Mama, yo de mayor quiero ser Máster

El Blog de Rafa Simón

Rafa Simón

Mama, yo de mayor quiero ser Máster
Mama, yo de mayor quiero ser Máster

“¿Sales hoy o qué?”, le abordo. Tercera vez que insisto en dos semanas a mi colega, el que corre en categoría “Máster”. Y siempre la misma respuesta. “Es que hoy tengo entrenamiento con el equipo, pero a ver si nos cruzamos. ¿Por qué zona salís?”, me responde con diplomacia. Claro. Es normal. Es como si dos amigos se llaman (bueno, uno al otro, si se llaman a la vez siempre daría comunicando): “¿Oye, sales esta noche?”, preguntaría uno, el deseoso. “Es que he quedado con unos amigos, pero dime por donde vas a estar, para ver si nos vemos por ahí”, respondería el otro, el “escapista”. Algo falla.

Lo lógico sería que todos pudieran ir juntos. Cicloturistas (“globeros”, vamos a entendernos) con los que corren en “Máster”. Imposible. Es como en los documentales de animales. Si una gacela escucha que otra ha quedado con unos leones para comer intuirá rápidamente que el menú contará con ella en el “todo incluido”. Se las pira. Pues para un “globero” hablar de “Másters” es dar pedales en dirección opuesta. Paliza segura. Y para los “Másters”, pues un poquito de lo mismo. Pero a la inversa. Leeeento entrenamiento.

Un poco, retrocediendo a nuestras inseguridades adolescentes, vendría a ser como cuando tus amigos te veían hablando con los “raruquis” del Insti. Uno se solía defender con un “no es lo que parece” mientras hacías como que le ibas a pegar “un toque” al que tuvieses al lado porque no te gustaban sus gafas ( o porque las llevaba), pero la evidencia estaba ahí. Tú estabas sentado en el mismo banco que el que llevaba una camiseta de Star Wars y encima con una de sus revistas en la mano. Retratado. Pues ojo a aquel Máster que salga a entrenar con un grupo de “globeros”. Y que encima alguno le saque una foto con ellos en la “grupetta”. Y que le etiquete en Facebook: “Hoy hemos ido todos a rueda de Juan, que entrenamiento más duro!”. Y detrás del pobre Juan, afinado y hercúleo “Máster”, una hilera de desangelados cicloturistas. Uy, uy, uy. Que humillante.

Aunque hay un periodo anual en el que todo vale. En otoño o incluso un rato del invierno. En esa época los “globeros” estamos especialmente obesos, pero nos ampara nuestra condición UCI. Nuestra categoría de omnívoros desproporcionados. Vamos, que es lo que se espera de nosotros. Que destilemos grasa. Sin embargo, los “Máster” se juntan con el rebaño de “fuertecitos” justamente por eso, porque hay que ir despacio y coger kilos (¿dando pedales?) para poder perderlos después en verano. Como los actores de cine, que los cogen y los pierden por exigencias del guion. “Es que si estoy fino ahora…me paso de forma en verano”. Lo habrás escuchado alguna vez…de un profesional. Cierto. Pues yo firmaba estar fino ahora y extra fino (patrocinado por Evax) en verano. Aunque me tocase coquetear con la posibilidad de ir al psiquiatra.

Pero llega marzo y entonces… Magia. Los Máster desaparecen del rebaño de cicloturistas de tallas “L”. “Han quedado a las 10 en no sé qué calle, que hoy les toca series”, se escucha desde el sector “globeril” más informado. Dan ganas de hacerse el encontradizo. Por ver si lo de las series es porque son actores. Y sacarte la foto con ellos. Y publicarla. Ojo, que muchos te animan a salir con ellos. Lo que no te aseguran es que acabes volviendo en el mismo grupo. Que cuarenta de media no es para tanto. Eso si fuese todo en bajada y se pudiese obviar todo ese viento de costado que nadie es capaz de solventar indemne a no ser que cuente con un Máster (distinción académica) en ingeniería de cuneta y abanicos.

Pero yo hoy doy el paso: A mí me gustaría ser Máster, lo confieso. Pero uno de verdad. Nada de ser uno de esos que van asfixiados en las carreras desde el kilómetro uno, de los que llevan el maillot como un mandilón y con toda “la mocada” pegada en un brazo, síntoma previo de que no seguirán al pelotón en el siguiente latigazo. O con amagos de vómitos en cuanto las pulsaciones se revolucionen para arriba y para abajo. Nada de eso.

Yo quiero ser uno guay. De los que llevan las mejores bicis. A los que les llaman los profesionales para ir a entrenar con ellos, para que les den un “puntito extra”. De los que los propios profesionales etiquetan en las redes sociales, haciéndoles cómplices selectos de entrenamientos donde alguna vez has soñado con estar y sólo puedes conformarte con darle al “me gusta” cuando cuelgan alguna foto. O bien simular que eres coleguilla de alguno (véase símil del instituto siendo tú el de la camiseta de Star Wars y las gafotas) y forzar un comentario.

Imagínate un ejemplo de foto a 6: dos Movistar, un Caja Rural, un Murias, un pobre amateur que quizás pase el año que viene a profesionales y el Máster30 (que puede ir líder de algún campeonato regional en ese momento). Pues será el Máster30 el que parta la pana en esa grupetta. El que haya decidido la ruta, las horas de entrenamiento y dónde apretar. Algo intuían He-man y Skeletor cuando les dio por crear los Másters del Universo (si eres menor de 30 años ignora esta gracieta, que no fuiste a EGB).

Pues yo quiero ser uno de esos. De los que están tan finos que podrían rasgar el maillot con sus costillas. De los que, cuando se bajan de la bici, les tienen que sostener con ventiladores (como en un videoclip de Cher) para que no se caigan al suelo de pura ligereza, como hojas caducas de un árbol que cambia de estación. Un Máster de los de tener más venas en las piernas que cables tenía Robocop. Como un mapa de los ríos de España. Uno de los que tienen preparador, nutricionista, fisio, psicólogo y mujer que le aguante con los calcetines de compresión todo el día puestos en casa. Exacto, puestos hasta para eso que estás pensando. 

Y me gustaría ser fichado por alguno de los mejores equipos de la categoría. Tener maillots de publicidad “rara”, de la que no sale en las grandes Vueltas, pero que cualquiera que tenga más de 30 años pagaría por lucir en su fina osamenta. Y ser de los de que ganan. De los que han levantado los brazos en lugares tan emblemáticos como Pepino, Frómista, Membrilla o Villalpando. Donde se escribió la historia del ciclismo.

Ahora los amateur ya no sueñan con ser profesionales. Desean cumplir años para llegar a “Máster30”. “¿Oye, te vienes a entrenar? Que en dos semanas estaré en la Vuelta a España y necesito el último empujón”. El Máster30 mirará su agenda para ver si ese día puede compartir su entrenamiento de fondo o le tocan series, desbloqueo o puerros al ajillo. Y sólo si le cuadra, sólo entonces, se dignará a satisfacer los deseos del profesional. Y lo mismo hasta cae foto tomando juntos el café. Para darle caché al profesional, se entiende.

Mi amigo ya no me coge el teléfono.

Mamá, yo de mayor quiero ser “Máster”.

PD: No me responsabilizo de mis propias opiniones. Tampoco la CAF. Pido perdón de antemano al colectivo Máster. Va con cariño, se da por supuesto. Desde la admiración y el deseo.

Fuente fotos:

-Gema (señora de Guillermo Hortelano)

-Ane Bizimartzak

-masters.abloque.com