Edvald Boasson Hagen: “El talento noruego hecho a sí mismo” (2ª parte)

Repasamos la trayectoria de uno de los mejores ciclistas noruegos de la historia, un gran rodador y velocista -con alma de clasicómano-, que acumula más 80 victorias como profesional

Edvald Boasson Hagen: “El talento noruego hecho a sí mismo”
Edvald Boasson Hagen: “El talento noruego hecho a sí mismo”

Aquí puedes leer la 1ª parte de "Edvald Boasson Hagen, el talento noruego hecho a sí mismo"

 

¿Se estaba gestando un clasicómano? Nadie tenía la respuesta. Y mucho menos él. Por eso, a finales de temporada, cuando llegó la llamada de Dave Brailsford, el estrechón de manos se gestó en una firma lubricada en dudas.

Brailsford acababa de formar el primer gran proyecto de corte británico. El Team Sky. Su idea era asaltar el Tour de Francia. “Tengo grandes hombres, y quiero ganar el Tour con ellos, pero también necesito otros perfiles, y el tuyo me encaja", le explicó. Edvald lo tenía claro. Le tocaría subir botellines, pero no renunciaría a nada. Sus sprints. Sus fugas. Sus clásicas. Todo iba en el mismo paquete.

En Sky, todo era realmente organizado. Y, en cada Tour, la tensión en el equipo era palpable. En 2012, Bradley Wiggings ostentaba el liderato, pero un desconocido Chris Froome demostraba aspirar a los mismos galones. Edvald fue ajeno a aquella rivalidad. Ejerció su trabajo tal y como le habían pedido. Subió y bajó a por botellines siempre que se lo pidieron, acercaba a sus líderes a los puertos lo más certeramente que podía y, en las etapas llanas, trataba de disputar algún sprint.

 

edvald boasson hagen

 

Pero, de todas aquellas estrellas, con la que más empatizó fue con una que aún no sabía que lo fuera a ser. Su sencillez parecía no querer explicarle que estuviera destinado a brillar en lo más alto de París. Un año antes, en el Tour de 2011, Edvald compartía habitación con  un británico, Geraint Thomas. Un tipo de humor fácil. A pesar de ser un hombre hecho para la montaña le repetía a su amigo que le ayudaría a ganar una etapa al sprint. Y no sólo eso. “Yo quiero lo mejor para ti, así que también te ayudaré a encontrar  novia. Tus padres van a estar encantados, hoy van a poder abrazar en condiciones a su hijo antes de irse”, bromeó una vez más.

Geraint tenía parte de razón. Odd Erik y Signe llevaban siguiendo a su hijo durante toda la primera semana del Tour, pero, tras la etapa de Lisieux, volverían a casa. Sin embargo, aquel día, en un sprint nervioso, a Geraint no le tembló el pulso. Metió sus codos junto al del resto de lanzadores y, a falta de pocos metros para el final, dejó a su compañero perfectamente colocado. El destino hizo que, en los últimos forcejeos, la tímida mirada de Edvald chocara con la de otro Noruego. Apenas fueron unos instantes ya que Thor Hushovd, que vestía el maillot de líder, apenas pudo llegar a la rueda del sorprendido ganador. Thor, el hombre capaz de arrastrar a los medios noruegos al Tour sólo para seguir sus hazañas había sido doblegado por un tipo que había crecido sin ídolos. Sin seguirle por televisión.

 

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Minutos después, frente a la televisión, Edvald con los mofletes aun sonrojados por el esfuerzo sólo pudo afirmar que no sabía que decir. Luego, tras las cámaras, esperaban sus padres. Cuando llegó a ellos pudo rubricar aquella victoria tan especial en un momento familiar inolvidable. “Hijo, nos has hecho felices hoy”, le repetía su padre entre lágrimas. “Menos mal que Geraint no consiguió cumplir su amenaza, ¿eh?”, Bromea Marlen.

Edvald sonríe al intencionado comentario de su mujer. Tras la llegada final a Paris, y minutos antes de la cena final que realizan todos los equipos como despedida de la ronda gala, Geraint lanzó un mensaje público en el que pedía a toda aquella mujer de nacionalidad noruega presente en la ciudad, que le escribiera para asistir junto con Edvald, flamante ganador de dos etapas, a la cena del equipo. A pesar de las numerosas peticiones, y sin sucumbir a la socarrona presión de Geraint, Edvald decidió no llamar a ninguna candidata, ofreciendo a su destino otra oportunidad.

Marlen apareció en su vida después. Después de que, tras aquel Tour de Francia de 2011, sucumbiera a la superioridad de Philippe Gilbert en el Campeonato del Mundo de 2012. Edvald no llegó suficientemente bien colocado a la última ascensión al Cauberg. Cuando contactó con los primeros, el Belga ya había disparado su bala ganadora. Aun así, supo seguir la rueda de Alejandro Valverde y Dimitri Konishev. El trio templo sus fuerzas ante el grupo perseguidor y, aun a sabiendas de que el belga ya levantaba las manos delante de ellos, arrancó con fuerza para conseguir una medalla de plata que nunca maldijo.

 

edvald boasson hagen

 

Hoy Marlen disfruta de un tipo que decidió romper con la monotonía. Que abandonó el Sky porque sintió la seducción de Qhubeka, una asociación que lucha por paliar el hambre en África. Que regala bicicletas a los niños para que puedan llegar al colegio. Luego entró el patrocinio de Dimension Data. Y este año, NTT. Distinto nombre pero el mismo sentimiento de apoyo en favor de un continente crónicamente malherido.

Edvald sigue contando con total libertad de actuación. El destino le ha vuelto a colocar junto a Gino Van Oudenhove. Con hombres de mil y una nacionalidades que hacen que su trabajo sea más fácil. A todos ellos, al proyecto, consiguió regalarles el mismo esfuerzo de años atrás.

 

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En 2017 consiguió su última victoria de Tour. La tercera de su carrera. Dicen que la primera es irrepetible, porque es única, muchas veces inesperada. Aquella vez batió a Thor, el otro gran noruego. Pero la tercera la pintó reivindicativa. En favor de un continente que sufre. Solidaridad carente de patrocinios. Y eso, en un mundo globalizado, que en ocasiones se tambalea, tiene aún más valor.

Tanto como un domingo en familia. Tan lejos de la gloria del Tour. En una esquinita de Noruega. Donde comenzaron sus primeros pasos. A la espera de que el mundo se organice de nuevo.

 

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