Es la ilusión del principiante, del chaval que se enfunda por primera vez un maillot, apostado en la furgoneta del equipo amateur, ese que le ha fichado después de brillar en juveniles, el que le dice, o al menos le vaticina un futuro en el mundo del pedal. El que le hace presentir que la bici va a ser lo suyo. Así está Iker Camaño, pero casi una década después de aquellos nervios, de aquella ilusión ingenua. Inocente. El vizcaíno viene amarrado a la experiencia, el desencanto y la decepción. Ingredientes todos ellos que aderezan la indiferencia. A él no. Más de medio año entrenando sin saber a dónde le llevarían sus pedaladas, si tenían como destino una carrera, cualquiera, la que fuese, que a Camaño le daba igual, o si llevaban directas a los altos hornos de Vizcaya. Y la ilusión no se pierde, al contrario. Ahora es más grande. Ahora que la tormenta ha pasado y un maillot, el del Endura Racing le viste después de pasar más de medio año sin competir, solo rodando por Santurce y sus alrededores.
'Matxin' no pudo renovarle
Así, sin contrato desde que Gianetti y Matxin le comunicaran que no había espacio para él. Camaño no se resignó y siguió entrenando hasta que, "cuando menos me lo esperaba me llegó un email", cuenta. Remitente: Endura Racing. Asunto: Propuesta de contrato. "Por mediación de Bingen Fernández me había puesto en contacto con ellos pero a las alturas que estábamos había perdido la esperanza. En febrero me dijeron que no tenían sitio y ya lo daba por perdido". No lo estaba. La escuadra británica le propuso correr la París-Correze y el Tour de Gran Bretaña para finalizar el año y firmar además un acuerdo para este 2011. Camaño dijo no, quería ganárselo en la carretera. "Al principio me comprometí solo para la primera carrera, quería que me vieran correr y si les gustaba, que me ficharan". Gustó.
Antes de las Navidades, Camaño ya tenía firmado su compromiso con el Endura-Racing, un contrato por dos años que le permite relajarse después de tanta angustia vivida. Lo peor, dice el vizcaíno, llegó cuando la rueda empezaba a girar para todos excepto para él. "Cuando veía a David López, a Isasi, a Castroviejo que son mis compañeros de grupeta ir y venir, faltaban a entrenar porque estaban en las carreras, lo pasé muy mal". Pero es entonces, asevera sin dudar, "cuando te das cuenta de lo mucho que te gusta la bicicleta. No me importaba salir porque era lo que me gustaba". Lo combinó con la pala y otros deportes, "para no saturarme de bicicleta".
"Lo daba por perdido"
Así pasaban los meses. "Lo daba ya por perdido". Y sabía que no podía desengancharse de ese tren. "Tenía claro que no podía pasar un año sin correr, porque en este mundo e olvidan de ti muy rápido y si estaba tanto tiempo fuera, iba a ser imposible volver", cuenta. Regresar al lugar en el que de pronto se quedó sin sitio. El Fuji-Servetto de 'Matxin' no abarcaba con su contrato. El técnico vizcaíno juró y perjuró que de haber un hueco, iba a ser para Camaño. "No tengo nada que achacarle. Me hubiera molestado si hubieran hecho más fichajes, porque me prometieron que yo sería el siguiente, pero como no los hubo no puedo reprocharles nada. Hubo conversaciones y cuando entró Ampo como patrocinador lo vi muy cerca pero después todo se torció. Les di varias alternativas pero ninguna les valía", resume. Aquellos días fueron los peores.
"Lo que me ofrecían no era lo que me merecía, hasta ellos me lo reconocieron". No estaba dispuesto Iker a pasar por aquél aro tan fino. De un sueldo tan ridículo. Su tozudez pudo más. "Quería dejarlo cuando yo quisiera, no por estas circunstancias porque física y mentalmente me veía bien". Así será. De la mano de Alex Sans, el que fuera director de Carlos Sastre en el Cervélo correrá ésta y la próxima temporada en el Endura Racing, un equipo continental, sin más aspiraciones que brillar en la Vuelta a Gran Bretaña, la nueva casa de Camaño, pero que le sirve al vizcaíno para renovar las ilusiones. "Este equipo me recuerda a mi época en Baque, cuando íbamos a las carreras con una furgoneta". Cargada, como él de sueños.