Rafa Valls: la esquina de una sonrisa (1ª Parte)

Profesional desde 2009, el alicantino del Bahrain-McLaren ha sabido levantarse de cada una de sus caídas, incluso de una que a punto estuvo de retirarle. Esta es su historia.

Rafa Valls (Bahrain-McLaren), en una imagen de esta temporada. Foto: Bettini Photo
Rafa Valls (Bahrain-McLaren), en una imagen de esta temporada. Foto: Bettini Photo

Por la esquina de una sonrisa pueden asomar muchos sentimientos. Puede nacer un plan. El deseo de venganza cuando se mira a un enemigo de frente. De una mirada corta, puede crecer timidez, pero también un deseo de seguir adelante.

De su esquina nace orgullo por Aleix y Marc, sus dos hijos. Por tener al lado a Dámaris, su mujer. Su mirada, morena y fija, habla claro. En un silencio rotundo. Le han dado todo lo que es hoy. Todo lo que tiene. La fuerza para levantarse a pedalear. Para conseguir que su cuerpo, tan enjuto como tatuado en ciento y un golpes, siga siendo el de un ciclista profesional.

Su pasión por el ciclismo lo gestó con la bicicleta que le regaló Rafael, su padre. Si su hermano mayor competía, él también tenía todo el derecho a hacerlo. Quería emular a Alejandro Valverde, un amateur murciando que se llevó la carrera de su pueblo, la de San Cristobal. Ese chico realmente tenía talento, y también sonreía mucho.

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Pero del suyo, se encargó de descubrirlo Joxean Fernández Matxín, el Mánager por aquel entonces del Saunier Duval. “Te quiero en mi equipo amateur, luego ya veremos que hago contigo”, le dijo. Tiempo después, Matxín le probó en la Vuelta a México de 2008, como stagiaire. Los resultados le agradaron. Pero el año siguiente, el Saunier desapareció, y el equipo que le sustituyó, el Fuji-Servetto no podía hacerle un hueco. “Rafa, no te vengas abajo porque aunque ahora no puedo ofrecerte un hueco, lo voy a encontrar el año que viene para ti, así que sigue a este nivel”, le lanzó. Matxín era un estimulador nato. Siempre tenía la palabra necesaria para jalear su estado de ánimo.

Por eso, el año siguiente, Matxín cumplió su palabra, llevándoselo al Footon- Servetto, la nueva denominación adquirida por su estructura. Rafa crecía junto a un hombre que le pedía trabajo y autoestima. “Si estás en el pelotón con los mejores es porque te lo mereces, igual que ellos. También fueron jóvenes y tuvieron sus inseguridades”, le repetía. Decidió tomarse las palabras de su mentor al pie de la letra. Primero, con una prematura victoria en el Tour de San Luis. Pero el ciclismo, unas pocas veces da, y muchas otras, quita. Tras disputar el Tour de Langkawi, Rafa recibió dos noticias. Una buena y una mala. La mala era que la caída en la última etapa del Tour de Langkawi le había supuesto una rotura de la rótula. La buena, que a su equipo le habían invitado al Tour.

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Pasó las siguientes semanas sin apenas poder dormir, pensando en recuperarse lo antes posible para ser uno de los elegidos por Matxín. Tras la recuperación, una buena actuación en la general de la Vuelta a Suiza le llevó a la conversación soñada con su Director. “No me has decepcionado. Te voy a llevar al Tour. Y quiero que allí vayas a aprender, pero también a dejarte ver. A quitar el miedo”.

Unas semanas después, Rafa no podía dejar de mirar a su otro gran ídolo. Lance Armstrong había vuelto al Tour un año más. Quería decirle que le admiraba. Que apenas coincidieron unos kilómetros en la Vuelta a Castilla y León del año anterior. Y que le dio mucha pena verle caer delante de él en las, por aquel entonces, agrietadas carreteras de Antigüedad, el pueblo palentino por el que transitaba el pelotón cuando se fue al suelo. Pero su timidez no le permitió hacerlo. Sólo era un chaval que debutaba.

Matxín no le había pedido auto-compasión, sino acción. Y no dudó en ofrecérsela. Eligió la fuga gestada en la séptima etapa, la que terminaba en la Estación de Roussés, sobre un altiplano. A quince kilómetros de la llegada, justo cuando comenzaba el último puerto, Sylvain Chavanel arrancó. ¿Era demasiado pronto? Rafa miró a su alrededor. Se sintió insignificante al lado de Damiano Cunego, Juanma Garate o Thomas Voeckler. Todos expertos en cazar etapas. ¿Y él? De nuevo Matxin se encargó de recordarle quien era. “No has venido a tener miedo. Prueba a ver. No perdemos nada”, le filtró a través de la radio. Rafa dejó ver la esquina de su sonrisa. Tenía un plan. Arrancó. Llegó a recortar tiempo. Astisbó, a lo lejos, la estela del francés. Por detrás, en cambio, nada se supo del resto. No pudo alcanzarle, pero el segundo lugar le supo a gloria. Se sentía ciclista, como el resto.

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Pero el ciclismo le iba a volver a jugar una mala pasada. El año siguiente, a final de temporada, cuando aún le quedaba un año más de contrato, el Geox, nuevo nombre que había adquirido la estructura, dejó de patrocinar al equipo, que se veía obligado a desaparecer. Lo hizo tarde, en pleno noviembre, cuando casi todas las plantillas estaban cerradas. Para colmo, la noticia llegó mientras estaba en el Hospital. Su mujer esperaba a dar a luz a Aleix, su primer hijo, pero su embarazo se complicó con un riesgo de aborto que llegó a durar semanas. En ese momento, la llamada de Vacansoleil, vino a mitigar sus miedos a tener que colgar la bicicleta.

No se pensó la firma, a pesar de que eso suponía recalar en un equipo extranjero, sin apenas conocer el idioma. Una semana después, durante la concentración en Benidorm, sus temores se confirmaron. La esquina de su sonrisa se dobló insegura. No entendía ni una palabra de lo que le decían. Pero entre tanto belga y holandés se acercó un polaco, Tomasz Marczynski. “Tranquilo macho, que yo te traduzco lo que te digan estos guiris”, le silbó. Rafa rompió en carcajadas. Aquel polaco hablaba mejor castellano que él. Se acabaron convirtiendo en buenos amigos. Juntos en un equipo donde, por primera vez, vio lo que era el gran ciclismo. Inversión en dietética, cocina. Las enseñanzas de Daan Luijkx, uno de los directores del equipo, también eran muy efectivas.

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Sin embargo, a finales de 2013 Vacansoleil debe desaparecer. De nuevo, a Rafa parecía perseguirle una maldición. Pero, tras la esquina de una sonrisa siempre hay una salida. Matxín iba a volver a aparecer en su carrera deportiva.

 

Mañana, 2ª parte de "Rafa Valls: la esquina de una sonrisa"