Luis Ángel Maté, el Gran Capitán

El Blog de Rafa Simón

Luis Ángel Maté, el Gran Capitán
Luis Ángel Maté, el Gran Capitán

“Espero que haya tenido un buen vuelo, señor”, recibe de detrás de la sonrisa de una azafata con marcado acento francés. Luis Ángel responde con un “merci” casi de forma automática mientras se dispone a bajar las escaleras del avión. Revisa sus bolsillos. Su pasaporte, el móvil. Los Whatsapps aporrean. Uno le hace sonreír. Las seis de la tarde ya. Medio día en un avión, otro más. Casi como media vida suya. Volando. Corriendo. Bosteza sin darse cuenta.

En Valencia el sol es agradecido en septiembre. Abraza pero no abrasa. Tiñe suave. A él le gusta, es su medio natural. Ayer, en cambio, sus esfuerzos por llevar a Dani Moreno a resguardo se jadeaban bajo el cielo encapotado de Plumelec, en  Francia, en los “Europeos”. Le pidieron desde la selección que controlara fugas, que fuera el bálsamo de sus líderes en los latigazos de cada curva. Que velara por el grupo en un circuito “ratonero” que ya conocía. Cumplió a la perfección. Luego, cuando los galgos se quedaron solos en la lucha por las medallas, se dejó llevar, con un pedaleo suave, casi acompañado por el coche escoba, hasta meta. Allí le cantaron el bronce de Dani. Se sintió recompensado.

Tras recuperar la maleta busca con impaciencia la salida. Por megafonía le confirman las 8 horas de espera para su conexión con el vuelo a Marbella.

En los noventa su ciudad salía mucho en la tele. Magnates y gente amante del faranduleo disfrutaban de lujosos yates y suculentas exclusivas en las revistas del corazón para gozo de los políticos locales. También estaban los de siempre.  Gente de a pie. Gente como él. Como sus amigos. Chicos que crecían al margen del oro ajeno. Que no se mezclaban con niños mimados que salían en revistas.  Él iba al cole, jugaba a las chapas en el recreo. Pero lo que más le privaba era su bici. Quería ser ciclista.

Desde pequeño se acostumbró al olor de perfume caro en las playas cuando salía con su bicicleta. De esperar en los semáforos entre Mercedes, aunque el coche de su padre fuera uno normal. Cada fin de semana recorría con Ángel, su padre,  170 kilómetros para ir a Cádiz, porque en Marbella no había equipos de ciclismo. A veces también les acompañaba Ana, su madre, privando a sus otros hermanos de hacer cosas con ellos.

Pero su progreso prematuro como juvenil le llevó al Norte, al Ávilas Rojas. Por aquel entonces, uno de los equipos más potentes en el campo amateur. Fueron tiempos duros. De multiplicarse. Sus padres le pidieron seguir estudiando. Se desdobló. Por las mañana entrenaba y, por las tardes, hacia el camino inverso al resto de chavales, el que le llevaba al instituto. De día soñaba con ser ciclista, de noche se espabilaba para sacarse el Bachillerato. Como cualquier chico de los “de a pie”, porque tenía que ser así.

Pero fue con el filial del Andalucía, en 2007, horas después de conquistar la etapa reina de la Vuelta a Tenerife, cuando escuchó lo que tanto había anhelado. La llamada de Paco Cabello: “`Lince`, te paso el año que viene con los grandes. ¿Estamos,no?”, recibió del otro lado del teléfono. Los nervios colapsaron su humor natural. “¡Si, claro!”, recitó. Suficiente.

Fue un año intenso. El primero en profesionales, en el equipo de su tierra. Su debut, en cambio, no fue el soñado. Fue durante una de las pruebas de la Challengue de Mallorca, en Palma. Su equipo se olvidó de él tras un inoportuno pinchazo. Tuvo que hacer valer sus ganas para reptar entre los diferentes coches de equipo, contra el viento costero, hasta llegar de nuevo exhausto, al pelotón. Lo atrapó prácticamente en la línea de meta. Llegó de puntillas. Exhausto. Pero se quedó con lo más importante. Valía para este mundillo.

Quien también se dio cuenta de ello fue Davide Rebellín, uno de sus principales compañeros de entrenamiento en Marbella. Luis Ángel se acercaba a buscarle a la residencia donde vivía cada día. Hablaban poco. Congeniaban mucho. Maté aprendió a entrenar en silencio. A observar los métodos del italiano. Escrutaba cada gesto, cada pedalada. Cómo se cuidaba, como actuaba en carrera. Como ejercía de capitán desde el silencio. Él quería ser uno como él. Un “gran capitán”. Nunca supo si Davide le consideraba su amigo o simplemente un compañero de entrenamientos hasta que, un día, de forma escueta, le dijo que su próxima estación estaría fuera de España, con él. “Te llevo al Androni”, le dijo. Sin más.

Con cuatro palabras sacó al marbellí de un equipo, el andaluz, que años después desaparecería, para relanzar su carrera en uno de los mejores equipos del mundo. Cada carrera, cada noche de hotel, era una clase magistral de ciclismo. Gilberto Simoni, Bertagnoli, Sella…los grandes del Giro en su misma habitación. Con ellos disfrutó de su “primera Grande”. La suya propia. La Vuelta a Andalucía. Vivió el gran sueño para todo aquel que empieza. Que el público corease su nombre en cada repecho. Que lo silbaran por cada pueblo. Que le reconocieran su mérito. “¡Vamos, ‘Lince`!”.

Pero el equipo perdió componentes, flojeó en su presupuesto. Ivon Sanquer, Mánager de Cofidis, tocó su puerta. Le pidió que aportara su experiencia para acompañar a los “capos”. Para ayudar a David Moncoutie cuando se lo pidiera. Para aportar esa “salsa” andaluza cuando tocara “sopa fría” en el equipo. Desde entonces no ha cambiado de maillot. Y ahora los más jóvenes le miran como el miraba a Rebellín. Con admiración, con ganas de que les cuente cosas, de que les enseñe de una vez de dónde saca esa alegría cuando las cosas no salen.

Mate siempre les dice que es mucho más simple que todo eso. Que lo peor se lo crea uno mismo. Que si uno ha dado todo lo que tenía, no hay que reprocharse nada. Tan sólo aprender de los errores, para no caer en ellos de nuevo. Pero sin excesivos lamentos, ni obsesiones, sin perder horas de sueño lamentándose por no haber cogido una fuga o no haber arrancado en el momento adecuado.

La brisa mediterránea vuelve a golpear el rostro permanentemente bronceado del “Lince”. En ese momento se le ilumina aún más. Tras cruzar la puerta de salida del aeropuerto espera Dévora, su mujer. El colchón a su cansancio. El desahogo a sus enfados. Ella.

Ella es Marbella. Sus inicios. Su camino. Cuando no era ningún capitán en ruta. Cuando nadie le pedía consejos. Cuando no corría Tours, ni Vueltas. La Marbella donde, entre tanto Yate y cadenas de oro, entre tanto paparazzi en busca de una exclusiva de toda aquella gente, él sólo era un chico que soñaba con ser ciclista, con emular las gestas de las pegatinas de los corredores que pegaba en sus chapas. Sobre todo uno en particular. Tardó en confesar a Rebellín que él era uno de sus preferidos. Que le ponía cristal encima para que rodase con más fuerza.

Y la Marbella de sus amigos, de los que le llaman “Lince”, porque dicen que es “tan raro como uno de esos, de los de Doñana”, de los que le tiran de su trenza, agrupada en una pequeña rasta. Se la dejó de pequeño porque quería ser torero, aunque luego se arrepintió. Le daba tanto miedo ponerse delante de un toro como pena de que se matase al animal. Pero no se la quitará nunca. En su trenza va lo más sagrado. Va su niñez.

Pero también la Marbella tóxica. La de los coches que no conviven con los ciclistas. La Marbella de los dirigentes políticos que quizás deberían hacer algo más para que ser ciclista no fuera peligroso. Para que se penara a los que gritan, a los que no rebasan con suficiente margen al ciclista, a los que atropellan cicloturistas. Al que se llevó a su amigo, a Ricardo Otxoa. Al que dejó viuda a la chica de Iñaki Lejarreta, con un niño en camino.

A veces, cuando entrena sólo, cuando tanto energúmeno enmudece a bocinazos sus protestas cuando le rebasan tan cerquita, se pregunta si todo esto merece la pena. Si debe de alegrarse porque Javier Minguez le haya vuelto a invitar a ir con la Selección al próximo Mundial. Luego se le pasa. Porque mira a Dévora, que bromea con su coleta. La del chico que quiso ser torero. El que cambió los muletazos por emular a Davide Rebellín. Ser como él. Un gran capitán.

Rafa Simón

@rafatxus

 

Fuente fotos:

Luisangelmate.com

Marbella24horas.es

Dailypeloton.com