Danny van der Tuuk, el "holandés errante"

Cuando el viento arrecia o la lluvia golpea la cara, sabe perfectamente como guiar y proteger a sus compañeros. Los directores están contentos con su trabajo y los más jóvenes del equipo le escuchan. Esta es la historia de Danny van der Tuuk, quien afronta su cuarta temporada en el Kern Pharma.

Danny van der Tuuk en el Tour de Omán. Foto: Massimo Fulgenzi (Sprint Cycling Agency)
Danny van der Tuuk en el Tour de Omán. Foto: Massimo Fulgenzi (Sprint Cycling Agency)

Cuenta la leyenda que el capitán de barco Willem van der Decken pactó con el diablo poder surcar los mares de todo el mundo sin que los peligros de la naturaleza pudieran frenarle nunca. A cambio, fue condenado a no detenerse en tierra jamás, a perder el hogar. Y, quien lo saludara, sufriría la misma condena. Desde entonces, se le conoció como el "Holandés errante".

Kaska, madre de Danny, quería ser patinadora profesional. Por ello abandonó su Polonia natal para cumplir su sueño en Holanda, donde el patinaje era un deporte valorado. Allí conoció a Bert, el padre de Danny, y ya no volvió a su país.

Danny y su hermano Axel heredaron la pasión paterna por el patinaje, pero los entrenamientos en bicicleta en verano supusieron un interés mayor. Axel, más robusto y alto que su hermano, eligió ser ciclista en Holanda. Danny, en cambio, más afinado, se sentía más atraído por la orografía ciclista de España. Así, a través de un contacto de la marca Giant, aprovechando que el Equipo Kern Pharma utilizaba ese material, se ofreció a la estructura navarra.

Para ello, pactó con el diablo. Su trabajo sería el de surcar las carreteras en punta de pelotón. Sin importar la climatología. Como un capitán de barco velando por su tripulación. Tampoco podría comunicarse con nadie. En el equipo, apenas algunos corredores chapurreaban algo de inglés. Además, sería desprovisto de un hogar. Girona, cálida todo el año, sería un puerto intermitente en invierno. Polonia, tan sólo un breve descanso en primavera. Y Holanda, apenas sería avistado entre el oleaje de una competición que, desde enero, no se detendría hasta el otoño.

Danny van der Tuuk
Danny van der Tuuk llegó al Equipo Kern Pharma en 2021. Foto: Tommaso Pelagalli (Sprint Cycling Agency)

Sin dudarlo, firmó. Se presentó en Pamplona, la sede del equipo, con una mochila donde había metido los consejos de Tijmen Eising, aquel fornido holandés con el que compartió habitación en las concentraciones del METEC-TKH, equipo Continental con el que debutó en Holanda con apenas 18 años. Tijmen, 10 años mayor que él, le enseñó cosas tan básicas como ducharse rápido tras una prueba para no enfriarse hasta aprender a alimentarse o a colocarse en un pelotón.

Por eso, cuando el viento arrecia o la lluvia golpea su cara, Danny sabe perfectamente como ubicar a sus compañeros. Los Directores están contentos con su trabajo. Además, ahora escucha los consejos como uno más, ya sea a través del comunicador en plena carrera o en las charlas del autobús, momentos antes de salir a competir, alejando la maldición del idioma.

Danny habla español gracias a las clases de Carmen, una Mexicana a la que ve dos veces por semana en Assen, la localidad donde vive su familia. Cuando la marea le lleva hasta allí sabe valorar tener tiempo para un café con sus padres o jugar a la Playstation un rato con sus amigos de toda la vida. En su partida a Girona, trata de embarcar a su hermano para que entrene con él bajo una climatología más benigna. 

Tras tres temporadas, puede asegurar que, desde el primer día, Kern Pharma dejó de ser un equipo pactado con el diablo. Una excusa para ser ciclista en España. A pesar de ser el único no hispano-hablante del equipo, siente que es uno más. Que sus compañeros más veteranos no sólo le respetan, sino que también valoran su trabajo. Danny fue una parte importante de la victoria de Rogier Adriá en Occitanie, la única del equipo en 2022. Además, los más jóvenes le escuchan. Con varios de ellos compartió unas vacaciones en Amsterdam.

Sin embargo, a veces es duro mirar atrás. Repetir la historia como hizo su madre años atrás. Sabe que siempre faltará tiempo para poder seguir con sus estudios de Gestión del Deporte en la Universidad Johan Cruyff.  Y que tampoco podrá ver tanto como quisiera a su hermano. Firmó un pacto con el diablo: Quiso ser español. Se convirtió en el "holandés errante".