Hay una pregunta muy habitual en nuestro entorno que versa sobre la talla de bicicleta que cada cual debería utilizar. Si hubiese un sistema métrico común, este dato resultaría sencillo de obtener. El problema radica en que cada fabricante talla el cuadro por un sistema de cotas que no necesariamente son universales. Este mes trataremos de explicar las particularidades de un tema tan apasionante que siempre es objeto de controversia.
Los sistemas tradicionales usan la base del sistema italiano, nacido cuando las barras horizontales del cuadro eran perpendiculares al suelo. De este modo, la distancia entre el centro del eje pedalier y la unión de tubos vertical y horizontal -donde se inserta la tija- es la talla, medida en centímetros. Después, cada constructor decidía hacer una bici cuadrada -igual de larga que de alta- o generalmente dos centímetros más larga que alta; por así decirlo, más agresiva.
El problema de las cotas nace cuando el tubo de arriba no es horizontal. El fenómeno del sloping, nacido en los años 90, deja mimetizado el punto métrico anteriormente existente a lo largo de la tija del sillín.
A partir de ahí, cada constructor decide dónde sitúa la nueva métrica del cuadro, encontrando dos tendencias principales:
-
El que talla el cuadro en el borde superior de la unión de la tija del sillín.
-
El que talla el cuadro en la inserción centro de los tubos horizontal -inclinado con sloping- y vertical, independientemente de dónde se produzca esta.
El mencionado fenómeno hace que dos bicis exactamente iguales puedan ser talladas como 52 y 54, debido a que la cota de medida es el borde superior o la unión en el centro de los tubos.
Para complicar aún más la situación, cuando la industria asiática entra en el mercado de construcción tradicional europeo introduce un sistema de tallaje tipo S/M/L, que resulta si cabe aún más difícil de equiparar a los anteriores. Pese a que sus cotas puedan ser comparables, para el usuario medio es complicado interpretar las cartas de geometría y sus similitudes y diferencias.
Un mar de dudas
El sistema de stack & reach (avance & altura) ampliamente descrito es la unidad métrica universal que debería de guiarnos para comparar números y letras, pero es de ardua identificación por el sujeto. El ciclista tradicional, que considera haber llevado una 54 históricamente, no sabe si le conviene utilizar una S, una M o una S/M, pese a poder identificarlo con este sistema en las tablas. Y todavía menos descifra si necesita un avance de 37,5 o si le vendría mejor uno más largo y compensable con potencia más corta, sin que ello afectara notablemente a su comportamiento.
Es cierto que este fenómeno evolutivo de las cotas y medidas resulta difícil de explicar, y por lo tanto de entender, por lo que en definitiva es importante recibir asesoría -y responsabilidad acerca de la misma y sus consecuencias- sobre la elección de talla de la bicicleta. Asimismo, creo que las orientaciones de las marcas en sus páginas web son bastante acertadas en líneas generales, aunque deben ser leídas con atención.
En nuestra experiencia observamos que el fenómeno principal que genera problemas con la adaptación a la bicicleta no es tanto la talla, sino el espíritu de la bicicleta, dado que no resulta sencillo hacer comprender a muchos ciclistas que una bicicleta pensada para un ciclismo de rendimiento puede no ser la opción más adecuada para quien en realidad pedalea de forma recreativa.
Esta paradoja es ampliamente compartida por muchos profesionales del sector, tanto en puntos de venta como centros de asesoría ciclista, pero los datos de venta indican que no estamos sabiendo trasmitir bien el mensaje para evitar que alguien con -por ejemplo- sobrepeso, adquiera una bicicleta que demanda cierta exigencia funcional y fisiológica que el sujeto en cuestión no posee.