Aquí puedes leer la 1ª parte de "Sebastian Langeveld, la despedida del capitán del EF"
“Siempre pensé que serías muy caro para mí”, le dijo entre risas Jonathan Vaughters, mánager general del Garmin Sharp (hoy EF Education-EasyPost). Sebastian sonríe al recordarlo. Sólo tuvo que hablar con él para ver que no era así a pesar de su importancia como clasicómano. En cuanto se sentaron, el americano accedió rápidamente a ofrecerle un contrato.
El primer año, Sebastian consiguió su sueño. Tras varios intentos fallidos con diversos puestos de honor en 2014 alzó los brazos en un Campeonato Nacional. Dice que aquella victoria fue privada. Ajena a la repercusión mundial, pero que llevar la bandera nacional todo un año era algo muy especial.

Pero también estaban las clásicas, la justificación de su fichaje. Las carreras que conocía al dedillo de verlas con su padre frente al televisor. Hasta entonces, sin verse con opciones de victoria real, Flandes y Roubaix le conocían bien. Pero en 2017 todo cambió.
Tras el banderazo de salida en la París-Roubaix, las buenas sensaciones se apoderaron de él. Tras cada sector de pavés, donde otros rivales acababan pagando esfuerzos anteriores, él sentía que volaba, que ansiaba cada vez más. El grupo de favoritos se redujo a tres. De pronto, los silbatos de un miembro de la organización le hicieron levantar la cabeza. Frente a él se abrían las puertas del velódromo de Roubaix.
En ese momento miró a su alrededor. Greg Van Avermaet era sin duda el favorito. Venía de ganar en Flandes y su trayectoria era prácticamente perfecta ese año. Y Zdenek Stybar era otro gran rival. A pesar del sol, era el único de los tres en no llevar las gafas puestas. Eso le hacía forzar la vista excesivamente, aunque su mirada estaba estaba anclada en un punto fijo, la rueda trasera de Greg. El belga ralentizaba el ritmo. Tanto que, tras las campanadas que marcaban la última vuelta al velódromo, Jasper Stuyven y Gianni Moscon se unieron a ellos. Pero aquel sobre esfuerzo lo pagaron metros después. Stybar lanzó primero; Van Avermaet le superó. Sebastian apenas si puedo acercarse a la estela del checo. Pero era premio suficiente. Subiría al podio de un gran monumento tras acabar 3º.

Años después, Sebastian reconoce que las clásicas le han dado todo. Sus mejores resultados se apilaban, cada año, en un periodo muy concreto de la temporada. Hoy mismo tendría ya que estar pensando en ellas. Siempre las empezó a entrenar en noviembre, bajo la lluvia. Con la alimentación controlada muchos meses antes y rezando para no enfermar.
Hoy todo eso ya no es necesario. Esa etapa ha terminado hace unas semanas. Empieza a ser consciente de que esos años ya no van a volver más. Pero empieza otra etapa igual de ilusionante. Si todo va bien, será nuevo director deportivo del EF Education-EasyPost. Podrá aportar todos sus conocimientos en las Clásicas a los más jóvenes.
Hace años le dijo Vaughters que su fichaje resultaba caro. Acabó fichándole para un barco del que se hizo capitán. Ahora lo tripulará desde uno de los coches.
"Papa Kom Je Voetvall spellen?" Su hijo lo reclama para jugar a fútbol en el jardín. Lo mismo hacía él con su padre, hasta que la magia de las clásicas le hizo cambiar el balón por una bicicleta. Hasta convertirle en capitán del EF.