Tenía dos posibilidades, pero apenas un instante para elegir una opción. La velocidad era ya extrema y la tensión de los manillares balanceados a escasos centímetros del suyo le llevaron a su derecha en el momento en el que el danés lanzó su sprint. Jon es una persona tranquila, de voz pausada, casi susurrada en frases que tejen la narración de experiencias vividas desde el esfuerzo de un chico que siempre se enfrentó con entereza a las dudas sobre su futuro.
La estela prematura de su hermano mayor le hizo disfrutar el ciclismo desde la infancia. En cambio, su talento le envió pronto a los grandes eventos del mundillo junior. En dos de ellos, un Europeo y un Mundial, descubrió antes que nadie la voracidad de Remco Evenepoel cuando en ambas pruebas le pasó como una flecha en busca de la gloria.
En cuanto a él, ningún equipo profesional llamó a su puerta para profesionalizarle de antemano. Se limitó a firmar por el Baqué, el equipo amateur que marcó una época décadas atrás y con sede a apenas unos kilómetros de su casa familiar en Gamiz, ubicada en la Vizcaya que intuye el olor a sal del mar.
Sus dos años como amateur se describen entre entrenamientos vespertinos liberados en los periodos en los que menos le exprimían sus estudios de Administración de Empresas de Sarriko. En cambio su trabajo le trajo, en plena pandemia, un año de victorias entrecortadas por el confinamiento que culminaron en pleno mes de octubre con la victoria del prestigioso Memorial Valenciaga.
Fue entonces cuando varios equipos profesionales se abalanzaron sobre él, pero Jon decidió firmar por Caja Rural - Seguros RGA, con quien ya llevaba varios meses hablando.
Durante aquellos tres años Jon consiguió sacarse la carrera, en parte gracias a los amigos de la Universidad y a Inge, su chica, que le pasaban los apuntes que repasaba entre hoteles y periodos de descanso. Licenciarse fue un alivio que disipaba sus miedos a verse entre dos fuegos: por un lado, el que abrasaba sus piernas en un ciclismo profesional que no podía practicar en igualdad de condiciones que el resto y, por otro, el que avivaba las llamas de la incertidumbre de ver que sus compañeros de carrera comenzaban ya a entrar en el mundo laboral mientras él seguía estudiando.
Pero el Caja Rural no sólo tuvo la paciencia para dejarle combinar los estudios con las competiciones. También le ofreció la posibilidad de correr una Vuelta a España, la de 2023, su única Gran Vuelta hasta el momento. A ella acudió de pleno derecho tras, entre otras carreras, la disputa de una Vuelta al País Vasco en la que se hartó de escuchar su nombre al verse inmerso en prácticamente todas las fugas que otorgaban puntos para un maillot de la montaña que hizo suyo desde el primer día.
Aquella Itzulia, unida a una Vuelta a España en la que también optó por alinearse con su espíritu combativo, llamó la atención del Movistar Team. Sin embargo, su fichaje por el equipo telefónico estuvo a punto de truncarse por un bulo. Tras la Vuelta, se filtró la falsa noticia de que los equipos Jumbo-Visma y Soudal Quick Step se iban a fusionar, lo que generaría que muchos corredores de ambas escuadras quedarían libres. Aquello barnizó su fichaje en angustia e incertidumbre hasta que, en pleno mes de octubre, pudo firmar el contrato con el equipo español del World Tour.
Correr en la máxima categoría le ha reportado correr dos monumentos y una Amstel, aunque esta última no la recuerda. Los que si le vieron le dijeron que chocó con una isleta de esas que parecen multiplicarse a lo largo del recorrido de la clásica holandesa. Al caerse sufrió un traumatismo craneoencefálico, aunque lo que más dolió fue la fractura de dos vértebras que acompañaron a otra de clavícula.
Dicen que es durante una lesión cuando se ve el verdadero tesón de un ciclista y Jon, junto al equipo de osteopatía que lidera Iñigo Mitxelena, trabajó tanto su recuperación que, cuatro meses después, en el extenuante curveo que anuda las escarpadas rampas que empalman Txomintxu con el Ayuntamiento de Getxo consiguió empujar su manillar por delante de Orluis Aular y Clement Champoussin para, agónicamente, levantar los brazos delante de su familia.
Aunque este año también ha conseguido ganar (en la 5ª etapa de la Vuelta a Andalucía), aquella victoria fue diferente. Porque daba sentido al trabajo de todo el equipo de rendimiento del Movistar Team que le ha hecho ver que, con sus números, tarde o temprano debía llegar hasta allí.
Hoy la decisión es otra. La Clásica de Frankfurt apenas tiene 40 metros menos de desnivel que aquella Amstel Gold Race que no pudo terminar. Cada muro, cada puerto, le habían llevado a una doble decisión. ¿Magnus Cort o Michael Matthews? Con rabia, apuntaló su tercera posición con un golpe en el manillar, aunque, más tarde, sonrió su hazaña mientras sostenía su trofeo en el podio. Los años siguen premiando su trabajo. Primero como estudiante, luego como ciclista. Y ahora, el Giro le espera.
