Einer Rubio: el joven talento colombiano del Movistar Team

Su formación como ciclista no fue fácil. Lejos de su verdadera familia. A miles de kilómetros de su país. A cambio, Einer Rubio, el colombiano de acento italiano, empieza a volar alto con Movistar Team.

Einer Rubio, en una imagen del pasado Giro de Italia. Foto: Bettini Photo / Movistar Team
Einer Rubio, en una imagen del pasado Giro de Italia. Foto: Bettini Photo / Movistar Team

Que sí, mama, que me tratan molto bene, non ti preocupare”, se despide, esta vez, ataviado con una sonrisa que ya ha fortalecido, que no baña en lágrimas como al principio. Es el mejor síntoma que puede dar a su madre. Hace 4 años no se imaginaba que haría este tipo de llamadas. Que iba a formar parte de otra familia postiza, una de acogida. Que mezclaría sus palabras con el italiano. Un proceso tan duro como necesario para fortalecer su sueño de ser ciclista profesional.

Hace cuatro años, en el aeropuerto de Bogotá dejó a su madre llorando. Triste por separarse de él y a la vez feliz de verle crecer. En Boyacá, ubicada en el corazón de la Colombia humilde y rural, sus verdaderos padres, de edad avanzada, apenas si podían apoyar a su hijo  con lo que les daba un pedacito de tierra.

A Einer le gustaba la bicicleta, desde que iba a la escuela montado en ella hasta las “competencias” de jóvenes por los pueblos de la zona. Pero sus hazañas terminaban en unos puntos suspensivos que ni él ni su familia sabían cómo dar continuidad, desconocedores del proceso habitual de formación de un corredor. Afortunadamente, sus avances llegaron a oídos del padre de Esteban Chaves, que rápidamente incorporó a Einer en su escuela de ciclismo, una de las más reputadas del país. Una pequeña industria silenciosa donde los jóvenes talentos colombianos son formados en el trabajo honrado. En el compañerismo. En el espejo que es para todos Esteban “el Chavito”.

Einer destacó en la generación de Juniors del 2016 y tanto el padre de Esteban como Wilson Sandoval, uno de los Directores de la escuela, movieron sus contactos para que Einer viajara a Italia, para formarse como amateur en el equipo Vejus.

En aquel vuelo, la vida de Einer cambió por completo. De la vida entre las nubes pasó a rozar el nivel del mar. De la montaña de Bogotá a la campiña de Pago Veiano, una pequeña y tranquila localidad ubicada en la Provincia de Benevento, la región que camina hacia el taco de Italia y que avista a la misma distancia el Tirreno y el Adriático.

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Einer Rubio celebrando una de sus victorias en el Giro sub´23.

A sus 19 años, se dio el tiempo necesario para crecer como ciclista y eso consistía en triunfar en el “Girino”, la carrera más importante del país y donde miran muchos equipos profesionales en busca de los talentos de futuro. Disputó tres. El último, el de 2019, fue el de la vencida. En la última etapa, jugándose la general con su compatriota Juan Diego Alba conquistó la cima del exigente Passo Fedaia aunque finalmente debió conformarse con la segunda posición en la Clasificación General.

Aquel destello fue suficiente para que Eusebio Unzue, Mánager General de Movistar, se interesara por él. “Eusebio, yo siempre he querido ir a Movistar” le dijo con voz temblorosa y mirada enterrada. A Eusebio le hizo sonreir su acento colombiano bañado en italiano. “Chico, estarás con nosotros, pero va a ser tu segundo país el que te siga viendo crecer”, le vaticinó.

A Einer le brillaron los ojos. Primero cuando, en la concentración inicial del equipo, Carlos Betancourt le fue presentando a los componentes del equipo y segundo cuando, meses después, le dijeron que estaría en el Giro de Italia, el de los “mayores”.

Sin embargo, Einer debutó en un Giro diferente. Empujado por la pandemia a disputarse en octubre, bajo un cielo que siempre traía lluvia y bajas temperaturas pero que aportó calidez a su futuro. En cambio, en 2021 la carrera italiana empeoró para él.

Marc Soler, líder de su equipo en aquella edición, sufrió una caída en la mitad de la prueba, lo que obligó a su abandono y al cambio de guión. Einer, de aquí al final de carrera tu trabajo será buscar fugas”, le dijeron. A pesar de sus tentativas, apenas si logró entrar en algunas y, cuando lograba hacerlo, casi nunca fructificaron. Einer terminó el Giro triste. Con la sensación de haber sido atrapado por un ciclismo que no le gustaba, tan alejado de un trabajo a lo grande. De ayudar a buscar una general final.

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Foto: Bettini Photo / Movistar Team.

A cambio, volvió a España con una gran forma en sus piernas. Tanto que, apenas unos meses después, en la tórrida Vuelta a Burgos, en plena ascensión a las Lagunas de Neila, sus delgadas y minúsculas piernas no pararon de bailar sobre su bicicleta en busca de la alargada y desgarbada silueta de Hugh Carthy que, tan sólo por un puñado de segundos, fue más rápida que la suya.

Dice Txente García Acosta, quizás el Director Deportivo de Movistar que más conoce a Einer, que a pesar de ser un “renacuajoha nacido para ser ciclista de grandes Vueltas. Porque según avanza la carrera se encuentra mejor.

Todos esos presagios están aún por descubrir. De momento, el ciclismo le ha regalado pequeños momentos que dan sentido a vivir alejado de su familia. Porque ahora les puede ayudar, para que no trabajen más de sol a sol como han hecho toda la vida.

Mamá, estoy bene, de verdad, podéis estar tranquilos”. Luego cuelga. Sin lágrimas. Curtido en ese acento italiano que le verá triunfar.