Menos de una semana después de su victoria en Superbagnères, el neerlandés Thymen Arensman (INEOS) se pellizcaba en la cima de La Plagne, bajo la intensa lluvia alpina. No se creía su segundo triunfo en el Tour en el año de su debut, además ante "los extraterrestres" Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard.
"Estoy absolutamente vacío. No me lo puedo creer. Ganar una etapa desde la escapada ya era increíble; hacerlo ante los favoritos, compitiendo mano a mano contra los ciclistas más fuertes del mundo… Es como si estuviera soñando. No me hago cargo de lo que acabo de hacer”, decía Arensman en La Plagne, donde se convirtió en el sucesor de su compatriota Michael Boogerd, quien alzó los brazos en la misma cima hace 23 años.
Arensman llegó al pie de La Plagne con su compañero Tobias Foss, pero luego el noruego cedió y dejó al neerlandés a solas con los grandes monstruos de la general. “Tras el descenso hacia La Plagne, iba hablando por la radio con mi director deportivo Zak Dempster y con mi compañero Tobias [Foss], que estaba a mi lado. Como ésta era la última etapa de montaña, decidí intentar aguantar con los favoritos todo lo que pudiera, a ver qué tal tenía las piernas. Le dije a Tobias que levantara el pie: mañana es su día”, explica el neerlandés sobre el desarrollo de la etapa.
“Como no estoy metido en la pelea por la general, pensé que los favoritos quizá se mirarían entre ellos y me dejarían partir. Era cuestión de intentarlo, de no aceptar un ‘no’ como respuesta. Tadej [Pogacar] y Jonas [Vingegaard] son los ciclistas más fuertes del mundo, casi extraterrestres, y yo soy un simple humano. No puedo creer que les haya ganado hoy. Intenté no mirar atrás, ir lo más rápido posible. Lo hice y me bastó para ganar. Es una locura llegar al Tour después de acabar enfermo el Giro y volverme a casa con dos etapas”.