Richard Carapaz: garra, coraje y corazón

Cuando se sienta en el sofá, presto a comenzar la entrevista, Carapaz aparece reposado y tranquilo después de la sesión de masaje. Ese es el Richard de fuera de la bicicleta. Luego está el otro, el incansable guerrero que cada vez que se mide a los más grandes lo hace con el reto de demostrar a todos y a sí mismo que "no existen jerarquías" en el ciclismo. Que no todo es Pogacar, Vingegaard o Roglic. Y eso es lo mejor que tiene el ecuatoriano: su garra. "Haber superado cosas que tal vez nunca quise vivir me ha formado como persona y como ciclista". Su carácter luchador. "Y sé que la gente me mira con otros ojos. Es lo mejor que puedo dejar, más allá de los triunfos; la esencia a los que vienen por detrás". Eso sí, siempre sabiendo "de dónde vengo, sin pisar en las nubes. Nunca he perdido mi horizonte". Atendiendo a CAF. El líder del EF Education-EasyPost durante la conversación con Ainara Hernando que dio lugar a esta entrevista. Foto: Dani Miranda VUELTÓMANO SIN COMPLEJOS - ¿Qué ciclista es Richard Carapaz ahora? - Poco a poco voy trabajando y creciendo en aquello que me ha caracterizado siempre, que es ser un buen vueltómano. Si estoy en mis mejores condiciones, sé que puedo luchar con los ciclistas más fuertes del mundo. Siempre quiero ganar, y si puede ser disfrutando, mucho mejor. - Llevas un largo recorrido, con muchas victorias y momentos. ¿Te sientes ya un veterano? - No creo. Sí que es cierto que he tenido un recorrido importante, son ya tres equipos grandes en los que he estado hasta ahora y de cada uno he ido aprendiendo un montón de cosas. Eso me ha servido para ir creciendo como ciclista. Me puedo catalogar todavía como un joven. Aún cuento con un largo camino por delante, no llevo una trayectoria de diez años. Mi carrera es todavía corta. - Pero intensa. - Sí (ríe). He vivido cosas muy buenas y he sabido aprovechar cada momento que se me ha presentado en la vida. Eso me ha servido de muchísimo. Sobre todo para mi palmarés y para definirme como el corredor que soy en la actualidad. - ¿Eres, pues, un joven con experiencia? - Todo lo que he venido siendo ha sumado cosas en mí y me siento muy dichoso de haber coincidido con lo que me ha tocado. - ¿Crees que puedes ser el ciclista capaz de romper con la hegemonía de los dos grandes bloques que dominan el panorama actual? ¿Te ves capaz de ser ese corredor que doblegue a Pogacar y Vingegaard? - Parte de mí siempre ha sido eso, ser atacante para buscar romper las carreras. Muchas de las veces que lo he hecho ha sido o bien teniendo piernas, o siendo inteligente. Y eso me ha servido para obtener victorias. Es una de las características que nunca he perdido. Siempre he sido muy guerrero. Me ha servido también para convencerme de que aquí no existen jerarquías, que se pueden romper. Mentalmente me ha ayudado porque lo he demostrado y he sido capaz de lograrlo. Tengo un claro ejemplo, y no sé si sonará egocéntrico, pero me acuerdo de los Juegos Olímpicos de Tokio, a quienes dejé segundo y tercero -fueron Wout van Aert y Tadej Pogacar, respectivamente-. Para mí es un orgullo. No quiero parecer egocéntrico, pero me recuerda que rompí una jerarquía. Que cierto corredor iba a ganar claramente... y ¡pam!, de la nada apareció Carapaz y le venció. Treinta kilómetros subiendo. En el mes de febrero se impuso en la cima del Alto del Vino, meta de la etapa reina del Tour Colombia. - ¿Estás orgulloso del ciclista que eres? - Sí, claro. Para mí es un orgullo personal, y por lo que representa. No sólo represento a Richard Carapaz como tal, sino a un montón de corredores. Significa que se pueden hacer muchas cosas bonitas. - Ahí también entra en juego la fortaleza mental, el ser capaz de darle la vuelta a un objetivo, como hiciste en La Vuelta 2022. - Es otro claro ejemplo de que se pueden romper esquemas. De no haber sido como soy, cuando me quedé fuera de la lucha por la general y perdí tanto tiempo quizá me hubiese retirado la primera semana. Pero siempre he sido un peleón. Me dije a mí mismo que si había que darle la vuelta, se le da. Para mí fue lo mejor. Aunque sabía que podía haber estado con los mejores, había perdido ya muchísimo tiempo. Así que aproveché el estado de forma que tenía para ganar etapas, que también es muy importante para el patrocinador. Me llevé tres y el maillot de la montaña. - ¿Ayuda este carácter tuyo cuando uno se deja la piel preparando un Tour de Francia, llega a Bilbao, a la primera etapa y...? - ¡Pam! Sí. UN AÑO DE MIE... - ¿Cómo acepta esto un deportista de alto nivel que ha sacrificado tanto para un objetivo? - Siendo honesto, me afectó muy fuertemente. Si cabe la palabra, fue un año de mierda para mí. Empezando por el invierno, cuando sufrí un problema con las amígdalas y me las tuve que quitar. La recuperación no fue como esperaba, se complicó; estuve un mes parado después de haber hecho una pretemporada muy potente. Me tocó replantearme muchas cosas. Arrancas, paras, arrancas, paras... y nunca terminas de despegar. El cúmulo de todo fue el Tour. Cuando ya estaba viendo el final del túnel, que me notaba en el mejor momento de forma, y con un nuevo equipo que lo quieres hacer bien. Tanto Juanma Gárate como Josune -Murillo, su preparadora- me veían muy bien, me decían que podía estar con los mejores. Y pasan tres horas de la primera etapa y te vas al suelo. Se te viene el mundo encima. Lo pasé muy mal. Amigo y maestro. Es un lujo contar a su lado en el EF Education-EasyPost con un corredor de la calidad y la experiencia de Rigoberto Urán - La recuperación tampoco resultó sencilla. - De entrada, tuve que volver a casa, comenzar con la rehabilitación cuanto antes. Justo cuando estaba empezando a montar en bici de nuevo, que me hacía muchísima ilusión regresar y haberme recuperado bien de la fisura en la rótula, no sé si fue un exceso de trabajo porque me obsesioné para ir a La Vuelta, pero me di cuenta de que tenía que frenar. No terminas de despegar, te quedas ahí y no avanzas. Fue un año muy complejo, frustrante es la palabra. Al final pude ir a las clásicas italianas, había hecho una buena preparación, estaba listo y me hizo mucha ilusión reencontrarme y subir a dos podios, el del Giro della Toscana y Tre Valli Varesine. Fue como ver la luz. Me vi otra vez ahí, que había vuelto y podía hacer buenos resultados de nuevo. Me vine a casa con eso, sabiendo que estaba en mi nivel, luchando y peleando. Como soy yo. A partir de ahí ya no paré. En 2024 llegué a Colombia y gané la etapa reina, como después en Romandía. El equipo siempre me dejó claro que no me obsesionara, que fuese paso a paso. - ¿Ha sido fácil? - He sentido el respaldo del equipo, Juanma -Gárate- me ha ayudado mucho. Ha estado siempre conmigo, intentando aconsejarme como corredor y como director. Eso para mí significa tanto, le tengo un gran aprecio. Te ayuda a controlar esa obsesión que tienes de 'quiero ir y comerme el mundo ya mismo'. Toda mi atención está puesta en el Tour de Francia y creo que estoy en el camino correcto, haciendo las cosas bien y disfrutando. - ¿Cuántas historias hay detrás de cada caída, cuántos sacrificios y cuánta lucha interior? - Más de la que la gente cree. Sólo se te ve en el podio, en la foto. Es algo que muchas veces no se toma en cuenta. Cuando alguien desaparece del primer plano, pues mira, ese ganó esto y ahora se ha perdido. Pero no se sabe por qué se ha perdido. Los ciclistas estamos hechos de otro material, porque solamente volverte a levantar para subirte a la bici ya es ganar. Tengo esa mentalidad y me siento afortunado porque, bien o mal, me ha permitido levantarme en los peores momentos. - ¿Con qué sueñas ahora? - Una vez que conseguí los Juegos Olímpicos, tuve claro que mi objetivo era el Tour de Francia. Por eso vine a este equipo, ellos buscaban lo mismo que yo. He tenido la suerte de que querían apostarlo todo como lo estoy haciendo yo y esa es mi mayor motivación cada día que me levanto de la cama. Quiero verme de amarillo, y si es en el Tour, pues mucho mejor. Para eso trabajo y estoy encantado. Quiero hacer las cosas bien. Pido a Dios que me vaya todo bien, que no sólo se quede en un sueño y pueda ser una realidad. Sin sobresaltos. Salvo la polémica por su no selección para los Juegos, lleva una temporada mucho más tranquila que la anterior. Foto: Dani Miranda - ¿Con qué soñaba el niño que era Richard cuando dejaba atrás su casa y su vida en Ecuador, cruzando la frontera enColombia para poder disputar carreras ciclistas? - En aquel momento ni creía que pudiese ser algo de verdad, sólo quería andar en bici, competir. Deseaba ser ciclista, no me importaba lo que dejaba atrás. Han pasado un montón de años y son recuerdos muy bonitos de las cosas que he vivido y que mucha gente ha compartido conmigo, de lo que soy y lo que he hecho. Salí de mi país en busca de esto. Tienes que soñar en grande y si quería conseguirlo, aquel era el único camino que tenía ante mí. Si hubiera nacido en España lo hubiese tenido más fácil, incluso en Colombia. Pero si vienes de un país que no tiene ni idea de lo que es andar en bici, resulta mucho más complicado. Yo viví eso. Por fortuna, ahora hay un poco más de conocimiento. La gente se prepara y los mismos periodistas ya no hablan exclusivamente de fútbol. A mí me pasaba que me comparaban todo el tiempo con el fútbol. Son sueños que he venido cumpliendo, soy un afortunado de la vida porque puedo hacer las cosas que realmente me gustan. MADUREZ Y ESENCIA - ¿El recorrido que te ha traído hasta aquí te ha forjado el carácter como persona? - Maduras más rápido. Si vienes de una casa en la que ni tus padres saben lo que es el ciclismo, imagínate lo duro que se hace. En cierto sentido, me hizo crecer antes. Tenía que hacerlo porque debía coger mis propias responsabilidades, saber gestionar el dinero que tenía por entonces. Es la vida. A mí me gusta porque he coincidido con gente buena, que me ha enseñado mucho en cada momento y me ha facilitado superarme a mí mismo. Eso es lo más importante, haber superado cosas que tal vez nunca quise vivir. Parte de ello me ha formado como persona y como ciclista. Se te forja un carácter y, quieras o no, vas dejando una esencia, la gente te mira con otros ojos. Creo que es lo mejor que puedo dejar, más allá de triunfos encima de la bici. La esencia, el legado, para la gente que viene por detrás. - ¿Qué te decía tu madre cuando te marchabas de casa? - No era la persona más feliz del mundo precisamente (ríe). Pero también pasa hoy en día, cada vez que me voy se pone triste. Sabe que tengo que hacerlo y lo peligrosa que puede ser la bici, que no sabes si vas a volver o no. Punto débil. La contrarreloj es la faceta en la que más terreno cede respecto a rivales como Pogacar, Roglic o Evenepoel. - ¿Y qué queda del chavalito que llegó a Pamplona, se vistió con los colores del Lizarte y en su primera carrera casi gana el Memorial Valenciaga? - Tuve una muy buena escuela allí. No fue larga, pero sí productiva. Cuando llegué a Lizarte sabía que disponía de una sola oportunidad, era la única y no la podía desaprovechar para nada. Si la perdía, seguramente tendría que buscar otra cosa que hacer en mi vida. Eso me marcó y fue el inicio de todo. Era mi ocasión de correr en Europa y no estaba como para probar. Tenía que ir allí y demostrar lo que era capaz de hacer. Eso me valió mucho para poder dar el salto y ser ciclista profesional. Hace siete u ocho años de eso, el tiempo ha pasado muy rápido, pero me queda para siempre el pensar dónde empecé y dónde estoy ahora. Eso me vale para lo que se viene. Sin olvidarme de dónde vengo, eso en mi familia me lo han enseñado muy bien y siempre lo tuve claro. Nunca he perdido mi horizonte, intento ser el mismo Richard de siempre. No pisar en las nubes, sino en la tierra y con los pies bien puestos. - ¿Qué es lo mejor que te ha pasado gracias al ciclismo? - ¡Todo! Cuando estaba en el colegio, una profesora me decía que no iba a poder vivir de la bicicleta. Ahora me acuerdo y me río porque es lo mejor que he podido hacer, vivir de lo que más me gusta. - ¿Y lo peor? - Lo que más me fastidia es cuando sales a entrenar y la gente no tiene empatía con la bicicleta. Es a lo que todo ciclista tiene temor. Nunca sabes con quién te puedes topar en la carretera. Uno que lleva prisa, uno que no piensa... es duro decirlo. Y no sucede sólo con la bici, porque hay gente que sale a correr y no regresa a su casa. Eso es lo peor que vivo. Creo que todos los que somos ciclistas compartimos esta sensación. La Redoute. Aunque acabó sucumbiendo, fue el único que trató de responder el durísimo ataque de Tadej Pogacar en la subida clave de la Lieja-Bastoña-Lieja. NO PODRÁ DEFENDER SU TÍTULO EN PARÍS Ecuador le dejó sin Juegos Después de su enorme actuación en Tokio, que le llevó a conquistar la medalla de oro, Richard Carapaz no podrá defender este verano su corona en París. Ecuador le ha dejado fuera, optando en su lugar por llevar a Jhonatan Narváez, en lo que ha sido un tremendo desencuentro del ciclista del EF Education-EasyPost con la Federación de su país, que ha esgrimido unas razones un tanto cuestionables para tal decisión. El pasado mes de marzo, la Federación ecuatoriana hacía público el reglamento por el cual seleccionaría al único corredor para llevar a los JJ.OO este verano, añadiendo condiciones que perjudicaban a Carapaz y sin habérselas notificado a los ciclistas con anterioridad. Durante este ciclo olímpico, Carapaz ha sido el ciclista que más puntos le dio a su país para obtener esa única plaza. "Es más que obvio que ese puesto me lo he ganado, y no lo digo por egoísta ni por ser el vigente campeón. Es que el 50% de los puntos los he aportado yo". Pero con el nuevo reglamento en la mano, Narváez, favorecido por el calendario, ha obtenido más puntos. "Es un reglamento sin base ni sustento -denunció Richie-. La UCI dice claramente en el mes de octubre de 2023 que se cerraba la clasificación de cupos. El mayor aporte de puntos había sido mío. La Federación quiere hacer un pleito entre dos corredores que tenemos una amistad por algo sin base ni sustento". Quiso dejar claro que su relación con Narváez es excelente. De hecho, en cuanto se hizo público que sería él el representante de su país en la cita olímpica, Carapaz le envió un vídeo expresándole sus mejores deseos. Y DESPUÉS DEL TOUR DE FRANCIA, ¿LA VUELTA? "La espina que espero sacarme un día" Sabiendo que no será de la partida en los Juegos Olímpicos de París, y una vez pase el gran objetivo de la temporada que es el Tour de Francia, Richard Carapaz no descarta estar en la línea de salida de Lisboa para luchar por la Vuelta a España. A nadie se le olvida el gran espectáculo que protagonizó con su tremendo duelo con Primoz Roglic en la edición de la pandemia, disputada en otoño de 2020, y mucho menos a él. "Tengo ahí esa espinita clavada que espero sacarme algún día", reconoce. En un principio, se encuentra en sus planes. "Es un objetivo que me he marcado para esta temporada, aunque todavía no sé si para luchar por la general". Todo dependerá de cómo salga del Tour de Francia. "La Vuelta siempre me trae bonitos recuerdos. Fue la primera grande que corrí, en 2017, y en la última que disputé me llevé tres etapas y el maillot de la montaña. Cuando llegue el momento analizaré cómo me la planteo, si a por lo mismo o en busca de la general". La única vuelta de tres semanas en la que le falta por alzar los brazos para cerrar el círculo de ganar en las tres grandes es el Tour de Francia. En la edición de 2020 le cedió a su entonces compañero en el INEOS Grenadiers, Michal Kwiatkowski, una victoria parcial. "Ahora, si se me presenta una oportunidad, la voy a aprovechar", advierte el ecuatoriano.

Richard Carapaz: garra, coraje y corazón

Un día, cuando dejó Ecuador, su vida y su infancia atrás para atravesar la frontera con Colombia y ser ciclista, Richard Carapaz se obligó a algo: "Tienes que soñar en grande". Y así continúa. "Quiero verme de amarillo. Esa es mi mayor motivación cada día que me levanto de la cama".

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