“No ir a la Vuelta es negativo, muy negativo, pero siempre hay modo de avanzar”, reitera. Giovanni es de mirada larga, pero de frases cortas. Un tipo fresco, pero tan escarmentado en la mala suerte que, con el paso de la vida, ha aprendido a abrir una ventana cada vez que el ciclismo le ha querido cerrar la puerta.
Instalado en el retiro del Teide, su espíritu se intercala aún más con la bondad de un pensamiento positivo, alérgico a una primavera que ya no será la antesala de preparación de una Gran Vuelta.
Su última competición fue bajo la nieve de O Gran Camiño. Aquel día casi todo el pelotón se quejó de la mala climatología. Para él simplemente fue emocionante correr bajo la nieve. Apostilla una respuesta que lejos de ser heroica simplemente esconde una vida que vivió un castigo tan severo que, con llevar un dorsal le basta y le sobra para ser feliz. Aunque nieve o llueva.
Empezó a disfrutar de la bici en 2009, empujado por la pasión de su padre. Tan sólo cinco años después, consiguió su primer dorsal como ciclista profesional con el continental italiano Area Zero Pro Team. Aprendió el oficio rápido, a base de dejarse la piel en las fugas. Luego, con el Unieuro Wilier Trevigiani llegaron las carreras importantes.

Sin embargo, el crecimiento como ciclista lo consiguió en el Bardiani - CSF. Con el equipo verde llegaron sus tres Giros de italia. En el primero de ellos, el de 2019, las carreteras por las que entrenaba le regalaron el maillot de mejor joven, que lució durante una semana. En la etapa decimonovena se atrevió a dar un paso más cuando, en plena ascensión a San Martino di Castrozza, se peleó con los mejores de aquella fuga por conseguir una victoria que finalmente se llevó la reivindicación de Esteban Chaves. El italiano acabó cuarto.
Pero la etapa que más cerca le dejó del triunfo la vivió dos años después, en el Giro de 2021, cuando a falta de un kilómetro y tras 112 en fuga fue sobrepasado cuando ya soñaba con la victoria. Aquella derrota dolió. Lo que Giovanni no sabía es que el ciclismo le reservaba una vivencia aun más dura.
Tras un prometedor 2021, el Gazprom-RusVelo le contrató para la siguiente temporada. Pero al estallar la guerra en Ucrania la UCI, ante la incredulidad de Giovanni, vetó al equipo ruso. Eso supuso la disolución del equipo en pleno mes de marzo.
En aquel momento, y esporádicamente amparado por la selección nacional de su país, su rutina cambió de un calendario bien estructurado a la incertidumbre de entrenamientos sin más objetivo que mantenerle con la esperanza de encontrar un nuevo equipo.
Tres meses después, con los brazos extendidos hacia los lados y la espalda contraída en pura rabia, lanzó un grito reivindicativo al imponerse en la tercera etapa de la Adriatica Ionica Race. Seguía estando allí. Esperando un dorsal.

Tras aquella victoria llegó la esperada llamada. Juanjo Oroz, Mánager del Equipo Kern Pharma es un tipo que cuida con mimo el lado humano del corredor, algo que para Giovanni es raro de ver en el ciclismo. Y además, el navarro goza de gran memoria, la suficiente para recordar el prometedor poderío del Giovanni juvenil.
Juanjo le ha regalado una nueva oportunidad enfundada en un equipo que ahora capitanea. A sus 27 años es, junto a Hector Carretero, el hombre más veterano del equipo, encargándose no sólo de reportar sobre el avance de los más jóvenes, sino también de asesorarlos.
Muchos le preguntan por sus tres Giros. En el equipo tan sólo unos pocos han podido disfrutar de una Gran Vuelta. A todos les ha hecho ver que, aunque corran con nieve, aunque no les inviten a La Vuelta, hay que saber abrir las ventanas que el ciclismo puede cerrar porque, en su vida una guerra se empeñó en tapiarle cualquier solución. Y cuando la angustia arrincona, muchos problemas dejan de serlo. Así razona Giovanni, la voz de la experiencia en Kern Pharma.