Marcel Camprubí, el abanderado español del Q36.5

Llegó tarde al ciclismo, procedente del triatlón, pero tras proclamarse en 2021 subcampeón de España sub23 el catalán debuta esta temporada en profesionales con el suizo Q36.5 Pro Cycling Team, el nuevo equipo de Qhubeka. Esta es su historia.

Marcel Camprubí en la pasada Strade Bianche, su primera carrera World Tour. Foto Sprint Cycling Agency
Marcel Camprubí en la pasada Strade Bianche, su primera carrera World Tour. Foto Sprint Cycling Agency

Vivir en Barcelona es el sueño de mucha gente. Una ciudad cosmopolita en plena costa mediterránea. Cuando se es ciclista, todo es diferente. Las arterias de la Ciudad Condal son peligrosas para circular en bicicleta.

A Marcel eso no le importa demasiado. Él vive en pleno centro, en el barrio Gótico. Aun así, se las arregla para salir de la ciudad en pocos minutos, ya sea hacia las Maresmas o hacia el Garral. Su habitación mira al bullicio que camina por debajo. Dentro de ella, el silencio se mezcla con sus dos pasiones: el ciclismo y sus estudios de Ciencias Empresariales.

Hoy el día ha sido calmado, con tiempo suficiente para comenzar el papeleo del cambio de Universidad. La Pompeu Fabra exigía hacer acto de presencia y con la Universidad Abierta de Cataluña podrá gestionarse a distancia.

Camprubí Q 36
Marcel Camprubí luciendo los colores del Q36.5 Pro Cycling Team, equipo con el que ha firmado hasta 2024.

Decidió hacerlo así porque, desde hace un año, es ciclista profesional, aunque pudo no haberlo sido nunca. Su padre fue motorista de trial, pero se rompió las dos rodillas. Por eso no quiso que sus hijos tuvieran contacto con las motos. A Marcel le compró una bici de trial, aunque a él le gustaba jugar al rugby. El problema era que, con su peso, era pasto de duros placajes que le acabaron quitando las ganas de sortear tipos mucho más pesados que él. Decidió cambiarse al Triatlón pero, primero una lesión y después la pandemia le empujaron a hacer rodillo. En ese momento, en aquella habitación, se enamoró de la bicicleta.

Al ciclismo llegó tarde, sin ninguna base, pero sobrado de ánimo. Un modesto equipo de Girona, el Antiga Casa Bellsolá le reclutó para que probara. Acudían a las carreras con la única obligación de pasarlo bien entre colegas. Sin más táctica que atacar cuando le apeteciese. Con ese bagaje se presentó en 2021 al Campeonato de España sub23. No se podía creer que pudiese compartir pelotón con sus grandes ídolos locales: Pau Miquel y Marc Brustenga. Con ellos entró en la selección final en una escapada que acabó dejando atrás para terminar consiguiendo la medalla de plata.

Entonces, el ciclismo serio se fijó en él. Llegaron las obligaciones con el EOLO Kometa sub23. Nuevas misiones que hasta entonces desconocía como trabajar para otros compañeros. Aprender de la rigidez de la alimentación equilibrada. Con preparadores que le dedicaban su tiempo. Con material de la mejor calidad. Debía entrenar para ganar. Para ser profesional. Y de la disciplina cosechó victorias, pero no el premio final para pasar a profesionales con el primer equipo del EOLO. Le ofrecieron continuar otro año como amateur pero su representante le consiguió un hueco en la escuadra suiza Q36.5 Pro Cycling Team, la nueva estructura de Qhubeka, de categoría UCI ProTeam.

Camprubí EOLO Kometa
En 2022 Camprubí corrió en el EOLO Kometa sub 23, donde cuajó una gran temporada. 

Marcel se lo pensó. Sabía que ser neoprofesional y sin apenas experiencia previa no sería fácil pero pertenecer a una estructura apoyada por Vincenzo Nibali le seducía. Pero sintió miedo. A la soledad. A no compartir idioma con nadie. Por suerte, Alex Sans, uno de los directores, era catalán como él. Pronto se convirtió en un bálsamo para sus dudas. En un tipo cercano con quién hablar.

La primera concentración fue mucho mejor a como la imaginó. Mejor que todas aquella que había visto por internet. Se vio rodeado de ciclistas que veía por la televisión, que rodaban a la par con un coche que les seguía por detrás. Por las tardes, recibía charlas de diverso tipo que se veían cortadas cuando llegaba nuevo material de los sponsors. Y por la noche, tenía la suerte de poder compartir habitación con Jack Bauer, el corredor más veterano del equipo. Un tipo que había corrido muchísimos años en el World Tour y que, con aquella sonrisa y un acento mascado en un inglés mordido respondía a todas sus preguntas.

Pero faltaba lo más difícil. Afrontar la competición. Asumir ser la cola de un león furioso donde nadie regala un solo metro. El debut fue en Murcia, bajo un clima de perros. La siguiente competición aun baila en su retina.

En Jaén la cámara de televisión sólo tenía ojos para Tadej Pogacar. El esloveno abría su temporada allí. Los comentaristas elucubraban sobre donde rompería la carrera. Por detrás, sin más testigo que la agonía, el pelotón se desgranaba poco a poco como un reloj de arena.

Marcel Camprubí Vuelta a Murcia
Camprubí debutó como profesional, en un dia de perros, en la Vuelta a Murcia. Foto: Luis Ángel Gómez (Sprint Cycling Agency).

En cada tramo de sterrato, Marcel veía ciclistas que trataban de no descolgarse metiendo sus bicicletas por cualquier mínimo espacio transitable. De pronto, sintió como una de sus ruedas perdía aire. Angustiado trató de llegar hasta el lugar donde esperaban sus auxiliares de equipo. Al llegar a ellos le indicaron que ya no contaban con ruedas. En ese momento vivió en primera persona la rigidez de un deporte que no sólo lleva hasta la extenuación. También es un deporte donde, como en las guerras, nadie mira por nadie. A pesar de pedirlo, los coches del resto de equipos pasaron a su lado sepultando de polvo blanco su ansia por terminar la carrera. Unos segundos después, sintió el silencio. La carrera se había ido. Sólo quedaba la ambulancia, que le indicó que estaba fuera de carrera.

Nada de esto afecta su estado de ánimo. Sólo es un revulsivo más para hacerlo mejor. Es ciclista profesional. Suficiente para que su pasión se adueñe del ambiente en aquella habitación que parece no querer mezclarse del bullicio que fuera impera en pleno centro de Barcelona.

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