"Los sueños se persiguen y se festejan con champán", asegura el francés Julien Alaphilippe en las calles de Épernay, la capital del vino espumoso que representa como pocos la celebración. Con su tercer triunfo en la ronda francesa, el inquieto corredor del equipo Deceuninck - Quick Step ha conseguido uno de los objetivos de su carrera, vestir el maillot amarillo del Tour y, de paso, escuchar su nombre gritado por los aficionados franceses. Alaphilippe lo consiguió el día que el Tour entró en Francia, pese a que a su equipo, belga, le hubiera gustado que lo hiciera en Bruselas. Lo hizo en una etapa que tenía marcada en rojo en su calendario porque acababa en un repecho que se adapta a sus condiciones. Pero como todo el mundo le esperaba, optó por un ataque lejano, a 16 kilómetros para la meta, una emboscada que desmontó a sus rivales y que supo convertir en victoria de etapa. Con el añadido de que se tradujo también en el liderazgo de la general. "Todo el mundo me esperaba después de haber ganado el año pasado dos etapas, tenía que hacer algo diferente", indicó el corredor, que ya ha cumplido otro de sus sueños, vestirse de amarillo, un año después de haber llevado hasta París el maillot de rey de la montaña. "Estaba en mi mente", reconoció al término de la etapa un ciclista que suma 11 triunfos en esta temporada y que con el desparpajo que le caracteriza aseguró que viene cumpliendo todos los objetivos que se va fijando. Los que le conocen saben que Alaphilippe es un trabajador infatigable, que ha sabido centrar sobre la bicicleta la hiperactividad que de niño no supo domesticar la música, como le hubiera gustado a su padre, director de orquesta, que vio algo frustrado como su vástago, nacido el 11 de junio de 1992 en Saint-Amand-Montrond, optaba por la batería. Aunque pronto fue la bicicleta lo que atrajo su atención y donde puso toda la energía que rebosaba. Con 18 años su nueva pasión estuvo a punto de frustrarse a causa de una lesión de rodilla que nadie supo diagnosticar de forma concluyente. Optimista sin remedio, Alaphilippe decidió entonces dirigir sus pasos al ejército y en su equipo de ciclocrós finalmente logró recuperarse físicamente. Pero el mundo de la bicicleta va demasiado rápido y en 2013, con dos títulos de campeón nacional de ciclocrós, el animoso francés no encontró más que puertas cerradas a su paso. Ningún equipo francés quiso de sus servicios y solo encontró refugio entre los jóvenes del Quick Step. Allí fue comiéndose etapas hasta convertirse en el ciclista de clase y talento que es en la actualidad. Él mismo rechaza que pueda luchar por una gran vuelta, pero en el equipo belga ha encontrado un terreno abonado para sus ambiciones, que pasan por victorias en las clásicas, de las que se siente sin duda más orgulloso. Trabajador enfermizo, sus compañeros aseguran que es difícil seguir su ritmo de entrenamiento, mientras sus preparadores aseguran que, de joven, tenían que frenarle para no perjudicar a su físico. "Me gusta sufrir", confiesa el francés, una declaración que contrasta con su talante, siempre sonriente, siempre el bromista del grupo. Directo y dicharachero, se ha ganado algunos roces en el seno de un pelotón donde no siempre se acepta su carácter particular. Pero nada de eso detiene su ambición. Alaphilippe, a quien unos comparan con Alejandro Valverde y otros con Philippe Gilbert; a quien unos bautizan como "Jalaphilippe" en recuerdo de Laurent Jalabert y otros ponen en el espejo de Thomas Voeckler por su capacidad de encender a los aficionados franceses. Él sigue su camino. Ha rechazado jugosos contratos en otros equipos por mantenerse en el Deceuninck - Quick Step, donde dejan vía libre a su forma de correr. El resultado es patente: la Flecha-Valona de 2018 y 2019, la pasada Milán-San Remo, las tres victorias en el Tour y una más en la Vuelta demuestran que se puede confiar en el francés. Él, sigue festejando sueños. "Esta temporada estoy consiguiendo todos mis objetivos" El francés Julien Alaphilippe se mostró exultante tras la tercera etapa del Tour de Francia, donde consiguió su tercera victoria en la ronda gala y se vistió de amarillo por primera vez: "Esta temporada estoy consiguiendo todos mis objetivos". "Había soñado con esta operación y ahora pienso en mi familia. He trabajado mucho para tratar de lograr esta etapa, es algo increíble. El Tour es todavía largo, queda mucho por hacer. Sabía que tras lo que hice el año pasado me iban a vigilar más, pero no quería dejar escapar esta ocasión. Tenía que intentarlo y por eso había que intentar ganar de esta manera", afirmó. "Voy a tratar de conservar el maillot amarillo el mayor tiempo posible", dijo el corredor, que señaló que ese objetivo no debe interferir en las opciones del español Enric Mas de luchar por la general. "Vamos a continuar protegiéndole. Estamos aquí para ganar etapas pero este maillot amarillo es un bonus. Enric va a seguir bien, la carrera es todavía larga hasta París", dijo el francés. Alaphilippe aseguró que el liderazgo del Tour "es la recompensa de todo el trabajo, del camino que he recorrido" desde que se dedica al ciclismo. El francés agradeció al Quick Step que le permitan ejercer el ciclismo como él lo concibe y aseguró que ha rechazado importantes ofertas de otras formaciones para mantenerse en el equipo belga. Sobre la etapa de hoy aseguró que no imaginaba atacar tan pronto, que había puesto a trabajar a sus compañeros en las cotas previas para "asfixiar" a los rivales y que notó que tenía fuerzas para escaparse. "Entonces me di cuenta en el descenso que lograba una pequeña renta y decidí darlo todo para buscar la victoria de etapa. Con el amarillo no contaba", comentó. "Estoy muy satisfecho de mi temporada, he logrado todos mis objetivos y venía muy motivado al Tour por lo que hice el año pasado. Sabía que había mucha expectación. Pero queda mucho Tour. Llevar el amarillo estaba en un rincón de mi cabeza y ya lo he conseguido. Sé que será difícil mantenerlo. Pero es grandioso lo que he conseguido", señaló.