Mikel Iturria, la pelea en paralelo

El guipuzcoano del Euskaltel-Euskadi ha tenido que superar numerosas adversidades en su carrera. La última, el duro accidente en el pasado Giro de la Romagna que se saldó con fracturas (vertebrales y de la tibia y peroné) de las que aún se está recuperando. Esta es su historia.

Mikel Iturria en una imagen del pasado Tour de los Alpes. Foto: Massimo Fulgenzi (Sprint Cycling Agency)
Mikel Iturria en una imagen del pasado Tour de los Alpes. Foto: Massimo Fulgenzi (Sprint Cycling Agency)

La duda sigue anidando en una esquina de su cerebro. ¿Por qué maldita razón no se bajó de la bici en aquel momento? 

Mikel sonríe con sinceridad. Es un tipo de apariencia ruda, acuñado en facciones duras, de rasgos marcadamente vascos que ahora se agrupan hacia los mofletes por culpa del collarín. Aun así, conserva una finura que invita a pensar que sigue cuidando la alimentación. Los médicos son optimistas. Le han dicho que, aunque se sirva de muletas, pronto podrá apoyar el pie con ayuda de una bota.

La resignación le ha acompañado siempre. Hace años tuvo que combatir contra enemigos invisibles. Unos ataques epilépticos que le podían sorprender en cualquier momento. Una vez, dando un paseo a pie, sufrirlos le hizo desplomarse al suelo fracturándose una clavícula. Pero pudo con ellos.

A Mikel le hizo ciclista profesional una acelerada decisión de Miguel Madariaga de 2013. No le pudo ofrecer el Euskaltel - Euskadi de categoría World Tour, espejo en el que se había mirado desde la niñez, pero si la modesta estructura continental de la Fundación Euskadi que había conseguido sacar en paralelo. Se lo dijo en enero, con la temporada empezada. Meses después el mensaje fue el inverso. El equipo debía echar el cierre, por lo que tuvo que recalificarse en aficionados, siempre dentro de la estructura de la Fundación. Jorge Azanza, que llegó como Director Deportivo le invitó a no perder la motivación, Gorka Guerrikagoitia le empujó a ser el corredor que es ahora. Él y su amigo Mikel Aristi coparon el podido de prácticamente todas las carreras que disputaron aquel año.

El siguiente paso fue de nuevo a profesionales con otro proyecto vasco, esta vez el de Jon Odriozola, gestor del equipo Euskadi-Murias. Se lo dijo a final de temporada. A Mikel no le sorprendió la tardanza. La mayoría de veces ha corrido así, enrolado en proyectos inestables que sólo garantizaban su continuidad de año en año a través de conversaciones cortas gestadas a última hora.

Iturria Euskadi Muria
Mikel Iturria militó cuatro temporadas en el Euskadi-Murias

Cuando su estabilidad como ciclista se gestaba llegó aquella edición del Tour de Limousin, en agosto de 2017. En la primera etapa le fue imposible evitar la caída que le fracturó el fémur por dos partes. Sin embargo, una vez en el hospital, Odriozola entró en su habitación y le dijo que no se preocupara, que le quería el año siguiente en su equipo, y que iban a subir a categoría profesional continental, la segunda división mundial.

En sólo unos meses, pasó de aprender a andar de nuevo a estar en la salida de su primera Vuelta a España. La que corrió en 2018 le regaló la sensación de felicidad indescriptible que experimentan muchos ciclistas al cruzar la última línea de meta en Madrid. Aunque lo mejor de todo fue escuchar unos días antes por el auricular interno los gritos de júbilo de sus Directores en plena ascensión a la Camperona contándoles que Óscar Rodríguez había ganado la etapa.

El año siguiente el cataclismo de emociones le eligió a él como protagonista. Murias acudía con el firme propósito de escoltar a Óscar Rodríguez en su intento por conseguir otra victoria de etapa. A Mikel le pidieron estar con él, y que no intentar filtrarse en ninguna fuga. Sin embargo, en el briefing previo a la salida de la undécima etapa, con llegada en la localidad navarra de Urdax, Mikel pidió entrar en la escapada que se fuera a gestar ese día.Quiero hacerlo sí o sí. Conozco el terreno, es prácticamente mi zona de entrenamientos”, reclamó bajo el consentimiento del staff técnico. Aquel día saltó con rabia del pelotón junto a Ben O´Connor. Luego se unieron varios corredores más. Kilómetros después Xabier Muriel le avisó desde el coche. La fuga iba a llegar. Mikel avisó. Los cambios de ritmo no le beneficiaban, su perfil era mucho más diésel que el del resto de fugados. Pero tanto Muriel como Odriozola idearon a la perfección el momento en el que debía atacar.¡Ahora!”, escuchó por los auriculares. Mikel ya no pararía hasta llegar a meta. Por detrás, el resto de fugados, cuando se acercaban a él, paraban, reprochándose unos a otros la falta de insistencia.

Mikle Iturria Vuelta a España 2018
Mikle Iturria, en el podio, celebrando su victoria de etapa en La Vuelta 2018. Foto: Sprint Cycling Agency

Aquella victoria le acercó más a los fans, a los medios de comunicación, aunque quizás sobrepasaron el modo de vida de un chico tranquilo que tan sólo quería seguir con su día a día y descansar.

Mikel suspira. Uno nunca se acostumbra a llevar muletas, y el collarín le impedirá subirse a una bicicleta, al menos hasta julio. Desde hace años, el equipo Murias es tan sólo un recuerdo. Otro equipo más de esos que le obligaron a cambiar precipitadamente de destino. Esta vez, con el pasaporte de la victoria de etapa, todo fue más fácil. El Euskaltel-Euskad que había vuelto a nacer, le ofreció un contrato sin dudarlo. Ya no era de categoría World Tour pero la esencia de cuadrilla la mantenía. Allí sería uno de esos corredores que aportaría experiencia. Que enseñaría a los jóvenes que se podía ganar siendo humilde. Si seguirá o no en el equipo es una incógnita. Lo es desde aquella maldita carrera.

Hace apenas un mes se metió en el sprint que cerraba el Giro de la Romagna tan sólo para sacar unos puntos UCI y quedarse tranquilo. Kilómetros antes pudo haberse bajado de la bici cuando se salió en un tramo de sterrato. Nadie le hubiese reprochado nada. En cambio, quiso seguir apoyando al equipo. Apenas a unos metros de la meta un ciclista chocó con una moto que cubría la carrera y saltó por los aires. Cuando lo hizo él fue como golpearse contra un muro a sesenta por hora. En el suelo un espectador le protegió. Le intentó transmitir calma. Pero le dolía mucho el cuello, no se quiso mover. La pierna derecha dolía horrores. Una vez trasladado al hospital, Pello Olaberría, gracias a que hablaba italiano, trataba de hablar con los médicos. Las noticias no eran buenas. Mikel no sólo se había fracturado dos vértebras, también se había roto la tibia y el peroné derechos. La misma pierna donde se rompió el fémur hace años.

Mikel Iturria en una imagen de esta temporada 2024
Mikel Iturria en una imagen de esta temporada 2024.Foto:Sprint Cycling Agency

 Mikel tiene miedo de que eso le genere una cojera crónica. La temporada ha terminado para él. Quizá el ciclismo profesional también. No tiene prisa por saberlo. Primero le tiene que quedar bien la pierna. Suspira resignado al recordar que el equipo volvía a estar invitado a correr La Vuelta. La carrera que le dio la gloria. Se alegra por sus compañeros. De corazón. Ante todo, es hombre de equipo. Él tiene otra competición en paralelo.