Ya han transcurrido 24 horas desde que Tom Dumoulin se erigiera como ganador del Giro de Italia 2017 y la primera y más obvia conclusión que nos deja la carrera es la confirmación de sus enormes posibilidades como ciclista de tres semanas tras enterrar de forma definitiva las dudas que aún versaban en torno a su capacidad escaladora.
La Mariposa de Maastricht, el mayor talento nacido en la historia reciente en suelo neerlandés, ha luchado en estos últimos años para transformar su cuerpo y ganar la batalla a la báscula, que actualmente solo arroja 69 kilos para sus 185 centímetros de altura. Su intención era clara: que su mayor corpulencia dejara de ser un lastre en la montaña llegado el momento de luchar con los grandes vueltómanos en las rondas por etapas, sin perder por ello su habilidad contrarreloj. Su sello distintivo con respecto a su competencia que le permite compensar el no ser un escalador puro.
Poseedor de un biotipo muy diferente al de los ciclistas que han dominado las grandes vueltas en la última década, que principalmente han destacado por su destreza en la montaña, su físico, sus habilidades y, en cierta forma, su forma de correr recuerdan a Miguel Indurain. El navarro ganó cinco veces el Tour y en dos ocasiones el Giro marcando las diferencias en la crono y administrando su ventaja en la montaña, de la misma forma en que ha actuado Dumoulin en este Giro en el que los 70 kilómetros contrarreloj han terminado siendo mucho más determinantes que una última semana repleta de montaña.
Tom, que cumplirá 27 años en el mes de noviembre, ha logrado la victoria en una edición de la ronda transalpina con una participación espectacular y resistiendo la oposición de dos corredores que cuando concluyan su trayectoria profesional tendrán prácticamente seguro un espacio en el gran olimpo del ciclismo: Nairo Quintana y Vincenzo Nibali. Un hecho que es la mejor muestra de su capacidad y da una mayor dimensión a su triunfo que nos invita a situarle ya, cuando aún resta un año y un mes para que se dispute, como gran favorito a ganar el Tour de Francia 2018 junto al colombiano -que ha de ser su gran rival generacional pues ambos son de 1990- y Chris Froome. Solo tendrán que cumplirse unos pocos condicionantes para que parta como tal: una mejora del grupo de ciclistas que le rodea en el Sunweb, que ataje los errores infantiles que han estado a punto de costarle la carrera y que ASO, organizador de la ronda gala, tenga a bien premiarle con medio centenar de kilómetros contrarreloj. Y nos explicamos:
- Dumoulin, además de este Giro de Italia 2017, podía contar ya en su palmarés con la Vuelta a España 2015. Únicamente hubiera necesitado algo de apoyo, pues no tuvo ninguno, en la célebre etapa por la Sierra de Guadarrama en la que Fabio Aru, gracias al excelente trabajo de Mikel Landa, Luis León Sánchez y Zeits, le arrebató el maillot rojo. En esta ocasión su equipo se ha mostrado algo más competente y sólido, pero ha vuelto a ser norma verle actuar sin ayuda en los instantes decisivos de la carrera. Sunweb tiene que reorientar su política de fichajes y rodear a Dumoulin con, al menos, dos escaladores más de probada fiabilidad que puedan sumar un salto de calidad a lo que ya ofrecen Kelderman, Ten Dam, Preidler o Geschke.
- Si hubo emoción en la contrarreloj final de la Corsa Rosa, a la que se llegó con cuatro ciclistas en un estrecho abanico de 53 segundos, fue porque la madre naturaleza tuvo el capricho de acudir en mal momento al cuerpo de Tom Dumoulin. Sin ese ya histórico incidente, el corredor del Sunweb habría ganado plácidamente la carrera y habríamos tachado su dominio de absoluto. Y si bien es cierto que pudo haber gestionado mejor el momento de realizar la parada, es más un hecho aislado de mala suerte que un error. Pero el que sí fue tal, fue el que padeció en la jornada con final en Piancavallo, cuando inexplicablemente rodaba en la parte trasera del pelotón al inicio de la etapa. Bahrain y Movistar aprovecharon la circunstancia para romper el pelotón y tuvo que gastar unas fuerzas preciosas para abortar la situación que echó mucho de menos en el puerto final, en el que acabó cediendo más de un minuto. Ganar una grande exige tres semanas de máxima concentración y un fallo de este tipo es inadmisible
- En las opciones futuras de Dumoulin de volver a reinar en una grande tendrá mucho que ver el planteamiento que realicen de sus carreras los organizadores de las grandes vueltas. El siglo XXI ha estado marcado por una irrefrenable tendencia a reducir los kilómetros contrarreloj en las rondas de tres semanas hasta la llegada de este Giro. Será interesante comprobar si a partir de ahora RCS Sport, ASO y Unipublic vuelven a apostar por las cronos ante la aparición de un ciclista de este tipo o si bien mantienen el estilo. Independientemente de ello, el neerlandés tendrá que apostar cada curso por aquella gran vuelta que le ofrezca cerca de medio centenar de kilómetros contrarreloj, una cifra con la que sí cuenta tendrán muy difícil batirle sus principales adversarios generacionales -Quintana, Pinot, Bardet, Aru, Landa, Yates, Chaves...-.