"De cara al fin de semana inaugural de las clásicas me sentí muy bien, especialmente después de disfrutar de un invierno sólido. A principios de año hice dos concentraciones con el equipo, la última en Portugal, junto con muchos de los otros corredores seleccionados para las clásicas, antes de dirigirme a Francia para el Tour de la Provence, donde sentí que la condición estaba mejorando por días".
"Ese fin de semana es muy importante para el equipo, siempre es una sensación especial saber que estarás allí, todo el mundo está emocionado y un poco nervioso. Personalmente, tenía grandes esperanzas en la Omloop Het Nieuwsblad, pero una avería arruinó mi carrera y no pude estar en la lucha final. A pesar de eso, tenía mucha confianza, porque logré una remontada sólida allí; eso significó gastar mucha energía, pero por otro lado subrayó mi condición".
"Veinticuatro horas después, en la salida de Kuurne-Bruselas-Kuurne, una carrera que ya conocía después de haber debutado allí el año pasado, tenía una gran sensación y estaba muy motivado para ayudar al equipo a obtener un buen resultado. Era un día frío con algo de lluvia, carreteras ligeramente mojadas y mucho viento, lo que ponía a la gente muy nerviosa. El viento no rompió el pelotón, pero fue lo suficientemente fuerte como para hacer muy difícil mantenerse al frente, realmente había que luchar para mantener tu posición".
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— KuurneBrusselKuurne (@KuurneBxlKuurne) March 1, 2020
"A 60 kilómetros para el final, un grupo tomó unos segundos de ventaja y teníamos un ciclista allí, pero otros equipos nos superaban en número, así que tiramos con fuerza para cerrar ese movimiento, lo que hicimos después del Oude Kwaremont. Sabíamos que en las carreteras pequeñas había muchos cambios de dirección que podían dificultar el trabajo a los demás, por lo que establecimos un gran ritmo antes de que Bob (Jungels) atacara. Cuando lo neutralizaron, contraataqué, llegué al grupo delantero y seguí adelante. Dos ciclistas lograron quedarse conmigo, y me puse en modo contrarreloj durante los últimos 35 kilómetros".
"Tiré fuerte para deshacerme de ellos y al mismo tiempo mantenerme alejado del grupo. Después de soltar al último, dentro de los últimos diez kilómetros, sabía que la diferencia no era tan grande, pero seguí y seguí sin mirar atrás, y solo en la recta final pude relajarme, sabiendo que la victoria era mía. Cuando era pequeño, soñaba con las clásicas adoquinadas, y ganar una en mi segundo año completo como profesional fue un sueño hecho realidad. Fue una victoria que me elevó la moral. Me quedé realmente disgustado cuando la temporada se detuvo un par de días después, aunque entendí completamente y acepté el motivo de esta decisión".
