La etapa reina de esta edición centenaria del Tour de Francia, a parte de una doble ascensión al Alpe d’Huez esconde un terreno idóneo para plantear emboscadas que quien sabe si no será más decisivo aún que las propias subidas. Hablamos del descenso del col del Sarenne que se realizará poco después de terminar la primera ascensión al Alpe d’Huez y que precederá a la ascensión final al mítico puerto de las 21 curvas.
Esta bajada esconde una carretera estrecha, muy revirada y de asfalto irregular incluso con algo de gravilla. El coctel de por sí parece interesante pero la previsión de lluvia le añade un cariz extra de peligro que podría ser aprovechado por algún ciclista para dar un vuelco a la carrera más si tenemos en cuenta que el único resquicio de debilidad por Froome puede estar en su confianza en las bajadas.