lleva a reflexionar sobre las protestas de los ciclistas en forma de plantes en las carreras. Se convirtió en protagonista cuando el equipo Ineos quiso parar la carrera en La Vuelta en protesta contra los jueces, perjudicando en realidad a Unipublic, y él se negó a secundarlo, manifestándolo públicamente. "Hay gente que piensa que las carreras brotan de la tierra cuando llueve o que salen por divinidad. No saben lo que implica organizar, desde una profesional hasta la Vuelta a Palencia o una cadete. El esfuerzo que supone. Y está mal que no sean conscientes de la realidad en la quevivimos. Se tienen que dar cuenta que plantes como ese de La Vuelta o el del Giro son un disparate. Deben comprender que somos unos privilegiados y que detrás nuestro hay mucho trabajo, que no nos pagan por lo guapos que somos, sino por montar en bici. Y si llueve, pues ponte un chubasquero". El plante en la ronda española le pareció "injusto. No tenía ni pies ni cabeza y no era el lugar donde había que hacerlo". Historias para no olvidar Los bidones que hicieron a un ciclista Al desembarcar en el Euskaltel-Euskadi, convertido en uno de los veteranos del equipo y también del pelotón español, a Luis Ángel Maté se le hace inevitable acordarse de sus primeras pedaladas como profesional en el Andalucía "y era algo similar a esto. Aquí veo chavales con ganas de aprender, eso me ha impresionado. Y veo cómo me miran, noto respeto y eso es bonito. En Cofidis no lo notaba, veía más subiditos a los jóvenes". Ese, dice, es el perfil de corredor de ahora. "Un chico que desde juveniles anda bien, pasa a profesional pronto, tiene un buen sueldo, la mejor bici y la mejor ropa. Pero no ha mamado lo que nosotros de miseria, de irse 1.000 km para arriba a correr y llegar a las cinco de la mañana a casa. El esfuerzo que eso supone". A él, a los que le rodean, les costó lo suyo llegar a lo más alto. "Por eso cuando veía a los más veteranos los trataba con mucho respeto". Y le viene a la mente entonces una anécdota. "Era mi primer año en Androni y corríamos la Vuelta a Andalucía. Íbamos con un equipazo: Simoni, Rebellin, Alessandro Bertolini, Scarponi... Tondo era líder y acababa la etapa en Antequera con una subida final al Torcal. Tremenda de dura y con mal tiempo. Quedábamos 30 tíos en el pelotón y nosotros delante. Yo con todos esos capos del equipo. Me pasé el día tirando y Bertolini no se fiaba de mí porque iba muy bien y pensaría: 'Mira, este es joven, corre en casa, va a querer hacer su carrera'. Yo iba muy bien y me hizo una prueba de fuego. Me preguntó cómo estaba. Cuando le dije que bien me mandó al coche a por agua. Quedaban 3 km para empezar a subir el Torcal. 'Será cab...', pensé yo. Cojo los bidones para todos, remonto la fila a toda leche, paso al lado de Scarponi y le ofrezco uno. Me miró con una cara... Se empezó a reír de mí. Luego me puse a la altura de Simoni. ¿Agua? Y me responde que no. Rebellin lo mismo. El último que me quedaba por ofrecer era Bertolini, que me había mandado a por ellos. Cogió uno, le dio un trago rápido y lo tiró. Y automáticamente se abrió y se quedó porque había estado tirando toda la etapa. Y yo pensando: 'Mira este la que me ha jugado. Yo aquí corriendo en Málaga con lo bien que iba'. Ganó Rebellin y cuando llegamos al bus me monto, se monta él y le dice al mánager: 'Gianni, este chico hoy se ha ganado el puesto para la Tirreno. Aquí hay un ciclista'. Fíjate tú, yo pensando en la que me había liado y en realidad era una prueba.Aquella Tirreno la acabamos ganando con Scarponi. Y yo estuve allí".

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