El ciclismo español mira a Pablo, confirmado hoy como nuevo corredor del Movistar Team para las tres próximas temporadas. Fue la gran sensación de la Vuelta a España, donde ganó dos etapas. Él, en cambio, mira a su hermano. Está orgulloso de su decisión, de su valentía. Para él, esa es la auténtica victoria.
El día que Jaime firmó por Movistar la gente comenzó a murmurar su nombre cada vez con más fuerza. Decían que era un ciclista prometedor, que podría hace grandes cosas. Cuando Jaime llegó a Movistar, su motivación terminó rápido. Disfrutaba de las carreras que suponían viajes largos, que implicaban experiencias de vida. También le gustaba trabajar para los compañeros. En 2019 él y Jorge Arcas se tiraron toda una etapa tirando del pelotón para controlar que Valverde ganara aquella Route d´Occitanie. Aquel día le hizo la misma ilusión que Valverde afianzara su liderato y que Arcas pudiera estar en cabeza mientras pasaban al lado del pueblo de su abuelo. Pero la exigencia del World Tour le disgustaba. Premiaban demasiado los resultados. Notaba que la presión le oprimía el pecho mucho más que el desnivel de un puerto.
Tras dos años, decidió cambiar de rumbo, volver a sus orígenes firmando por el Kern Pharma, equipo donde desembocaban las jóvenes promesas del Lizarte, la estructura amateur donde se había formado. Era una manera de poder seguir siendo profesional sin sentir tanta presión mientras competía al lado de sus amigos de siempre.

Sin embargo, durante la disputa de la Volta a Cataluña de 2022 sintió que algo definitivamente no iba bien. Físicamente el cuerpo respondía, en cambio, su cabeza le hizo saber que estaba llegando a un límite peligroso para él. Durante la cuarta etapa, no paraba de llover. Además, sentía que el frio se aferraba a sus huesos con mucha fuerza. Tras varios kilómetros decidió bajarse de la bici, explicándose a sí mismo que era lógico haberlo hecho, y que ya volvería a intentarlo en la siguiente carrera.
En cambio, durante las semanas siguientes, cada vez que el equipo le requería para alguna competición, acababa diciendo que no. Había tocado fondo. Ya se había levantado demasiadas veces, obligado por una auto-exigencia que le estaba saliendo demasiado cara. No quería hablar con nadie. Entonces tomó aire y por primera vez fue sincero consigo mismo: Iba a colgar la bicicleta.
Las primeras semanas fueron extrañas, pero poco a poco empezó a sentirse feliz por primera vez. Sentía que por fin estaba pensando en él y no en lo que todo el mundo esperaba que hiciera. Gracias a su familia supo coger impulso de nuevo. Encontrar nuevas aficiones. Aunque decidió seguir ligado al ciclismo como auxiliar en el Kern Pharma, donde, agazapado tras los masajes a sus excompañeros se sentía alejado totalmente de la presión.

Además, estaba Pablo. Su hermano debutó en el profesionalismo con Kern Pharma un año después de dejarlo él. Pero Jaime lo tuvo claro. Jamás le trasladó un mensaje negativo, al fin y al cabo, cada historia pertenece a su protagonista, y la que él había vivido no tenía por qué ocurrirle a su hermano.
Hace unos meses sus sentimientos volvieron a hablarle, le dijo a su novia que de nuevo sentía las ganas de salir en bicicleta. Con el paso de las semanas fue realizando entrenamientos cada vez más intensos con su hermano y con Jorge Arcas, que además de excompañero, se había convertido en un auténtico amigo. Entonces se lo dijo: “Chicos, voy a intentar volver”, lanzó con determinación.
Días después habló con su representante, le pidió que simplemente sondeara el mercado. No tenía ya nada que demostrar y, sobre todo, no quería mendigar un contrato a cualquier precio. Por fin había sabido entender que no había sido el propio ciclismo el culpable de que lo aborreciera, sino la auto-exigencia que siempre se había impuesto para hacer frente a una presión que no había sabido gestionar.

El Sabgal / Anicolor, equipo portugués de categoría continental, se interesó por él. Pero su debut llegó unos días antes, en el Campeonato de España, al que acudió como ciclista élite. Allí volvió a reencontrarse con viejos amigos, a disfrutar del pedaleo antes de que el esfuerzo de la carrera se hiciera cada vez más intenso.
Hace unas semanas volvió a caerse. Sin embargo, se levantó contento. Sabe que cada línea de salida es una victoria. Y las sensaciones, poco a poco, vuelven a ser parecidas a las que tenía cuando fue corredor del World Tour. Además, ya hay nuevos equipos que se han interesado por su situación. De momento, el año que viene volverá a ponerse un dorsal. Lo que ocurra después será una incógnita. Sin presiones.