Especial Bicis Gravel: test MMR X-Tour Edgar Plans

La geometría de esta X-Tour es prácticamente calcada a su modelo Attack de ciclocross, lo que la convierte en una bici de gravel rápida que ofrecerá sensaciones familiares a los que vengan de la carretera.

Héctor Ruiz

MMR X-Tour Edgar Plans
MMR X-Tour Edgar Plans

Cuando MMR se planteó cómo afrontar el diseño de una bici gravel, lo tuvo claro apostando por la vertiente más deportiva. De hecho, la geometría de su X-Tour es prácticamente calcada a su modelo Attack de ciclocross, lo que la convierte en una bici rápida que ofrecerá sensaciones familiares a los que vengan de la carretera. El cuadro es clásico de líneas, casi sin sloping en el tubo superior, con lo que parece más grande de lo que es.

Pero sus 541 mm en talla 55 son cortos, en torno a 15-20 mm menos de lo habitual, por eso se permite equipar una potencia de 110 mm que antes de montarnos en la bici nos pareció larga, pero una vez sentados en el sillín coloca el manillar a la distancia adecuada para que pedaleemos con la espalda más erguida de lo esperado. No así la altura, con una pipa de dirección algo corta de 135 mm, también unos 20-30 mm menos de lo normal.

Sin embargo, todo esto no pasa factura al control del tren delantero, ya que cuenta con un Reach adecuado y el avance de las punteras es más bien reducido. Desde que das las primeras pedaladas, la bici deja claro que le gustan las rutas enérgicas y veloces; coge velocidad con facilidad y el tren delantero tiene un comportamiento predecible y preciso en trazadas reviradas, como cuando esquivamos hoyos en mitad de la pista o hacemos un uso más urbano entre coches o vamos enlazando carriles y senderos de parque en parque hasta salir de la ciudad.

 

mmr x tour

 

Esta rapidez se debe también a la rigidez del cuadro, fabricado con el mismo carbono unidireccional que sus bicis de carretera y MTB de alta gama, con un peso contenido -a pesar de las ruedas- y una rigidez muy elevada en el pedalier, no tanto en el triángulo trasero. El grupo GRX Di2 nos ha encantado, sobre todo por la ergonomía de sus manetas, y dista mucho de sus hermanos de carretera por la robustez general de cada pieza y detalle.

Un último punto donde aflora esa genética de carreras de MMR es en los discos de freno, de 140 mm, que no están mal para un ciclista ligero, pero con unos de 160 mm dan mayor margen en caso de que llevemos la bici cargada de alforjas y con más peso. Para este cometido y para guardabarros, lleva las correspondientes roscas repartidas por el triángulo trasero y la horquilla, aunque los más aventureros quizás echen en falta soportes para un tercer y/o cuarto portabidón.

Esta edición especial de 25 unidades es un diseño del artista asturiano Edgar Plans e incluye una bolsa de manillar Cordel Dürüm, también en edición limitada, de 2 litros de capacidad.

 

ficha tecnica mmr