Consideraciones biomecánicas de los frenos de disco

Mas allá de cuestiones de marketing, es importante repasar los aspectos físicos que caracterizan este tipo de frenada respecto a la tradicional con zapatas, para que cada cual establezca si le conviene un cambio de bicicleta a una que monte frenos de disco.

Jon Iriberri. Fotos: Bettini Photo.

Consideraciones biomecánicas de los frenos de disco
Consideraciones biomecánicas de los frenos de disco

Empezamos por los factores climáticos: los frenos de disco mejoran las prestaciones de frenada respecto a los de zapatas en ambientes húmedos e incluso en presencia de suciedad. Parece ser que las zonas con alta pluviometría podrían beneficiarse de esta mejora, mientras que en los climas secos la frenada ofrecería una efectividad parecida.

Fuerza de frenada en mano y en rueda: este fenómeno es quizás el que más cuesta explicar y entender. El freno hidráulico de disco necesita de menor fuerza manual respecto al de puente de freno, pero la fuerza máxima prensil de la mano no es el factor limitante de la fuerza de frenada en rueda (cualquier sistema de frenado de mano hace derrapar una rueda si es necesario), por lo que un disco puede ayudarnos a que la mano se canse menos en una fase de frenada continua -bajada larga-, dado que necesitará menor fuerza de la mano para frenar lo mismo, pero no frena más fuerte ni más rápido, como hemos visto en el anterior apartado, en situación de secano.

Consideraciones biomecánicas de los frenos de disco

Mayor "sensibilidad" de los discos

Modulación: la curva de fuerza mano/fuerza de frenada no es igual en los frenos de disco que en los de zapata. Las fases de modulado del hidráulico son más progresivas, con lo que resulta más sencillo saber cuánto apretar la maneta para una reducción de velocidad prevista. Esto puede ayudar a los ciclistas con menor capacidad técnica o no instruidos durante las bajadas para sentirse algo más seguros.

Coste/mantenimiento/experiencia usuario: los frenos de disco son más caros y exigen mayor mantenimiento, pueden sufrir deformaciones por exposición térmica, pesan más, y dificultan la instalación de la rueda. Por el contrario, podemos variar los diámetros del disco para encontrar la progresividad más adecuada a nuestro estilo de frenada y, al contrario que los mecánicos, la frenada es menos variable con el paso del tiempo, dado que la sirga y los muelles no se fatigan, siempre que el sangrado sea correcto. Otro aspecto interesante es que las cubiertas de 25 y 28 mm se instalan más fácilmente en los cuadros preparados para discos, con las mejoras en agarre en curva que ello puede suponer, sin incrementar la fuerza de resistencia a la fricción.

Conclusión: para que unos frenos de disco sean una opción de compra justificada y beneficiarte de ello, has de cumplir alguna o varias de las siguientes situaciones.

-Vivir y salir a pedalear en un ambiente lluvioso.

-Rodar por rutas o acudir a pruebas donde haya bajadas largas.

-Tener limitaciones técnicas evidentes en descenso o sensación de inseguridad.

-Ser autosuficiente en los mantenimientos y la detección de ruidos generados por el disco y su utilización y ajuste, o al menos disponer de un mecánico cercano que cuente con una paciencia generosa.