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Una etapa como las que tantos añoran, larga y dura, con puertos para tensar la carrera, para seleccionar a los elegidos y para rematar una buena estrategia. En el Giro los puertos de segunda categoría le hacen sombra a los de primera del Tour o la Vuelta, como se ha demostrado en el Sella Chianzutan y el Sella Valcalda y los jefes de filas se quedan solos muchos kilómetros antes de lo que lo hacen el las otras grandes.
Una escapada anecdótica
Siguiendo el pronóstico de una etapa tan importante, los favoritos han rodado en el seno del pelotón hasta el último tercio de la carrera. La escapada consentida la han protagonizado en esta etapa seis valientes que, consiguiendo ascender las primeras rampas del Zoncolan todavía en cabeza, no han logrado superar los pronósticos. El cronómetro parecía favorecerles, y en la base del Sella Chianzutan, en el kilómetro 120 de la carrera, disponían de más de 14:30 sobre la cabeza del pelotón. Un pelotón que marchaba al ritmo que ponía Lampre, seguido tímidamente por los maillots negros y rojos del Caisse d'Epargne del líder, David Arroyo. El pelotón permitía y Jerome Pineau (Quick Step), Jackson Rodríguez (Androni Giacatolli), Ludovic Turpin (Ag2R), Nico Sijmens (Cofidis), Guillaume Le Floch (BBox) y Francesco Reda (Quick Step), marchaban en la cabeza de la carrera.
Control total
Y todo ha transcurrido con normalidad hasta que, saliendo de la localidad de Ovaro, justo en las primeras rampas del Zoncolan, Lampre ha tensado un puntito más la carrera. Tras más de 200 kilómetros pedaleando a un ritmo vivo, habiendo superado ya dos puertos de segunda categoría y uno de primera (el impertinente Passo Duron, con rampas de hasta el 18% de pendiente), salvo los que estaban luchando por la clasificación general, nadie se ha atrevido a mostrar ningún tipo de alarde. Los escapados iban cayendo uno por uno, el pelotón se deshacía por momentos, convirtiendo la carretera en un rosario de ciclistas solitarios, y Lampre, que ya había relevado al machacón Sylvester Szmyd, el polaco encargado de amargar la vida al resto del pelotón en las dos últimas etapas poniendo una marcheta muy intensa, se valía de Nibali y Basso para controlar la cabeza.
Scarponi acelera
Se acerca la pancarta de los últimos 7 kilómetros y Michele Scarponi, sin lanzar ningún ataque, pone un ritmo más vivo en la cabeza y se lleva a Evans y a Basso que, en menos de un kilómetro, ya habían sacado más de medio minuto a sus más inmediatos perseguidores, entre los que se encontraban Arroyo, Vinokourov, Sastre, Cunego, Tondo y Pinotti. Nibali sigue a su ritmo; probablemente el esfuerzo de ayer hoy le ha pasado factura, aunque más bien ha sido su director de equipo el que, a sabiendas de buen estado de forma de Basso, le regalase la etapa de ayer para que hoy todos trabajasen para que Ivan sacase la mayor renta posible a sus adversarios, como así ha sido.
Cosa de dos
Sastre, que parecía haberse quedado perdido en la subida, pone su ritmo de tranquilidad absoluta y empieza a recuperar posiciones en el pelotón. Nibali se relaja, Cunego enseña los dientes y Vinokourov, en uno de los puertos menos apropiados para su manera de pedalear, vuelve a sorprender a propios y a extraños realizando una subida magistral. Scarponi, quien un kilómetro antes desatase la ruptura del grupo de favoritos, tiene que bajar el ritmo y, al pasar bajo la pancarta de los seis kilómetros a meta, ya pierde 15 segundos. David Arroyo muestra un gesto tranquilo, aunque el esfuerzo es patente para él, y va perdiendo tiempo a un ritmo de unos 30 segundos por kilómetro. La maglia rosa parece todavía asegurada, ya que Ritchie Porte, su más inmediato perseguidor, se ha sumergido en las posiciones menos destacadas del Zoncolan. Basso pone el ritmo y Cadel Evans, como viene siendo habitual, le intenta seguir mostrando una cierta incomodidad por el ritmo que impone el jefe de filas del Lampre. No parece que las cosas vayan a cambiar hasta la línea de meta.
El juez impenitente
Cunego y Vinokourov parecen ir a más y, acomodando un ritmo machacón a la subida, empiezan a destacar del resto de favoritos. Scarponi, en tierra de nadie, hace de tercero de la etapa si perder de vista al dueto de la cabeza. Sastre sigue recuperando posiciones y David Arroyo perdiéndolas. El Zoncolan es el juez que no perdona flaqueza alguna.
Se pasa bajo la pancarta de los últimos 4 kilómetros y Basso aprovecha las rampas mantenidas del 15% de pendiente de este puerto para agotar a Evans que, faltando 3,5 kilómetros para la línea de meta, tiene que aflojar la presión sobre los pedales para no cometer excesos impropios de un ciclista mejor contrarrelojista que escalador.
Basso, viendo el efecto producido por su ataque y llevado en
volandas por los más de 80.000 espectadores que seguían en directo la carrera
en el último kilómetro, se crece: los resultados en la línea de meta no podían
ser más afortunados para él, ya que ha sacado 1:19 a Evans, 1:30 a Scarponi,
1:58 a Cunego, 2:26 a Vinokourov y 2:44 a Carlos Sastre. Esta hazaña le ha
servido para colocarse tercero en la clasificación general, a 1:02 de Porte y a
3:33 de David Arroyo que, al final de la etapa, perdía 3:50 con respecto a
Basso, el cual sumaría a su victoria la bonificación por ser el primero en
pasar la meta.
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