Pello Bilbao: humildad, compromiso y ambición

Habla Pello Bilbao desde la humildad y la sensatez de quien se conoce mejor que nadie. Habla también el ciclista que atiende a sus sensaciones en carrera, pero es metódico en los entrenamientos. El que toma riesgos para ganar cuando ha visto la muerte de cerca, la que le rompió el corazón con la pérdida de Gino Mäder y después se levantó para brindarle el triunfo de su vida en la décima etapa del último Tour de Francia. Todo ello le ha hecho no ser la misma persona que hace ahora justo un año. Tantas cosas han pasado. "Mi forma de ver la vida ha cambiado mucho", asegura. Lo que no modifica es la ambición, porque aún le queda bastante por lograr. "No he conseguido todavía todo lo que quería, para nada -avisa-. Aún hay objetivos por cumplir". Brazos al cielo. Remató con maestría en Issoire para anotarse una victoria en el Tour de Francia con dedicatoria a Gino Mäder. LISTO PARA LA ACCIÓN - ¿Cómo están siendo las primeras sensaciones del año? - Ha costado un poquito arrancar. No sé. Cada año parece que cuesta un poco más. No sé si será la edad, o si es que necesito sentir la proximidad de las carreras para empezar a carburar y a querer exprimirme más. - ¿Por qué crees que sucede esto? - Una parte es fisiológica. Al final, cuando eres joven con cuatro trabajos bien hechos ya estás en forma. Según vas cumpliendo años cuesta más llegar a ese punto. Luego, una vez que lo alcanzas también es más fácil mantenerse ahí. Soy un poco impaciente y no me gusta entrenar con malas sensaciones. Prefiero apretar entrenando y medirme, sentir que mejoro. Al inicio hace falta ser un poco más paciente y eso me cuesta. - No parece, con lo que trasmites, que seas así. - Para la mayoría de las cosas no lo soy, pero en cuanto a la bici y el rendimiento sí que soy impaciente. Está claro que aquí todo va a fuego lento, de un día para otro no llegan las cosas sino a base de trabajo y sacrificio, pero cuando empiezo a disfrutar realmente de mis entrenamientos es cuando veo que estoy alcanzando el punto donde más o menos lo dejé el año anterior. El resto es como un trance que hay que pasar hasta ahí. Pero cuando tengo esas sensaciones y me estoy acercando a mis récords personales, como que empiezo a competir conmigo mismo. Y ya noto esas ganas de ver si puedo mejorarme a mí mismo, dar un saltito y llegar un poco más allá. Ahí es cuando realmente estoy entregándome al cien por cien en los entrenos y más disfruto. - ¿Cómo es esa sensación? - Por mucho que hayas sufrido y que te hayas llevado al límite, terminas el trabajo con una sensación de fatiga, de ganas de llegar a casa, pero también de satisfacción. Todo va rodado y estás donde quieres. El trabajo bien hecho es así, con mucha paciencia, pasito a pasito. A veces tienes que volver un escalón atrás, descansar para asimilar todo el trabajo previo y poder dar otro paso adelante. Un proceso de cocción lenta. - ¿Eres metódico, de tener todos tus números controlados, o conforme más años llevas te fías más de tus sensaciones? - Soy un poco contradictorio. La gente pensará que soy muy metódico por mi estilo de correr. Siempre suelo medir bastante bien los esfuerzos. Soy de los que no duda si me tengo que quedar del grupo porque veo que no es mi ritmo y después continúo con el mío hasta arriba. En carrera soy muy de medir y mirar mucho los números. De fijarme. Pero entrenando, no. Prefiero guiarme por mis sensaciones porque ahí estás en una situación perfecta porque todo lo que tienes a tu alrededor está preparado para dar el cien por cien. Entrenando, sobre todo en casa, es imposible que las sensaciones sean siempre óptimas. Me gusta guiarme por ellas y no me obceco con los números. Sé a dónde tengo que llegar y dónde están mis límites, aunque día a día pueden variar; hay que adaptarse. Y no me gusta agobiarme. Disfruto de mi trabajo y creo que a la larga me beneficia. Cuando era más joven sí que analizaba todos los entrenamientos que hacía, miraba los archivos... Hoy en día no lo necesito para saber cómo me encuentro. En el momento que lo estoy haciendo, lo sé. Capitán del Bahrain Victorious. Sus resultados han hablado por sí mismos y el vizcaíno se ha convertido en un pilar del equipo. - ¿Todavía hay margen de mejora? - Veo que es difícil exprimirse más. No somos máquinas que estemos dedicadas solamente a rendir en el mundo del ciclismo. Nuestra vida va más allá. Con la vida que tengo ahora mismo y las energías que dedico al ciclismo, no cuento con posibilidades de dar más. Cuantitativamente no puedo dar más. Cualitativamente siempre se puede mejorar, ser un poco más fino en los trabajos. Trato de buscar esos pequeños detalles. - ¿En qué momento estás ahora como ciclista? - Diría que en el proceso de tocar techo. No sé si habré llegado ya al punto más alto o si puedo seguir creciendo. Aunque haya llegado a la cumbre espero que esa cima se alargue un poco, que no haya una caída después de hollarla. Espero mantenerme arriba. Creo que me costaría seguir siendo ciclista una vez que tenga que bajarme de esa cumbre. No me gustaría sentir que doy un paso atrás y empiezo a perder ese nivel. - Te lo puedes permitir. - Creo que sí. Cuando llegue ese momento en el que no tenga margen para mejorar y el cuerpo no dé para más, me costaría encontrar la motivación para seguir apretando y exigiéndome como lo vengo haciendo hasta ahora. - ¿Pero sigue habiendo sueños y retos por cumplir? - Claro que sí. Ganar una vuelta de una semana como la Itzulia, repetir triunfo de etapa en el Tour de Francia o rematar la Clásica de San Sebastián que estuve cerca el año pasado. Son grandes retos, cosas que me quedan pendientes y me motivan para seguir aquí. Sentir que todavía tengo cosas nuevas que hacer y por aportar. No puedo decir que haya conseguido todo lo que quería lograr. Para nada. Todavía hay objetivos por cumplir. - ¿La ambición también cambia conforme vas consiguiendo cosas? - Sí. Ganar una etapa en el Tour ya es un objetivo cumplido. Seguramente el año pasado tenía más ambición que este año, porque era algo que no había conseguido. Aparte de que era un Tour muy especial saliendo de casa, eso daba un plus para querer llegar en el mejor momento de mi vida. Lo que no quita que, a veces, el exceso de ganas y ambición te puede perjudicar. Si no sabes gestionar esos momentos te hace perder buenas oportunidades. Este año iré probablemente con un punto más de calma. Eso no quiere decir que las cosas no saldrán igual de bien, o mejor. Una vez has ganado una etapa es más fácil lograr una segunda porque juegas con otro temple, con menos miedo a perder. Al ralentí. Pello admite en la entrevista que con los años le cuesta arrancar, pero ya está preparado para colgarse un dorsal. LECCIONES DE VIDA - ¿2023 ha sido un año para ti de recibir un montón de lecciones de vida? - La verdad que sí. En todos los aspectos ha sido un año muy intenso. He tenido de todo y mi panorama ha cambiado mucho. Mi perspectiva actual con respecto a la de hace dos años no tiene nada que ver, tanto en lo referido a la vida, como al ciclismo, el deporte y las prioridades. Todo ha cambiado para mí. - ¿Eres la misma persona que empezaba la temporada el año pasado? - Está claro que no. Para bien. Me he llevado muchos chascos; el golpe que sufrimos con Gino Mäder fue muy fuerte, lo más duro de todo. A posteriori me hizo reflexionar sobre nuestra carrera, sobre los riesgos que tomamos. Ya soy padre y empiezas a pensar hasta qué punto te compensa, y más un corredor como yo que bastantes veces he conseguido grandes victorias gracias a los descensos. Siempre me ha gustado sentir esa adrenalina y aprovechar las bajadas. Pero cuando pasan cosas así te cambia totalmente la perspectiva. - ¿Hubo algún momento que sentiste que no podías montarte en la bici porque te podía pasar a ti? - Sí, claro. Pero no es algo nuevo, vivimos a diario con ello. Igual no en primera persona ni tan cercanas, pero me ha tocado vivirlas, como las muertes de Scarponi o Víctor Cabedo. O accidentes de ciclistas que suceden entrenando en casa. No es sólo la competición y cada vez se escuchan más este tipo de desgracias. Es algo que tenemos muy presente. No es que nunca piense en ello y cuando sucede, de repente viene un shock. Con Gino fue sobre todo la pérdida de la persona, no por sentir el peligro. Eso lo noto a diario y soy consciente de ello. Me hace estar alerta y concentrado siempre porque me juego mi salud. Pero fue una muerte de una persona muy cercana y muy especial para mí. - Cuando regresaste a casa después de la Vuelta a Suiza, donde sucedió todo, ¿cómo sacaste esas emociones? - Hablando mucho con Andrea, mi mujer. En mi caso no es que hable demasiado de mis problemas del trabajo, en casa intento desconectar. Con ella hablo más de las cosas positivas y no de las miserias del ciclismo. Pero en esa ocasión, Andrea fue muy consciente del lado emocional. Al ser profesora lo trabaja muy bien y supo el peso que tenía. Pese a que ella no entiende mucho del ciclismo y el deporte de élite, es más consciente que la mayoría de personas de esa parte emocional que tantas veces no se atiende en los equipos. Tuvimos muchas conversaciones acerca del tema, lo que supondría ir a un Tour y cómo me podía encontrar. Qué sensaciones tenía de volver a ponerme en riesgo, de competir a ese nivel. También me ayudó mucho tener una niña pequeña. Vi el otro lado de la vida, la alegría y la inocencia. Eso me permitió no centrarme demasiado en lo negativo, e ir sacando poco a poco los entrenamientos que me quedaban de camino al Tour. - ¿Cómo de importante fueron ellas dos en ese momento? - Fueron la clave. Lo que necesitaba. Muchas veces mencionamos al equipo, a los compañeros y al staff cuando logramos un objetivo, pero lo que tenemos en casa es muy importante, nuestra base. No podría ser ciclista ni estar cien por cien concentrado. Y más siendo padre, si no fuera porque está Andrea a tope dando el callo y, encima, trabajando. Es una suerte. Desmelenado. No sabemos cómo le convenció el fotógrafo Rafa Gómez para abandonar su mesura habitual y soltarse ante la cámara. - ¿Parte del éxito de un ciclista es creer en uno mismo? - Está claro. Si crees en ti mismo, vas a poner todos los medios para conseguir lo que sueñas. Tienes que creer en tus posibilidades para construir los pasos que te lleven hasta el objetivo. En mi caso, en el Tour de Francia, si no hubiese creído en mis posibilidades me hubiera dejado llevar porque había mejores corredores que yo y te dejas caer. Pero creyendo en mí fui capaz de trazar un plan, entrenarlo, preparar la bajada y estar mentalizado al cien por cien en ese momento. - Creer también es levantarse después de una derrota y seguir luchando. - Sí. En el Tour, después de las etapas vascas que tanto peleé y creí en ellas, sentía que tenía la convicción. Sólo debía ser paciente y esperar a que llegase el momento, aunque no son muchos. En una carrera como el Tour empiezas a sacar cálculos y quizás te quedan dos o tres oportunidades donde ves que la fuga puede prosperar y tú conseguir rematar. Hay que hilar muy fino. COMO UNA HORMIGA - Ahora que ya tienes esa etapa en el bolsillo, ¿piensas en el podio del Tour? - Lo veo lejano. El otro día estuve mirando un gráfico en el que aparecían todos los líderes de los equipos y a qué gran vuelta iban a ir: prácticamente todos estaban en el Tour. Ya sólo Vingegaard y Tadej son prácticamente fijos. Más Roglic, Evenepoel y tantos otros nombres, me parece que es muy complicado. Se podrían dar circunstancias y que una fuga difícil de controlar te haga entrar en el juego, pero en un tú a tú a día de hoy lo veo improbable. - ¿Y volver al Giro de Italia con aspiracionesde luchar por el cajón? - Eso podría ser más factible. Dando el nivel que te hace terminar sexto en un Tour de Francia con la exigencia que hay ahora mismo, en un Giro creo que puede estar más a mi alcance. Me he sentido cerca del podio en Italia en alguna ocasión y es una opción que me gustaría intentar en un futuro. Cuenta pendiente. Sólo Remco Evenepoel le apartó en 2023 de cumplir el sueño de inscribir su nombre en la Clásica de San Sebastián. - Sueños y ambiciones hay todavía para alimentar unas cuantas temporadas. - Sí, sí. Me pongo a echar cuentas y por lo menos dos o tres temporadas necesito para cubrirlos todos. De momento sigo disfrutando de esto, aunque al principio cueste coger esa marcha. Pero no soy uno que se relaje. Estoy ahí, como una hormiga. - A estas alturas y con los resultados que has obtenido, ¿el equipo ya te deja elegir tus objetivos? - Sí, tengo bastante suerte. Llevo cuatro años en Bahrain Victorious y nos conocemos muy bien. Saben que cuando tomo un compromiso, pocas veces fallo y pongo todo lo que puedo de mi parte. Me he ganado la confianza de poder elegir los objetivos. En ese sentido estoy supercontento y siento que estoy donde tengo que estar. ITZULIA, ARDENAS Y TOUR COMO GRANDES OBJETIVOS "Tengo un reto pendiente con La Vuelta" 2024 viene cargado de sueños por cumplir para Pello Bilbao. "Disputar carreras de una semana creo que está a mi alcance", señala. Entre todas ellas hay una que sobresale y no es otra que la Itzulia, donde ya sabe lo que es subir al podio y ganar una etapa. Por ahí pasa su primer gran objetivo del año, que además espera el vizcaíno que le sirva como trampolín de cara a las clásicas de las Ardenas. "Cuando he ido al Giro siempre apostaba más por el Tour de los Alpes como preparación y nunca he estado al cien por cien en las Ardenas, pero por recorrido creo que se me pueden dar bien y me gustaría salir fuerte de País Vasco y llegar listo para disputarlas", explica. A Pello no le agobia mirar un poco más allá, aunque ambiciones a corto plazo no le faltan. Teniendo ya victorias de etapa tanto en el Giro de Italia como en el Tour de Francia, sólo le falta alzar los brazos en la Vuelta a España para cerrar el círculo y añadir a su ya de por sí brillante palmarés, triunfos en las tres grandes. "Me encantaría como reto -asegura-. A La Vuelta no le he dado la oportunidad en los últimos años y me gustaría volver". Confiesa que "ha habido carreras en las que he desechado ir por experiencias que he tenido o por pensar que no iba a conseguir mi mejor rendimiento en esas condiciones, por el recorrido o por la época del año". Por eso es consciente de que tiene "un reto pendiente con La Vuelta. Esas cosas me motivan, pelear por alcanzar algo especial. No sé si será este año, porque la segunda parte de mi calendario está por definir, pero seguro que haré al menos un intento". LAS LECCIONES QUE APRENDIÓ DEL TOUR "Me faltó sangre fría para ganar en Bilbao" Soñó Pello Bilbao con alzar los brazos sobre la primera meta del pasado Tour de Francia, con el Grand Départ en Bilbao, en casa. Lo puso absolutamente todo: ganas, motivación, trabajo, dedicación... y también nervios. Muchos. Eso le impidió "tener las ideas claras". Hoy, pasado el tiempo, sabe que le faltó "sangre fría porque sufrí ese pinchazo con el que decidí tirar hasta meta y luego me di cuenta de que la presión era mínima, que así era imposible disputar la etapa. Me faltó tomar la decisión correcta para haber cambiado de bici y volver al pelotón porque tenía margen para remontar y entrar en la pelea. Los nervios no me dejaron tener la clarividencia necesaria", explica con franqueza. "Era consciente de que, aunque fuese un 1%, tenía posibilidades y que no estaba fuera de las quinielas. Me hubiera sentido un cobarde de no haber soñado con ello. Conocía el recorrido mejor que nadie y dispongo de una cierta punta de velocidad que me hace rematar en etapas de ese tipo. Me hubiese sentido un cobarde de no haberme visto como un posible candidato", repite. Terminó con un sabor "agridulce, aunque el día siguiente camino de San Sebastián me quité la espina. No salió porque nos encontramos un Jumbo que fue la apisonadora de siempre, pero me quedé contento de haberme esforzado y haberlos llevado al límite. Aunque Lafay fue más listo, me sentí orgulloso de haber sido parte de la carrera y provocar la situación. Intenté romper el esquema. Lo más fácil hubiese sido que Jumbo controlara y ver un sprint. Pero las carreras son algo más, la gente tiene que improvisar. Cada corredor debe buscar su momento; eso es lo que hice".

Pello Bilbao: humildad, compromiso y ambición

"Yo soy como una hormiga", se define. Trabajo sin hacer ruido. A base de esa seriedad y responsabilidad en lo que hace, se ha convertido Pello Bilbao en el valor seguro que es hoy, una garantía de éxito. "Si adquiero un compromiso, pocas veces fallo".

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