Josu Etxeberria: optimismo cuando la suerte cambia

El ciclista navarro del Caja Rural-Seguros RGA, de 21 años, se recupera de la fractura de seis vértebras que sufrió a principios de junio tras una caída en la Ronde de l'Oise. Esta es su historia.

Josu Etxeberria, en fuga en una etapa del Tour de Grecia 2022. Foto Sprint Cycling Agency
Josu Etxeberria, en fuga en una etapa del Tour de Grecia 2022. Foto Sprint Cycling Agency

Hori da, motel (eso es, chaval)”, le anima Martxel mientras le ayuda a colocarse bien sobre el rodillo. Su hermano pequeño aprende rápido. En sólo unas semanas es él quien se ha puesto los galones de capitán familiar. La vida, como en el ciclismo, puede cambiar en una curva y mandar todo al garete.

Lo que no cambia es el paisaje que se descubre tras la ventana. Iturmendi, dibujado en la Navarra más rural, es sinónimo de tranquilidad. Con sus apenas 400 habitantes, cada vecino es como un familiar. Por eso, todos sintieron mucho lo que le pasó.

Pedalear sobre ese rodillo es ya un auténtico logro. Aunque sea tan sólo por veinte minutos. Tieso, sin cambios de ritmo, tan sólo con la pretensión más primaria de sentirse ciclista.

De pequeño no sabría si lo iba a ser. Era obeso para su edad, y muy tranquilo. Pero Jesús, su padre, le apuntó en un club local a los 6 años, deseoso de que siguiera sus pasos. Él y su mujer, como exdeportistas, le transmitieron una premisa condicional a otra: Esfuerzo, pero con cabeza.

Josu Etxeberria
Tras correr como stagiaire los últimos meses de 2020, Etxeberria saltó a profesionales con el Caja Rural la pasada temporada.

Su evolución lleva tatuada esa actitud. Desde infantiles se acostumbró a ganar, siendo uno de los mejores Juniors de su generación. Su paso a amateur se produjo con el filial del Caja Rural. Al principio costó. Con 18 años, enfrentarse a tipos de 25 no resultaba fácil. Pero aun así, a final de temporada llegaron las victorias.

Durante su segundo año de amateur, como al resto de la humanidad, le arrebató la libertad el confinamiento. Sin embargo, en ese mismo rodillo, se dijo que nunca se rendiría. Que entrenaría sobre él sin buscar excusas hasta que volviesen las carreras. En la primera que se disputó, la Vuelta a Zamora, sabía que todas las miradas se dirigirían al ganador. Ni siquiera los profesionales habían comenzado. Por eso, ganarla, no sólo fue mediático. Significaba que había trabajado como nadie.

Comenzó a creer que podría ser profesional y, tan sólo unos meses después, el equipo navarro lo confirmó subiéndole primero, como stagiaire y, al final de año, ofreciéndole firmar su primer contrato profesional con el primer equipo.

2020 vuelta a zamora general final
Celebrando su victoria en la Vuelta a Zamora 2020. Foto: Álvaro García (El Pelotón).

Su primera carrera, el GP de la Marsellesa, se produjo sin nervios. El primer año, además de para coger un hueco en el pelotón, es para ver ídolos. Durante la Milán-Torino se pasó la carrera viendo como se movía Primoz Roglic. Durante el Tour de Reino Unido no dejó de ver las idas y venidas de Van Aert o Alaphilippe. Sin embargo, su vergüenza le impidió saludar a ninguno.

A cambio, los nervios llegaron en el GP Indurain. Siendo corredor local, los gritos de los aficionados se lanzaron a su paso por cada cuneta. Allí estaban todos sus amigos y vecinos que, aquella tarde, dejaron despoblado Iturmendi.

Pero Josu se había prometido dar un paso más. En su segundo año como profesional, debía sentir la necesidad de abandonar los puestos traseros del pelotón. Rodar con más firmeza, y, por qué no, empezar a hacer pequeños resultados en las carreras que mejor se le adaptasen. Esa sensación llegó durante su participación en la Boucles de Mayenne, finalizándola con una buena posición en la clasificación de jóvenes. Días después, el equipo quiso que siguiese en territorio francés, para correr la Ronde de l'Oise.

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Josu Etxeberria en una imagen de esta temporada. Foto: Caja Rural-Seguros RGA

Durante la disputa de la tercera etapa, se sentía realmente bien. A falta de 30 kilómetros, tras coronar una pequeña cota, rodaba entre los primeros. En ese momento, se giró para ver quién se había descolgado. Cuando se dio la vuelta, no pudo evita tocar con su rueda delantera en la trasera de otro corredor que se estaba descolgando. Al ir al borde de la cuenta, cayó de espaldas a un prado. Fue un salto de metro y medio que impactó de lleno sobre sus vértebras. Al levantarse, su primera reacción fue la de volver a la carretera para que le viesen, ya que la prueba no estaba siendo televisada y podía no ser visto. Pero sintió que no podía respirar.

Tras ser trasladado al hospital, confirmaron un mal diagnóstico. Se había fracturado seis vértebras. Cuatro a la altura de las dorsales y dos a la altura del cuello.

Han pasado 20 días de aquello. De aquella sensación de ir a más a pedalear con un corsé sobre ese rodillo. “¡Ánimo, que tú puedes!”, jalea Martxel. Su hermano pequeño es un regalo para él. Con tres años menos, está siguiendo sus pasos como ciclista, también en el equipo filial del Caja Rural. Sabe que lo pasó mal cuando estuvo seis meses parado al detectarle un trombo en el brazo. Y sintió mucho orgullo cuando lo superó. De su hermano aprendió que, con paciencia, todo llega.

Las sesiones con Jose, su fisio, están siendo fructíferas. Y, aunque le sigue doliendo ver ciclismo por la tele, sabe que, con esfuerzo, pronto volverá a tener un dorsal. Ese rodillo le llevó a ganar la Vuelta a Zamora hasta hacerle profesional. Gracias a él, pronto volverá a repetir el proceso de seguir siéndolo.

 

Josu Etxeberria estrenará categoría profesional con Caja Rural-Seguros RGA

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