“La sensación ahora es de relax. De haber tomado una buena decisión. Pero soy consciente de que mi etapa como ciclista profesional ya no volverá”. Sebastian transmite calma. Muestra la mirada de un padre de familia aliviado, que por fin podrá dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos. Y a su mujer. Sus piernas hace ya unas semanas que se olvidaron del picor posterior a la competición. La diferencia es que fue la última.
No le importó que su última carrera no fuera seguida por los medios. Nunca corrió para ellos. Sí que es verdad que le habían solicitado entrevistas. Incluso le han propuesto relatar su trayectoria en un libro. Pero nunca se consideró una estrella como lo podían ser Alejandro Valverde, Vincenzo Nibali o Niki Terpstra. Tampoco fue en un monumento, como ellos, lo que sin duda hubiese aportado una mayor justicia a su trayectoria. Paris-Tours tiene su historia, pero es más cortita. La tiene el velódromo de Roubaix, donde en un inicio pensaba haber dado sus últimas pedaladas el año que viene, pero su cuerpo, desde hace semanas, le venía pidiendo no esperar tanto.
Sus primeras clásicas se gestaron desde el televisor, junto a su padre, exciclista amateur. Sin darse cuenta, aprendió a estudiar cada tramo, donde se podía hacer daño. Tiempo después, atrapado por el hechizo del pavés, acabó dejando el fútbol. Su talento se iba gestando lentamente hasta que, las sucesivas convocatorias con la selección holandesa, lo dispararon definitivamente.
El paso a profesionales fue discreto, hasta que, en 2006, enrolado en el Skil Shimano consiguió imponerse, con tan solo 21 años, en el Gran Premio Pino Cerami frente a equipos del World Tour.
Desde aquel momento su teléfono comenzó a sonar. Numerosos equipos querían hacerse con sus servicios hasta que, por fin, Sebastian escuchó la voz que quería. “Chico, no sé quienes habrán preguntado por ti, pero las clásicas las vas a correr de color naranja, espero”, le dijo Theo de Rooij, Mánager del equipo Rabobank.

Él sonrió. Esperaba esa llamada. Era la del equipo de su niñez. Forjado con identidad holandesa. Hoy suspira al recordarlo. En 2007, en su primer año en el Rabobank, disputó su primera grande, la Vuelta a España. Denis Menchov, su jefe de filas, no le dejó aprender poco a poco. En la primera semana atrapó el liderato, lo que le obligó, junto con Marc de Maar, a tirar del pelotón en cada etapa. Pero a él le dijeron sus Directores que lo disfrutara. Que ese sufrimiento era especial, y que no siempre tendría ocasión de vivirlo.
Entendió que mantener los ojos bien abiertos podía alargar su carrera y que cada director tenía algo que ofrecer. El resto de enseñanzas las aprendió de hombres experimentados como Koos Moerenhout, Mathew Hayman o Michael Boogerd antes de que éste dejase la competición. Pero hubo uno que pasó de maestro a rival.
En 2011, tras un fuerte inicio de temporada, y después de finalizar el Tour de Algarve junto a los mejores, Sebastian acudió a la Omloop Het Nieuwsblad en un importante estado de forma. Juan Antonio Flecha siempre le reconoció su gran trabajo de gregario en aquel Tour de Flandes que finalizó en tercera posición en 2008. Sabía que su compañero aprendía rápido. Y que también lo era en un sprint a dos. Por eso, bajo la lluvia, le sometió a la presión de la experiencia, a un ritmo lento bajo la pancarta del último kilómetro, esperando un fallo. Sebastian en cambio, midió su distancia. Luego lanzó un sprint entre chepazos, falto de estética pero sobrado de furia. Incluso se atrevió a alzar los brazos a pesar de que la rueda del español terminó a su par. Aquella victoria le puso ante el gran público y figura en su palmarés como la más importante de su carrera.
A final de aquel año dejó el equipo neerlandés para firmar por Orica GreenEdge. El objetivo era, por fin, dar un gran paso como clasicómano, con galones de líder. Sin embargo, el año siguiente, el equipo australiano prefirió contar con otros corredores para afrontar el liderazgo de las clásicas, lo que le hizo pensar en buscar equipo.
“Siempre pensé que serías muy caro para mí”, le dijo entre risas Jonathan Vaughters.
MAÑANA, 2ª PARTE DE "SEBASTIAN LANGEVELD, LA DESPEDIDA DEL CAPITÁN DEL EF"