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A Carlos Sastre le han facilitado el resultado de una
resonancia magnética, a través de la que conoce el verdadero alcance de la
lesión que se produjo en la espalda como consecuencia de las dos caídas
sufridas en el pasado Giro de Italia. El ciclista sufre una hernia discal
posterior y central extruida del disco L5 S1. Una lesión que puede condicionar
su participación en el próximo Tour de Francia.
"Lo único que tengo claro ahora mismo es que, en teoría, tengo tiempo para
recuperarme y poder estar en el Tour, pero tampoco quiero obsesionarme con
nada. Coincido con lo que ha dicho el mánager del equipo: lo más importante es
mi salud y poder hacer mi trabajo en condiciones normales. No pienso ir
lastrado al Tour desde el primer día. Si al final tomo la salida será porque no
tengo ninguna molestia", ha manifetado el ciclista del Cervélo al tener el
resultado de las pruebas a las que se ha sometido en la Clínica Santa Teresa,
de Ávila.
Carlos Sastre ha estado acompañado en todo momento por su fisioterapeuta.
"Él es optimista. Piensa que con su trabajo puede controlar el espacio
para que el disco no roce con el núcleo nervioso. Dice que con una serie de
ejercicios, una alimentación adecuada y una buena recuperación podemos
conseguirlo", comenta el ciclista del Cervélo.
Para el líder del Cervélo, esta semana va a ser muy importante. "Vamos a
ver cómo van las manipulaciones con el fisio. Puedo sacrificar unos días de
entrenamiento más, pero tampoco muchos. No quiero hacer ningún tipo de presagio
sin saberlo. Yo quiero correr el Tour, pero estos dolores tienen que
desaparecer para que eso sea posible. La zona del golpe ha mejorado porque no
estoy haciendo los esfuerzos que hacía en el Giro, pero me lo quiero tomar con
tranqulidad, sin imponerme ninguna meta", advierte.
SU VIA CRUCIS DEL GIRO
Carlos Sastre reconoce que el Giro de Italia empezó a
torcérsele prácticamente desde su inicio. La primera caída fue el segundo día
del Giro, en la primera etapa en línea, a 7 kilómtros de meta. "Fue una
caída dura. Se iba muy deprisa y recibí un golpe muy fuerte del corredor que
venía por detrás, al que no le dio tiempo a frenar. Eso provovó que las caderas
y las últimas vértebras lumbares sufrieran un desplazamiento", recuerda. "Llegué
al autobús del equipo con fuertes dolores en la zona lumbar. El fisio trató de
colocar las caderas, la pelvis y las últimas vértebras lumbares sin mucha
fortuna, porque estaba todo muy inflamado y era muy difícil
descontracturarlo", añade.
Sastre recuerda que al día siguiente no podía hacer ningún tipo de fuerza.
"Quería ir para alante pero no podía. Me sentía impotente, pero al mismo
tiempo feliz porque perder 45 segundos cuando podía haber perdido ocho o diez
minutos, para mí fue una satisfacción muy grande".
Por suerte llegó pronto el día de descanso, que le vino bien para que el fisio
le manipulara otra vez y así poder desbloquearle las vértebras y darle la
movilidad que necesitaba en esa zona lumbar para poder hacer fuerza otra vez.
"Eso me sirvió, aunque sufrí mucho y sólo pude pasar al relevo, para poder
estar en la contrarreloj por equipos con mis compañeros".
Poco a poco fue recuperando y cuando todo estaba volviendo a su normalidad, en
la séptima etapa sufrió la segunda caída. "Rápidamente noté que me había
hecho daño, tanto en el gemelo izquierdo como en la espalda. Sobre todo
en la herida. Un
corte profundo, con pérdida de carne, en la última vértebra lumbar. Cuando
estás caliente, notas las molestias pero no te das cuenta de la realidad, pero
cuando cuando llegué al hotel el fisio comprobó que tenía un fuerte golpe en la
zona lumbar, tanto pelvis, como cadera, como vértebras en malas condiciones.
Poco a poco me fue manipulando de forma suave para no hacerme más daño del que
ya tenía. Al día siguiente en el Terminillo acabé satisfecho al perder poco más
de un minuto con los mejores, porque en un puerto de esas características sin
poder hacer fuerza, la verdad es que es una sensación francamente mala. Al día
siguiente tuve el pinchazo y, aunque ya tenía muchas ganas, seguía sin poder
desarrollar la fuerza que yo quería hacer sobre la bicicleta. Sobre
todo arrastraba muchas molestias lumbares", relata Sastre.
"Después de la caída de la séptima etapa sentía como si
tuviera un puñal clavado en el costado, por encima de la cadera izquierda, y
notaba radiaciones que me bajaban por ambas piernas, tanto por el cuádricep
exterior como por la parte exterior de la pierna hasta los tobillos. En esas
condiciones hice hasta la etapa del Zoncolan prácticamente. Tuve que abrir las
calas de las zapatillas y dejarlas completamente sueltas porque al llevar los
pies rectos me provocaba un fuerte dolor en los glúteos, porque me estaba
presionando el nervio ciático y me impedía pedalear con facilidad",
continúa.
A partir del segundo día de descanso empezó a notar cierta mejoría. Ya no
notaba la espalda tan bloqueada, ya era más sencillo para el fisio manipularle,
pero a nivel muscular veía que no trabajaba en las condiciones idóneas. "Todo
esto ha provocado que no me encontrase bien en todo el Giro de Italia,
independientemente de que hubiera llegado con pocos días de competición, que a
lo mejor puede haber influido también en el resultado", concluye.